miércoles, febrero 13, 2008

Lo que nunca importa


Hay que ver las cosas que tratan hoy en día los libros de matemáticas... ¡Si en mi época sólo te hablaban de amigos que salían a diferentes horas de sus casas en la misma dirección pero con distintas velocidades y sin rozamiento! Los roces hacen el cariño pero si los dos son salidos...
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La frase que más odié en mi infancia. Jo, con lo difícil que era reunir veinte duros y lo rápido que se gastaban en una tarde de viernes... y eso que yo me podía pasar con una partida la tarde entera (el resto era para kikos). La putada (y que me perdonen las das) vino cuando empezaron a cerrar todos los recreativos de la zona por orden directa de las asociaciones de padres, ¿por qué esa injusticia? Claro, luego mis padres se extrañaban cuando les pedía una Game Boy (esa que era como un ladrillo pero más pesada) para reyes. Tanto tiempo libre y tan pocas ganas de estudiar... Pero anda que no tuve yo que batallar para convencerlos, eso sí, a mí hermano le compraron la Master System sin pedir explicaciones. Si es que soy un negociador de primera (o de telecinco, según la hora).
Y ahora, ¿qué queda de eso? Veo por la calle niños que llevan un móvil el doble de caro que el mío con la mitad de mi edad, y todo porque los padres consideran que ya deben tenerlo. Jo, a mí ya no me valen las pataletas (puede ser muy cómico pero no lleva a ninguna parte... que no sea al psicólogo, claro) y cuesta mucho ahorrar para comprarse algo cuando no dejan de sacar nuevos productos deseables a la vez. Bueno, realmente no hay mal que por bien no venga: como no tengo tiempo para salir, no gasto dinero, y como el cajero se me ha vuelto a quedar la tarjeta por segunda vez, aunque tenga tiempo, no puedo gastar dinero. ¡La estadística se ceba conmigo una vez más!
Paso Nº1 - Introduzca su tarjeta por la ranura; Paso Nº2 - Teclee su código secreto que conoce toda la sucursal porque se lo han enviado por correo; Paso Nº3 - Vuélvalo a teclear dos veces más porque la primera vez has pulsado dos teclas a la vez y la segunda has puesto el de la tarjeta de crédito; Paso Nº4 - Invierte el orden de los números para que el cajero se quede con la tarjeta y tengas que pedir otra al banco; Paso Nº5 - ¡Felicidades, está usted empanado! Ahora sólo tiene que ir a su sucursal, que no es la más cercana a su domicilio, hacer una cola de media hora para que le digan que tiene que esperar otra media hora más porque no hay más empleados que puedan atenderle, observar cómo todas las personas mayores se le cuelan delante al ritmo de "esta juventud no respeta a nadie" para después irse a casa porque "su operación no puede realizarse en este momento por razones técnicas transitorias". Rafa de Sevilla sabe bien que cuando me pasan cosas, me pasan todas a la vez, buf.

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