sábado, junio 30, 2012

¿Dudas?

"¿T'as enterao?" es lo que te pregunta cada princesa que rescatas en este juego tras soltarte un rollo inacabable de explicaciones acerca de la historia del malo final para que, en caso de que se te haya escapado algún ínfimo detalle sin importancia, o por si quieres volver a leer toda la narración de los hechos, o por estar dándole al botón como un loco para que pase el texto rápido se seleccione automáticamente la opción "Sí, repítemelo todo a la misma velocidad caracólica para que acabe reventando la consola contra la pared más cercana de desesperación".

Que no lo digo porque a mí me haya pasado la última opción... más de dos veces.

DE CEMENTO

El lunes pasado, como todos los lunes, cogí el autobús para ir al trabajo y, como siempre, me había llevado algo para hacer más llevaderos los 40 minutos de trayecto de rigor. La conductora era una chica joven y simpática* y me dio la impresión de que sabía hacer bien su trabajo a pesar de no llevar treinta años en ello como sus compañeros. Total: otro lunes cualquiera.

Estaba yo luchando contra tres mordejos oscuros**, esquivándolos y utilizando el poder de las dríadas para derrotarlos, cuando algo hizo que el autobús se detuviera súbitamente, provocando bastante conmoción entre el resto de pasajeros***. Normalmente yo no habría prestado atención a dicho incidente por estar enfrascado en mis aventuras, pero esta vez dio la casualidad de que presencié todo el incidente:

Acabábamos de detenernos en la parada del Estadio del Mediterráneo y la conductora se disponía a reemprender la marcha de nuevo. Era ese momento en el que acabas de arrancar el motor en primera y empiezas a darle fuerza para pasar a segunda marcha y seguir con la velocidad de ruta, justo en ese momento, con la inercia ya cogida pero sin llegar a empezar a moverse, que un coche se cruzó delante del autobús para acto seguido detenerse sin miramientos, impidiendo así la marcha del mismo y provocando el frenazo que he comentado previamente. Mientras la conductora preguntaba a los pasajeros si estaba todo el mundo bien, pudo, o pudimos más bien, ver cómo una mujer no muy mayor se bajaba del coche y vino hacia el autobús con intenciones claras de subirse. El coche, temiéndose la tragedia, salió huyendo a toda velocidad, y yo, aunque yo estaba un poco conmocionado por el asunto, sabía perfectamente lo que iba a pasar.

La señora entró y compró su billete como si tal cosa, a lo que la conductora la miró con ojos justicieros y le preguntó bastante neviosa, pero justificadamente, si estaba bien de la cabeza. La señora le respodió que qué pasaba y que por qué le gritaba[4], que esas no eran maneras de hablar a nadie, y la conductora le explicó que la maniobra que su marido acababa de hacer era una locura y que había puesto en peligro a todos los pasajeros por culpa de su imprudencia, añadiendo que si alguien la denunciaba por el frenazo que acababa de dar ella denunciaría directamente al conductor del coche con la matrícula. La señora argumentó que si había tenido que dar un frenazo era porque no lo estaría haciendo muy bien, momento en el cual la conductora estalló de furia (controlada) y la llamó irresponsable, aunque estoy seguro de que no era eso exactamente lo que querría haberle dicho, y añadió que no era ella la que había infringido las normas de tráfico y que sus instructores eran todos unos profesionales que le habían enseñado todo lo que había que saber. La señora, viendo que no le quedaban más argumentos para defender lo indefendible, empezó a decirle una y otra vez que lo que tuviera que decirle se lo podía decir sin levantar la voz, que eso no era educación y que a ella no hacía falta gritarle para que entendiera las cosas, a lo cual la conductora le respondió que es que podía haber ocurrido un accidente grave si se llega a dar el peor caso, pero lo que a mí ya me despertó los instintos asesinos fue el razonamiento de la inconsciencia personificada: "pero no ha pasado nada, ¿verdad? A mí nunca me ha pasado nada cuando hago esto".

Vamos a ver, muestra gratuita de cerebro sin estrenar, el hecho de que no haya pasado nunca nada no significa que no pueda o vaya a pasar, es más, si no ha pasado hoy es porque la conductora esta con los ocho sentidos puestos en la carretera, no porque tú hayas hecho las cosas bien, como creo que ha quedado claro de sobra. Además, a pesar de que tú sabías que esa maniobra es, aparte de ilegal, increíblemente peligrosa, has seguido dejando que tu marido la haga porque a ti te beneficiaba de alguna manera y todavía tienes la desfachatez de quejarte porque te dicen las cosas gritándote. Pues a lo mejor si eres así de inconsciente es porque todavía nadie te ha dado dos buenos gritos seguidos para que espabiles de una frijolera vez, enana mental.

Eso es lo que me habría gustado decirle en ese momento, pero lo cierto es que no me veía capaz de expresar mi razonamiento de manera correcta para que lo entendiera, así que dejé que fuera la conductora la que la pusiera a caldo hasta que se bajó en su parada. Yo lo flipo con algunas personas, la verdad.

*Y me recordaba un poco a Janine, la secretaria de Los Cazafantasmas.
**En inglés "Black rabites", pero es que traducirlo como "conejos negros caníbales" da lugar a demasiados malentendidos.
***Y yo estuve a punto de comerme el cristal de delante, todo sea dicho.
[4] Aquí yo tuve que hacer un acto de fuerza de voluntad para no pegarle un grito yo también. El cinismo y la hipocresía no sacan lo mejor de mí precisamente.

Ni una sola palabra

A lo mejor yo tengo la mente sucia ya, pero cada vez que paso por esta calle me viene un ataque de risa que siempre tengo que disimular. Admito que sería un nombre muy bonito para una calle, en el caso de un callejón parece el tipo de sitios en el que gente vestida de moteros y policías se pondría cariñosa de más.

Ay, qué risa con "La Ostra Azul" en "Loca Academia de Policía".

REVELACIÓN

Hace poco fui a comprar algo de picoteo al super de cerca de mi casa y me encontré con una situación peculiar con la que no pensaba encontrarme:

Mientras buscaba algo de paté y una bebida que acompañase con las tostadas, un hombre de mi edad más o menos le puso al cajero una serie de artículos en el mostrador hasta que vino con uno que no tenía claro a juzgar por la mirada que le estaba echando al envase. El tendero le preguntó si estaba todo bien y él le respondió preguntándole que si esas latas que tenía en la mano eran de atún; el tendero le dijo que sí, que lo ponía en la propia lata, a lo que el hombre respondió diciendo que él no sabía leer.

Fue tal la impresión de oír eso que hasta se me olvidó dónde estaba, no porque el hombre no tuviera estudios, sino porque de repente de di cuenta de la suerte que había tenido yo al haberlos recibido. Observé anonadad, y un poco aterrorizado de mi propia inconsciencia, cómo ese hombre pagó, salió de la tienda y cogió su carrito de globos antes de desaparecer de mi campo de visión*. Un pensamiento me llenaba la cabeza en ese momento: ¿cómo había podido vivir pensando que mi época de estudios había sido un infierno cuando había gente de mi edad que ni siquiera había tenido la oportunidad?

No me malinterpretéis: sigo pensando que hay muchísima gente de los que se hacen llamar maestros y profesores que no merecen el puesto que tienen, más que nada porque no pasarían un examen psicológico ni con las respuestas delante, pero es cierto que no había valorado** la educación que había tenido hasta ese momento... aunque puede que la culpa la hayan tenido todas esas personas que por odiar su trabajo me hayan hecho odiarlo a mí también. Digo su trabajo, porque el mío me encanta.

*No era capaz de moverme.
**Y me refiero a valorarla de verdad, no a sufrir "titulitis".

One wish

¡Cómo me gustaría ser un aventurero de los que salen en los videojuegos! Sería genial aprender magia y ayudar a tus amigos con sus acertijos y rompecabezas para hacerse más fuerte, derrotar monstruos para ganar dinero y objetos, buscar tesoros en mazmorras abandonadas pensando que entre todos saldremos victoriosos... y la certeza de que mientras te queden monedas podrás seguir intentándolo, claro.

DREAM QUEST

Anoche tuve un resquicio de un sueño que me quedó en la memoria en esos momentos en los que todavía no te has despertado:

Estaba jugando al Dragon Quest en la DS nueva y me toca enfrentarme a un jefe difícil. El caso es que, aunque no tengo imágenes de la batalla, sé que la perdí estrepitosamente con las consecuencias pertinentes, o sea, pérdida de la mitad del dinero que llevaba y vuelta al último punto de guardado. Pues bien, tras lamentarme por la situación compruebo el dinero que me quedaba ¡y era una burrada! Eso quería decir que antes tenía dos burradas*, así que un poco menos no me iba a afectar, pero para mi sorpresa ocurrió todo lo contrario.

Vale que era un sueño, pero me sentí fatal por haber perdido esa cantidad a pesar de que no me hacía falta en absoluto y yo, externamente a la mentalidad del sueño, me decepcionaba a mí mismo por ese pensamiento tan avaricioso. Puede que sea absurdo lamentarse por tener codicia en un sueño, pero es que no pensé que reaccionaría así, y me duraba todavía el arrepentimiento cuando me levanté.

Odio mi subconsciente: nunca puedo hacer lo que quiero porque me siento mal por imponer mi voluntad, pero luego me siento frustrado si no hago lo que me apetece; cuando alguien me pide algo injusto me siento obligado a obedecer y luego me paso la vida refunfuñando por haberlo hecho, o me niego de primeras y luego me come el remordimiento durante días; y en las conversaciones siempre quiero tener la razón pero no me gusta imponer mis ideas tiránicamente. Una amiga me dijo que vivimos en un mundo injustamente dominado por la lógica**, pero yo creo que vivimos dominado por la aplicación ilógica de la lógica.

*Las matemáticas no fallan.
**Y no le faltaba razón.

Innovar o no innovar

Es sorprendente lo que hace la costumbre: como llevo ya siete años explicando lo mismo en clase ya no me hace ni falta mirar los libros de texto. Esta explicación la hice de memoria esta semana sin ni siquiera tener que buscar ejemplos buenos, lo cual me hace pensar que a lo mejor debería innovar algo las explicaciones para no aburrirme de ellas en clase. También es cierto que la gramática inglesa no ha cambiado mucho desde hace un par de siglos, al menos la que sale en los libros de mis alumnos.

ACTUALIZACIONES ACTUALES

¡Me han cambiado el diseño de edición de textos en esta página! Ahora no sé dónde está nada ni qué significan las nuevas opciones que me han añadido o puesto en sustitución de las anteriores. Me pasó lo mismo cuando se me ocurrió, erróneamente, actualizar el Word para poder escribir los artículos antes de ponerlos aquí: la interfaz ya no se parecía en nada a la anterior y el menú de opciones no tenía nada de lo que yo reconocía*, lo que me causó algún que otro problema de nervios sin importancia. Nada que ver con el que me tuviera que comprar un teclado nuevo, por supuesto.

Pasa lo mismo cuando cuando uno es joven y tiene su propio desorden en su cuarto, y me refiero a propio porque no es que uno sea desordenado, que es perfectamente posible, sino que hemos ido dejando todo donde sabemos que lo vamos a encontrar cuando nos haga falta más tarde. Durante varias semanas vivimos es nuestro caos controlado/paraíso personal** en el que todo tiene su lugar y nosotros lo sabemos... hasta que un día llegas de la universidad y tu madre te dice que te ha ordenado el cuarto mientras estabas fuera, que ahora está mucho mejor que antes, y tú ya empiezas a tener sudores fríos cuando ves que la pila de apuntes que llevabas preparando ese mes ha desaparecido sin dejar rastro.


En ese momento uno se ve dividido entre agradecerle a su madre el esfuerzo y preguntarle con lágrimas histéricas en los ojos dónde ha puesto todo lo que falta en el escritorio, más que nada porque sabe de antemano que la respuesta puede ser perfectamente "lo he tirado, ¿era importante?", así que optamos por la opción de la búsqueda personal para ir viendo las nuevas "mejoras". El poco optimismo que pudiéramos tener se nos va en cuanto comprobamos que tras la "actualización" ya no somos capaces de trabajar como antes... o en absoluto: las opciones más recurrentes para nosotros ya no están en su sitio o han desaparecido completamente; nuestra clasificación de documentos ya no nos sirve porque no tenemos referencias anteriores a las que atenernos, principalmente porque no están a la vista; y ya no nos sentimos cómodos con tener que volver a aprender a trabajar donde antes lo hacíamos de buen grado. Pues bien, lo mismo pasa con los programas del ordenador.


El caso es que cuando hacen esas repentinas, y en muchos casos obligatorias, "innovaciones" de lo que llevaba años funcionando perfectamente, supuestamente en pos de una mejora del propio programa base, llega un momento en el que todo deja de funcionar correctamente***, ¿cuál es la verdadera razón de todo esto? ¿Acaso si un producto ha dado un rendimiento excelente durante más tiempo del esperado la propia empresa tiene que boicotearlo para que la gente siga comprando nuevos que duren cada vez menos progresivamente? ¿Por qué tienen que disfrazarlo de opción a la mejora cuando es un atentado obligatorio a lo que nosotros considerábamos como cómodo y funcional? La economía de las grandes empresas da miedo... o asco, no sé exactamente cuál me da más.

*De hecho, a día de hoy todavía no sé cómo realizar algunas de las acciones que antes eran obvias para mí. 
**"Mi desorden es mi orden" me dijo uno en una ocasión... o quizás fui yo con un tinto de más.
***¿Alguien dijo obsolescencia programada?