miércoles, julio 22, 2009

Botella de agua


Mientras estaba en la autoescuela he hojeado el tema de hoy del código vial: "Tema 6: Transportes de personas, mercancías y cosas". ¿Y qué son "cosas"? ¿Extraterrestres? ¿Espíritus? ¿Amy Winehouse?

ATROPELLOS

Hoy, como todos los días que lo hago, he salido a correr un ratico para mantener mi forma humana y no parecer un cubo gelatinoso con setas de estar tanto tiempo en casa. Ya cuando iba de camino a la Avda. Mediterráneo vi a un chaval (que probablemente habría entrado ya en la veintena) esperando en un paso de peatones botando un balón, concretamente parado en la segunda línea del paso de peatones, haciendo que los conductores tuvieran que esquivarlo hábilmente para no llevárselo por delante. Por lo visto lo de botar el balón te incrementa la capacidad de concentración increíblemente porque el chaval no parecía enterarse de nada, tendré que probar en las próximas elecciones antes de los exámenes.

Pues bien, a la vuelta de mi recorrido, o sea, cuando ya era un sopa de pollo frito, me paré en un paso de peatones por puro reflejo justo antes de darme cuenta de que estaba verde para los peatones, así que procedí a pasar. Me dio por mirar los coches mientras cruzaba y vi el típico coche de niña de padre con pelas pero que es más ordinaria que un traje de folklórica fluorescente, la niña iba oyendo su música, preparándose para reanudar su marcha, y aceleró con intención de pasar justo cuando yo estaba por su altura... y hasta ahí recuerdo. No sé qué ocurrió después pero lo puedo explicar fácilmente: el conductor de los mandos de mi cuerpo salió corriendo de la cabina de control para buscar ayuda así que el piloto automático tomó las riendas y presionó únicamente dos botones, saltar y agacharse. Por eso lo siguiente que recuerdo es volver en mí estando sentado encima del parabrisas del coche en la misma posición que Spiderman y pensando "¡Joer, me estoy quemando las manos de lo caliente que está el motor!".

Cuando recuperé el control me bajé del coche y vi la blanquísima cara de sorpresa absoluta que tenía la conductora... cara que le cambió a rojo refulgente en cuanto se dio cuenta de que no me había pasado nada y estaba bien. Me soltó una retahíla de insultos que no vienen al caso todos referentes a que le había pisado el coche y que me iba a enterar, pero entonces un hombre mayor que había visto la escena le calló la boca verbalmente con la misma contundencia que si le hubiera dado con un ladrillo en los dientes a la voz de "¡¡¡IMBÉCIL!!!" (que yo pensé que iba dirigido a mí, a todo esto). En cuanto le explicó a la chica, con la misma amabilidad que un nazi le explicaría a un judío dónde podía meterse los derechos humanos, lo que podía haber ocurrido por su imprudencia, la chica no fue capaz de hablar en el resto del monólogo, principalmente porque el otro gritaba más. Yo cometí el error de mediar por ella bajo la bandera de "bueno, pero no ha pasado nada", a lo que el señor me respondió "¡pero es que los peatones tenemos derechos!"... en mi opinión, todas las personas tenemos derechos sean peatones o no, pero estaba más turbado que nunca como para discutir.

Le intenté explicar al señor que, aunque probablemente mereciera la muerte por inhalación de Channel 7, la chica no me había hecho nada, así que el hecho no tenía más relevancia. El señor me señaló, a un tono tan alto que las acciones de Microsoft sintieron envidia, que eso no se podía permitir, a lo que yo respondí que para eso están los policías y que no podemos tomarnos la justicia por nuestra mano. Su última respuesta antes de darme la espalda e irse fue que "los policías sólo están para cobrar a final de mes"... pues igual que todos los oficios, supongo, pero lo más importante era que hacía un buen rato que la agresora se había escapado. No me fijé en la matrícula, la verdad, me despisto bastante cuando me intentan atropellar y no presto atención a las cosas, pero para la próxima ya sé lo que tengo que hacer: no cruzar si veo a una flamenquera al volante.

Epílogo:
Una vez aclarado el tema con el intento de atropello y el inminente linchamiento que el señor mayor podría haber empezado, me dispuse a terminar de cruzar la calle. Iba mirando hacia atrás por si el señor me decía algo más y por si algún otro coche venía en mi dirección (que una vez es casualidad pero dos ya es estadística) así que empecé a tomar carrerilla para llegar cuanto antes a casa y preparame para la autoescuela cuando de repente recibí un golpe tremendo y caí sentado en el suelo. La culpa es de los semáforos, que se ponen en medio para que yo choque con ellos.

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