martes, enero 17, 2012

Mírame

Pienso en ti cada vez que me alejo de mí, cada vez que me quiero morir, desde el día en que tú me dijiste “tu carita es una rosa sin abrir”… Lo cual viene a ser que le dijo que tiene cara de capullo y la tía se quedó prendada de él. De verdad que no entiendo a las mujeres. (La canción me encanta, pero es mi vena de filólogo la que me lleva a que se me ocurran estas cosas).

HUEVOLUCIÓN

¡Oh, my God! ¡Me han dado dos huevos sin eclosionar en el Digimon Duskworld y no sé qué hacer con ellos! ¿Bastará una bombilla de flexo para que salgan los… ejem… ¿polluelos? ¿cachorros? ¿engendritos reptilianos mecánicos? …lo que sea que esté ahí dentro? Bueno, no hay prisa, que en el mundo digital no existe el oxígeno, así que no hay peligro de que se les pase la fecha.

No sé por qué me gustan tanto los juegos de criar bichos y las mascotas si yo en la realidad no soy capaz de soportar que un perro, por bonito que sea, se me eche encima de felicidad cuando me ve. Supongo que porque así me libro de tener que sacarlo a pasear o de darle de comer cuando lo necesite*, pero tampoco veo esos juegos como un sustituto de la mascota sino como un sistema de logros en el que conseguir los parámetros ideales es el objetivo (y sí, me estoy refiriendo a los Pokémon). El caso es que toda esa generación de juegos en los que se trata de conseguir materiales para cambiarlos por dinero y en los que luchas para que tus personajes se hagan más fuertes y con mejores ataques me encantan**, te valen para desarrollar una paciencia ante situaciones tediosas y recurrentes digna de un muro de hormigón. La pena es que muchos jefes de hoy en día suelen ir armados con mazos de hierro.

La verdad es que desde que hago un trabajo más administrativo me noto algo diferente. Vale que el hecho*** de que lleve camisa todos los días a trabajar ya es un cambio en comparación con las sudaderas que suelo llevar para dar mis clases, pero el tema es que ya no me molesta, lo cual sí es un cambio teniendo en cuenta el “fresh core” que hace últimamente por las mañanas en la parada de autobús. Esa es otra, ahora tengo que desplazarme todos los días hasta el trabajo[4] y tampoco me molesta, es más, casi me gusta el tener media hora de ida y de vuelta para leer o jugar o mirar las musarañas con total atención mientras llego a mi destino. Claro que, quitando las comidas, ése es prácticamente el tiempo libre del que dispongo al día debido a mi horario de trabajo, así que tampoco puedo quedar con mis amigos como hacía normalmente, pero el caso es que tampoco me está molestando demasiado, simplemente me he resignado a no verlos hasta el fin de semana[5]. Con todo, me sorprende estar llevándolo tan bien, siempre pensé que el trabajo de oficina me amargaría. A lo mejor es que me estoy haciendo mayor.

¿Es esto lo que se supone que es hacerse adulto? En ese caso, ¿por qué los que predican la supuesta madurez que debemos tener los jóvenes son los que más reglas se saltan y más frecuentemente? ¿Y por qué la manera de vestir es símbolo de madurez cuando algunos de mis profesores de la universidad venían a dar clase con camisetas de Batman? La verdad es que creo que es todo pantomima y apariencia para establecer diferencias con la juventud, pero lo que peor llevo de todo este asunto es tener que acostumbrarme a que los niños por la calle se dirijan a mí como “señor” [6].

*Lo peor que puede pasar en un mundo digital es que pierda puntos de vida, lo cual, a diferencia de en el mundo real, no es muy grave. No obstante, yo sé de algunos que cuando no me hacen la tarea sí que pierden puntos de inteligencia permanentemente.
**También conocidos como “Chinofarminggames”.
***Pteridium Aquilinum, por enésima vez.
[4] Ahora que lo pienso, todo el mundo tiene que hacerlo, excepto los que vivan en él, claro.
[5] Y a la mayoría tampoco puedo verlos los findes, pero supongo que no puedo hacer nada al respecto si prefieren estar con sus respectivas novias. La culpa es mía por ser el único soltero.
[6] Eso cuando no te dicen “sooosio”, “oye” o “tú”, claro.

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