domingo, febrero 19, 2012

Cantando

Viernes antes de almorzar una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que cocinar. Así cocinaba, así así. Así cocinaba, así así. Así cocinaba, así así, así cocinaba que yo la vi… y no la ayudé. Bueno, el menú fue bastante sencillo: Salchichas y huevo fritos con arroz de grano redondo cocido y pacmans naranjas, todo cubierto de salsa de tomate. Cuando menos curioso.


MEDICINAS Y OTRAS LOTERÍAS

El jueves casi me ahogo tosiendo por a saber qué razón ha decidido mi garganta. De hecho, me mareé por no poder respirar durante unos segundos* a causa de la tos continua, el cuerpo simplemente no me reaccionaba y no podía tomar aire porque el impulso de mis pulmones era expulsarlo. La verdad es que lo pasé bastante mal, ya no sólo por eso de estar enfermo, sino porque por culpa de los síntomas no pude dormir bien y me acosté bastante tarde entre levantarme a beber agua y echar los pulmones por la boca… aunque no literalmente por suerte para mí. Total: al día siguiente amanezco más cansado que el anterior y con unas ojeras a juego, lo cual viene a ser casi mi día a día pero hoy de marca.

El caso es que, viendo que peligraba mi integridad física, y eso sí literalmente, cuando acabé las clases de la noche me acerqué a la farmacia más cerca a pedir algo para calmar la tos. “Lo siento. Esto no es una farmacia, es una parafarmacia”. Ajá, y ¿cuál es la diferencia? Porque si algo tan sencillo como dejar de toser perrunamente queda fuera de vuestro alcance no sé por qué ponéis la misma cruz verde en la puerta. En fin, que servidor sale conforme entró** y va a probar suerte con la farmacia que había dos calles más allá del burdo intento que acababa de visitar. “¿Algo para calmar la tos seca, por favor?” “Sí, tómese esto cada 8 horas con el estómago lleno”. Tras la transacción comercial de 15€ sin pestañear me dirigí a mi casa a cenar tranquilamente, si me lo permitían mis pulmones, y probar el mejunje que había dado esa chica tan complaciente que había detrás del mostrador.

Nada más tomármelo me dio la tos otra vez, a lo cual yo pensé que “efectivamente es un jarabe para la tos, porque la provoca instantáneamente”***, pero confié en el prospecto y dejé actuase durante la noche. Tras otra noche maravillosa de hacerme mistos los pulmones, me levanté esta mañana deseando introducir vía rectal el bote de jarabe a cierta farmacéutica que probablemente obtuvo el título en una tómbola de pueblo, además, me sentía acelerado e inconforme con todo lo que me rodeaba y no podía evitar exasperarme por los detalles más nimios. Resultado: el jarabe no sé si hará algo con la tos, pero respecto al ánimo del paciente parece que haya venido un pulpo con Parkinson a tocar todos los botones posibles para activarlos. No me extrañaría que este post fuera consecuencia de dicho potingue.

*Que a mí se me hicieron eternos.

**Sí, de espaldas a la calle.

***Y para los maniáticos de la limpieza diré que es maravilloso toser justo cuando estás intentando tragar un líquido en el salón de tu casa.

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