miércoles, febrero 09, 2011

Patchines

-Oye, ¿no vas a ayudarles?
-No, qué va. A decir verdad, me da igual lo que les ocurra... Se... reprodujeron por su cuenta sin contar conmigo.
-Deberías afrontar la realidad.
-¡Un quinto premio es lo único que han sido, un triste quinto premio! ...Snif... ¿Puedes llegar a entenderlo?

...¡Pero son tan monos! ¡Y te permiten convertirte en el megadestructor del mal Zarbios cuando te fusionas con ellos, famoso por mojar las bolitas de pulpo frito en la salsa de soja sin mirar! (Sí, he vuelto a ver la serie).

LA RESPUESTA

Se levantó mal esa mañana, no por haberse levantado de forma incorrecta sino porque se encontraba mal, pero no por no saber localizarse adecuadamente sino por no sentirse bien, aunque eso no era por no poder tener una percepción completa de sí mismo sino por... bueno, ya sabéis lo que quiero decir: que estaba malo, aunque no porque no tuviera buen sabor sino por enfermedad, y eso le estaba pasando factura más rápido de lo que esperaba. La jaqueca se cernía sobre él esperando el momento más inoportuno para atacar y él se lo temía; la congestión estaba ya presente, molestando todo lo que podía; y los ojos le lloraban como si acabara de ver "La lista de Bambi es bella" en pantalla panorámica: todo indicaba que estaba resfriado y que aquello era inevitable, así que lo mejor era llevarlo con dignidad... la pena fue que dignidad dijo que no lo quería para nada, así que se lo tuvo que quedar él y llevárselo a trabajar.

Al llegar a su trabajo se puso a firmar unos documentos y la recepcionista le preguntó que qué tal estaba.
-Bien, bueno, un poco fastidiado con el resfriado pero lo normal.
-Ah, pues serás el único - dijo una voz de su izquierda.
Levantó la mirada del mismo modo en que el antiaéreo de un portaaviones se prepara para cumplir su cometido: lenta pero inexorablemente y buscando a su objetivo y futura víctima. La otra voz provenía de la señorita Rottermeier encarnada en una profesora borde y que se deleita en hacer astillas del árbol caído. Por suerte para él, no la conocía de nada.
-Pues sí, de hecho nadie más en el mundo se resfría, ¿verdad?
En su mente escuchó el sonido de amartillar un arma.
-Yo por supuesto no, claro. Si es que la gente ya no sabe ni lo más mínimo de cuidarse. Fíjate, yo me tomo mis medicinas para evitarlo, que siempre es mejor prevenir que curar, y mírame: fresca como una rosa.
-Sí, pero del desierto, porque estás ya un poco fósil, hija. Yo soy más de tomar fruta en vez de tanta química, que luego, de tanta medicina, no sirven ni las aspirinas y se satura la seguridad social por culpa de la automedicación, y ya que sabes tanto tantísimo de todos los temas habidos y por haber lo menos que podías hacer es aprender a no escupir lo primero que se pase por las neuronas, que a lo mejor alguien, que no digo que vaya a ser yo, tiene poca paciencia o lo pillas mal y te responde de la forma más borde que se le ocurra por haberte metido donde no te llaman y de la manera más maleducada que existía para hablar de alguien que no conoces y que además está presente. Pero ya digo que sólo te estoy aconsejando por si te pasa alguna vez.

Y después de dejarla más seca que la mojama con semejante respuesta, terminó de firmar su nómina y se dispuso a empezar su jornada... Y no sabía la razón, pero se sentía mejor. Si ya lo decía Fernando Tejero en "Cachorro": "La mala leche es curativa".

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