martes, mayo 15, 2007

The Legend of ALSA



Jajejijoju, qué fuerte los de Alsa que hacen autobuses temáticos del Zelda (y quizá sin saberlo). Lo más gracioso del asunto será que estarán pensando "vamos a hacer un diseño original, que nadie haya utilizado antes: tres triángulos amarillos sobre un fondo azul ". Si se enteran los de Nintendo será el despiporre...

THE ALSA WITCH PROJECT

Pues el nombre lo tiene muy bien merecido la hija de mi vida que vende los billetes de bus en Salamanca, aún cuando la culpa no sea completamente suya. El caso es que me iba de fin de semana a Oviedo (o esa era mi idea) y, como chico previsor, compré el billete el martes. Cual y cuan fue mi sorpresa cuando descubrí horrorizado que justo al día siguiente Gijón convocó una huelga de transportes (buses y camiones) y que mi bus no salía por ella misma razón. "¡Cáspita!" - exclamé, porque decir que evacuaba en sus difuntos quedaba un poco hardcore - "¿Y entonces como llego yo a Oviedo?" Estaba claro que mi billete me lo reembolsaban o les ponía una reclamación, así que la chica me sugirió que cogiera un bus hasta Valladolid y que allí me recogieran en coche. Atónito, me pregunté si me había tomado por retrasado mental (sin ánimo de insultar a tales personas, sino más bien a ella) y le respondí que a Oviedo tenía que llegar sin contar con nadie, así que tendría que ser en tren (porque el jet privado salía un poco caro, más que nada por el champán).

Pues bien, ahí me teneis, esperando al bus para Valladolid con la esperanza de que llegase a su hora para coger el tren que saldría sólo diez minutos después de que yo llegara allí. Además, para rizar el rizo más aún, no podía comprar el billete por teléfono porque RENFE no permite reservas dentro del mismo día, con lo cual estaba rezando porque no hubiera nadie en la cola. Como suele ocurrir cuando sigues el consejo de las prisas, todo sale mal de primeras. Puse mi bolsa en un bus que no era el mío, así que tuve que esperar a que viniera para recoger mi equipaje antes de que saliera (no fuera que mis cosas aparecieran en Bilbao, como estuvo a punto de pasar). Total, tantas prisas para nada porque el bus que tenía que coger yo llegó al andén ("y luego" en inglés, ja) veinticinco minutos tarde. Resultado: como no iba a llegar a coger el tren a tiempo, me quedé en Salamanca.

Volví a casa agotado tanto física como moralmente por culpa de los nervios. Me comí la empanada que había comprado para el viaje y me aislé del mundo hasta el día siguiente, que me levanté a las siete menos cuarto sin apenas haber dormido, no sé la razón, para coger el bus a Valladolid de las ocho. Una vez allí, fui hasta la RENFE, compré mi billete de tren, que salía cuarenta y cinco minutos más tarde (que utilicé para desayunar) para Oviedo. Tren, digo, tres horas más tarde y tras agotar las pilas del emepetres, llegué a Oviedo, donde el buen tiempo se había cebado con sus habitantes y decidió que conmigo también, como la estadística. Mi chiqui me tuvo una hora esperando al sol, pero cuando la espera vale la pena no ha lugar enfadarse (al menos, no mucho).

Epílogo: Aún estoy en Oviedo. ALSA desconvocó la huelga el domingo a las doce de la noche tras conseguir un veintiuno con veinticinco por ciento de aumento de sueldo durante cinco años, con lo que me tuve que perder las clases del lunes, que resultaron ser las últimas del curso. Sin ninguna prisa aparte de estudiar, cosa que podía hacer perfectamente porque me traje los apuntes, decidí tomarme un par de días más para estar en buena compañía. Si lo que no me pase a mí...

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