jueves, agosto 25, 2011

Delicatessen

Pues sí, ya hay todo tipo de sabores hasta para los electrodomésticos, por eso los sacan de la gama verde (como las lechugas). Éste debe de ser uno de esos yogures que mejoran el tránsito intestinal, por eso que de que tiene que estar que te cagas (en todo) cuando lo pruebas, pero lo mejor es la nota que vi a pie de foto.

CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA (I KANT)

Desde que el hombre es hombre, siempre ha pretendido que los demás se atengan a lo que tenía que decir como si de un mantra se tratase. Esto tenía como objetivo subir en prestigio socialmente, pero también el mero hecho de que nunca se cuestionasen sus actos fueran cuales fueran estos para no tener que justificarlos, lo que también les hacía ganar simpatizantes aprovechándose de esa fama. ¿Qué pasaba cuando todo apuntaba a que el gran sabio que nunca se equivoca había leído las profecías con el ojo izquierdo esa mañana? Pues que siempre existía una razón cósmica que nunca pasaba excepto cuando pasaba que daba la casualidad que había intervenido en esa profecía... o que era culpa de alguien que casualmente estaba por allí. Esto último, aunque parezca mentira, se sigue practicando a siglo XXI bajo el yugo de la frase "no he dicho que fuera culpa tuya, he dicho que lo va a ser", y con la crisis todavía viene a ser un poco más radical, pero ese es ya otro tema.

Ya sabemos las consecuencias y, por tanto, las razones que impulsan a tener la posesión de la verdad absoluta, pero ¿por qué ese afán de esgrimir lo que hemos oído de otro como verdad cuando no nos es posible comprobarlo? Cuántas veces se han dado discusiones con la protesta "pues lo ha dicho no-sé-quién que es no-sé-qué", como si los expertos nunca se equivocasen por las razones más absurdas*, y aún así hacemos nuestras afirmaciones que abogamos como nuestras a pesar de que no lo son. La cara que se nos queda cuando comprobamos que una "verdad universal" nuestra no lo es tanto es digan de ser retratada, pero creo que ese cúmulo de sensaciones nos nubla el pensamiento y nos impide las funciones cognitivas momentáneamente, lo que provoca algo parecido a cuando un ordenador se queda sin sistema operativo y empieza a emitir sonidos estridentes hasta que lo desconectas, sólo que a nosotros nos da la impresión de que estamos comunicando nuestro punto de vista entre tanto ruido.

Lo que está más claro que el agua es que el ser humano necesita... bueno, corrijo, NECESITA tener opciones, una como mínimo, en todo lo que hace o de lo contrario se frustra sin saber qué hacer como un niño perdido en un supermercado**. El resultado es que es imperativo que alguien nos diga lo que tenemos que hacer aunque no estemos de acuerdo para evitar la frustración de tener que decidir nosotros mismos nuestro destino, porque de ese modo no tenemos que admitir que somos los responsables de las penurias que pasamos a lo largo de nuestra vida: siempre es más fácil culpar a otro por decirnos qué hacer que admitir que no hemos hecho nada por evitarlo. Como consecuencia, todo esto nos lleva a esas conversaciones en las que uno defiende un punto de vista extremista con frenesí vikingo frente a los alegatos de los demás que intentan demostrarle que está completamente equivocado, pero lo hace porque está completamente convencido de que su punto de vista es correcto, al menos hasta que decide transigir y admitir su punto de vista como erróneo... para descubrir después que los demás estaban equivocados, pero él, que era el que poseía la razón y la verdad, era perseguido como en una caza de brujas.

De ahí que la búsqueda de la verdad se deba más a la aceptación social de una certeza que a la propia demostración de los hechos, desprestigiando en el proceso a aquellos que no siguen la norma de consultarlo todo antes de hacer ondear la bandera de su idea ¿No dijo un sabio "algo falso dicho por una persona es mentira, pero eso mismo dicho por mil es una verdad"? Pues yo digo que si la verdad universal depende de la opinión conjunta de un grupo de gente entonces es imposible alcanzar cualquier tipo de certeza en nada. ¿Ejemplos? Muy bien: plantearos que alguien que opine que las rosas son flores bonitas será etiquetado como proferidor de opiniones subjetivas y no se tendrá en cuenta por la posibilidad de estar equivocado, sin embargo, si esa opinión la aceptan mil personas a la vez se tomará como un dato completamente objetivo debido a que la estadística dice que hay un espectro considerable de acierto en tomarla como verdadera. ¿Qué diferencia hay entre opinión subjetiva y objetiva entonces? Realmente ninguna, sólo el número de personas que las comparten tanto en un bando como en otro, frente al cual azuzamos la lanza del "bueno, esa es tu opinión" cuando lo que oímos no nos agrada o no concuerda con lo que estamos dispuestos a negociar como cierto a fin de señalar la línea que separa ambos bandos de los tercios en rebelión.

En resumen, una opinión se toma como cierta únicamente por el mayor número de seguidores que tenga y la acepten antes que a otra. Por eso defendemos opiniones que no son nuestras a capa y espada, sólo porque ya son dos personas que opinan así contra una que está en contra de lo que nosotros pensamos, así que sí: opinar también es un acto de conciliación social que agrupa a la gente en tribus, igual que la música. Este mes estoy filosófico, ¿eh?

*Y que no tienen nada que ver con el horóscopo de ese mes, no.
**Y no penséis ni por un momento que los adultos no lloran ni patalean en según qué situaciones.

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