martes, agosto 09, 2011

Clarísimo

Bueno, un ejemplo de cómo el orden de los factores sí que puede alterar el producto... o el mensaje, en este caso. Aquí es necesario ordenar un poco las partes, pero se ve claramente que quería decir "Tú tú, se hace plástico barato con Garancia (que debe de ser su esposa o por el estilo, pero vaya tela de nombre)". Lo importante es que esta nota informativa tiene todos lo datos necesarios para comprenderla, lo que no tiene es coherencia ni cohesión ninguna con el verdadero objetivo de la misma.

Y ahora voy a satisfacer a los que tanto me han pedido que cuente esto, que así completo la segunda parte de la historia que empezó con La Peceida.

...Y LA ODISEA (1ª PARTE)

Como ya dije antes, este verano me propuse ampliar mis horizontes laborales y atreverme con algo que no fuera ser profesor por una vez. Se suele decir que más vale malo conocido que bueno por conocer, pero en este caso me habría quedado con el malo aunque hubiera sido el mismísimo Judas (sí, el de Lady Gaga), porque vaya experiencia tuvimos mi compañera y yo en lo que se suponía que iba a ser un dinero ganado sin complicaciones, y si no me lo decís una vez leído esto:

Todo comenzó el último domingo de junio, mi compañera iba a recogerme en coche para ir los dos al camping donde íbamos a trabajar y de paso conocernos un poco para ponernos de acuerdo con las actividades que había que hacer en nuestra estancia allí. Pues bien, lo primero en lo que estuvimos de acuerdo fue en que realmente no teníamos ni idea de por qué nos habían dicho de estar allí tres horas antes de la hora de llegada de los niños, pero como de todas formas teníamos que encontrar el sitio no había problema en irse antes, total, sólo encontramos DOS señales en todo el camino que indicaban la dirección del camping, ¿QUIÉN podría perderse con tantas indicaciones yendo por un camino desértico de montaña? Pues para colofón del asunto lo primero que nos dijeron, antes de "Hola, encantado" o algo por el estilo fue "¿No habéis venido un poco temprano?", que era más o menos el preludio y anticipo de lo que iba a ser nuestra semana allí, y realmente los tontos fuimos nosotros por no coger las cosas e irnos cuando todavía estábamos a tiempo.

Lo primero que se hizo en el campamento fue decidir las actividades que se iban a realizar durante el mismo, cosa que hicieron el director de la actividad y uno de los padres de los niños que iban a estar allí a pesar de que allí había mínimo tres personas más contándonos a nosotros, pero no importaba porque, según parecía, nuestra opinión no era importante tampoco. ¿Por qué? Pues porque nada más irse el director tras haber concertado todo el horario de actividades de la semana de campamento el padre nos dijo que iba a cambiarlo todo porque no le gustaban las actividades, dando lugar a que mi compañera dijera la frase que definiría los acontecimientos que tendrían lugar allí desde ese momento: "¡Esto es Hollywood!".

Acto seguido procedimos a preparar el acto de presentación en el salón de actos que actualmente tenían para esos actos, así decidimos que lo mejor sería ir a presentar nuestros respetos a los animadores del campamento por eso de integrarnos y no resultar extraños allí... y para poder utilizar el material y las salas que tenían disponibles, claro, así que buscamos a la líder de su comuna y nos presentamos antes ella. Nuestra intención era preguntarle si podíamos utilizar las instalaciones a pesar de que era obvio que sí, pero cuál fue nuestra sorpresa cuando, tras una docena de nos, ella nos dijo que no podíamos utilizar ni las salas, ni el material, ni ocupar la piscina, ni el césped ni el aire que estábamos respirando en ese momento, así que mejor nos buscásemos la vida*. Yo, como inocente e ignorante novato en ese campo laboral empecé a buscar alternativas posibles para hacer la presentación porque tomé como ciertas las palabras de la borde esa... digo, de la otra monitora, pero mi sensor térmico de proximidad me indicaba que mi compañera estaba empezando a echar humo a pesar de que no llevábamos ni cuatro horas allí**. A pesar de que la idea general era llamar a sus superiores para que le apretasen las clavijas al respecto, acordamos esperar a ver si se retractaba de sus palabras y acababa dejándonos usar lo que necesitásemos, lo cual no era incompatible con hacer lo que nos diera la gana con las instalaciones mientras tanto dado que ella no era la dueña del recinto y no podía impedirnos nada. El tiempo nos dio la razón, como ya se vería más adelante.

El primer día transcurrió sin incidentes, al menos para el resto del campamento, porque para mí no fue así. El acto de presentación fue bien y allí pudimos conocer a todos los que iban a estar con nosotros***. También nos pusimos de acuerdo para repartir los cuartos entre los padres y los monitores para que estuvieran todos más o menos vigilados por si pasaba algo y para hacerles los controles nocturnos, y sí, habéis leído bien aunque no tenían nada que ver con exámenes sorpresa: resulta que todos los niños del campamento eran diabéticos y había que llevar un control de los niveles de azúcar para que no les diera una crisis. Dicho esto, como no había responsable médico y tras firmar unos documentos que nos eximían de responsabilidades en caso de que se diera una emergencia, el padre encargado y autocoronado rey del campamento[4], al que llamaremos Alteza para no desprestigiar su nombre, declaró mediante edicto que habría que despertar a los niños a las 3 a.m. para hacerles una prueba de azúcar TODAS LAS NOCHES. Si a esto le sumamos que había que levantarse a las 8 todos los días pues tenemos como resultado que yo no iba a estar muy fresco ningún día, ahora bien, teniendo en cuenta lo que pasó la primerísima noche yo hubiera firmado ante notario el dormir sólo cinco horas.

Tras el día que habíamos tenido, con el viaje, las sorpresas de nuestra llegada, las luchas internas del campamento, mover el equipaje, preparar las actividades y convencer a los niños para que no incendiasen los cuartos, yo estaba frito por pillar la cama nada más llegar a mi cuarto y me hubiera acostado nada más cenar, pero tuve que hacerlo a la 1 de la madrugada. Sabiendo que me tendría que levantar dos horas después, intenté conciliar el sueño lo más rápido posible[5] a pesar de que oí movimiento en el cuarto de los niños un par de veces en ese tiempo, pero tenía el presentimiento de que algo no iba bien. Cuando el despertador me dijo que ya eran las tres, intenté que los niños salieran de su letargo del mismo modo que cuando reanimaba a los borrachos en la playa en San Juan: dándoles empujoncitos con la mano a la velocidad del sonido para que el movimiento les reactivase el cerebro. El proceso tuvo éxito con los dos primeros pero el tercero se resistía, así que encargué a los otros que lo despertasen mientras me encargaba del cuarto, pero pronto descubrí que éste estaba muy despierto y sin poder levantarse. Resultó que había tenido nauseas y vómitos desde que se acostó, pero que no me lo había dicho por no despertarme, cosa que aprecié pero que me pareció muy poco lógica teniendo en cuenta que yo estaba por si les pasaba algo, y yo le dije que se hiciera la prueba del azúcar igualmente por si acaso era eso lo que le estaba afectando. Bien, yo no era ni soy ningún experto en diabéticos, pero si me dicen que los marcadores normales están en 90-150 y este chaval me dice que tiene 514 creo que es lógico pensar que vamos a tener una noche movidita, más que nada porque el centro médico más cercano estaba a 40 minutos de coche; si a esto le sumamos que me dijo que se había inyectado 14 dosis de insulina para regularlo y que cada dosis suele bajar unos 50 puntos el marcador del azúcar pues tenemos que los sudores fríos ya me estaban viniendo cada dos por tres, porque las matemáticas no me salían; por si fuera poco, uno de los padres vio la luz encendida y se acercó a ver qué pasaba, y tuvo que su Alteza el que vino de los tres disponibles, aunque su ayuda fue inestimable: se acercó a mirar al chaval, me dijo que efectivamente estaba malo y se quedó cinco minutos por si mejoraba, cosa que no ocurrió, así que se volvió a su casa a dormir. Acordamos no avisar a los padres porque el chico dijo que eso era normal, que no teníamos que preocuparnos porque a él la insulina le afectaba menos que los demás y que al día siguiente se encontraría mejor... y a todo esto eran ya las 5:30 y yo estaba muy adrenalizado como para pegar ojo, así que puse al chaval en posición accidentado y estuve en duermevela toda la noche por si le volvía a dar otra vez. Por la mañana el chaval estaba bien, pero yo tenía los párpados pegados y no era capaz de moverme... hasta que me acordé de que había buffet libre en el desayuno y salí de un salto de la cama[6]. Y todo esto la primera noche, ¿eso era Hollywood o no?

*Parece que estoy exagerando su respuesta, pero tengo una testigo de que nonononono.
**El tiempo vuela cuando uno se divierte, por eso si a mí me preguntasen el tiempo que estuve de campamento sin mirar el calendario respondería sin dudarlo que fue un mes.
***Incluyendo tres padres que se quedaban para cuidar de los niños. ¿Imagináis cómo tiene que ser irse de campamento de verano con tus padres?
[4] Su primer acto como monarca fue ni más ni menos que decirles a los niños que ni mi compañera ni yo éramos figuras de autoridad y que todo tendría que pasar su supervisión sin excepción. No lo dijo con esas palabras exactas, pero te aseguro que eso fue lo que entendieron los niños al decirles que "estos dos sólo son monitores".
[5] Cosa que es imposible cuando te despierta hasta el ruido que hacen los gatos cuando pisan los chinorros de la calle.
[6] Mi padre me enseñó que si no puedes dormir bien al menos intenta comer bien.

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