sábado, marzo 26, 2011

Hellow, Bronquitis


Pues sí, queridos, he estado con bronquitis durante una semana entera y casi sin probar bocado. Todo ello ha repercutido en que he perdido un kilo y medio, he perdido el apetito voraz que tenía y he perdido las ganas de ir a trabajar y estudiar, no obstante tengo que cambiar ambas tres cosas* aunque la más difícil sea la primera de todas.

JUSTICIA KÁRMICA

Como era de esperar, tras la bajada repentina de las temperaturas cuando estuve en Madrid, y por confiado me llevé sólo una camiseta de manga larga, me puse más malo que la programación de Telefive durante... bueno, ya siempre, y por eso tuve que guardar cama unos días... que se convirtieron en dos semanas. Durante ese tiempo me libré de ir a clase algunos días, pero no pude evitar ir a trabajar ya que si no voy me lo descuentan del sueldo así que ahí estuve, al pie del cañón bronquitis en ristre y aguantando todo lo que me echasen. Así me puse luego, claro, que tarde una semana más en curarme de los disgustos. Pues bien, el caso es que, tras la primera semana de jarabes de tos, fiebre y sudar sin resultados favorables, decidí ir al médico a ver si tenía algo que decirme que no fuera "¡Aparrrta!", y curiosamente sí que lo tenía, pero tendría que esperar.

En la sala de espera estaba, evidentemente, el catálogo completo de mujeres mayores esperando su turno, así que yo les pedí la vez para saber cuándo me tocaba. Sorprendentemente, respondieron todas al unísono lo mismo así que sería verdad ("el último"), pero inmediatamente después llegó otra señora con un poco de mal aspecto. Tras sentarse, me pidió que la dejara entrar a ella antes ya que sólo iba a enseñarle unos análisis al doctor y no le llevaría mucho tiempo. Como íbamos los dos seguidos la verdad es que tanto me daba, que total, yo estaba echando los pulmones por la boca pero al menos lo llevaba bien, así que no me importó cederle el turno. Pues bien, cuando le llegó el turno a la mujer esperé pacientemente a que saliera; como vi que no salía, encendí la DS e intenté capturar un Jellicent, pero descubrí que es mucho mejor capturar la preevolución de ambos géneros y hacer que pongan un huevo para criarlo desde nivel 1; como seguía sin salir, apagué la DS y me puse a leer el libro que empecé el año pasado y que aún no he terminado; y como aún así seguía sin salir, cerré el libro y empecé a maldecir en arameo para mis adentros. ¿¡Es que estaba aprendiéndose de memoria cada cifra o qué!?

Al salir, la mujer me miró y se fue sin decir nada, ni las gracias, a lo que yo me prometí interiormente que si volvía a encontrarme con esa señora y me volvía a pedir el turno le recordaría que me había tomado por tonto cuando lo que estaba haciendo era ser educado, que si tenía que entrar antes que yo no pasaba nada pero que no me mintiera diciendo que iba a tardar cinco minutos cuando fueron tres cuartos de hora, y que si no estaba en urgencias tan grave no sería. Tras eso me calmé y entré en la consulta, el médico me estaba esperando y yo le conté mi situación**. El médico me mandó (o manduvo) una radiografía de los pulmones para asegurarse de que si estaba tosiendo era por algo y no porque quisiera ir a la moda, me quitó el jarabe para la tos porque era evidente que no me hacía nada, me recetó una medicina para soltar todos los líquidos del cuerpo en orden alfabético y otra como guarnición, me echó la bronca por no ir antes y tomar cosas que me mandan en la farmacia y me dijo que volviera la semana que viene "a ver cómo estaba"***. También me quiso dar la baja en dos ocasiones pero yo le dije que no era mi tipo.

Tras una semana de soltar mucosidades y guardar cama cuando me lo permitía el trabajo, volví a la consulta del médico para enseñarle las radiografías y que viera, ejem, cómo estaba. El azar del destino quiso que la mujer a la que yo le había cedido el sitio la vez anterior estuviera esperando allí y su turno iba justo delante del mío. Dudé un poco, puesto que realmente no tenía ninguna necesidad de acabar antes, pero mi instinto justiciero me hizo comprobar si esa persona era capaz de hacer lo mismo que antes habían hecho por ella, así que le pedí que cambiase su turno por el mío, que no iba a tardar nada y que así no tendría que esperar tanto. Para mi sorpresa me dijo que sí, aunque con cara de resignación, como si le hubiera llegado una letra del banco que sabía que tendría que pagar tarde o temprano. Me sentí mal por ello, por haber dudado de su honestidad y por haberle hecho pasar un mal rato, así que me propuse cumplir que realmente fueran cinco minutos****.

Dicho y hecho: el médico me oscultó***** y me dijo que ya estaba todo perfecto, que no hiciera locuras esa semana y que acabase con la medicación. No me quedó muy claro si se refería a que me la terminase o a que fuera a poner bombas en los laboratorios que las fabrican, pero elegí la primera opción y salí de allí. Antes de irme le di las gracias a la mujer y me fui a casa a descansar un rato. Es curioso cómo no puedes llevarte mal con nadie porque lo mismo te lo vuelves a encontrar... con los papeles cambiados.

*Porque yo lo valgo.
**Médica, no laboral ni emocional, que para eso no hay confianza (aunque sí para que me pida que me desnude de torso para arriba).
***"Tómate este compuesto que me acabo de inventar y ven la semana que viene, a ver cómo estás".
****El ser egoísta es como la cerveza negra para mí: sé que existe porque me lo demuestran otras personas, me encantaría que me gustase, pero me siento mal cuando lo pruebo.
*****Pero yo me escontré rápidamente.

No hay comentarios: