sábado, marzo 06, 2010

Spring comes


...Que es básicamente lo que ocurre cuando la primavera se toca mucho. Hemos tenido una etapa de monzón (por el monzón de agua que ha caído más que nada), hemos tenido una etapa de grajos bajos (porque ha hecho un frío del carajo), hemos tenido cambios en las mareas termodinámicas (o sea, ola de frío + ola de calor = resfriado al canto), y parece que al fin vamos a tener cerca el final del invierno, lo cual molaría un montón si no hubiera sido tan incisivo. Pero antes...

UN FRÍO JUEVES DE MARZO (EN LA UNI)

La gente suele odiar los lunes porque es el primer día de la semana y no nos apetece ponernos a currar otra vez, otros suelen odiar los miércoles porque están a la misma distancia de lo que hiciste el finde pasado y lo que podrás hacer el que viene, pero yo sin embargo odio los jueves porque para mí son como hacer la mazmorra entera de D&D con un mago de nivel 1 y sin posibilidad de descansar. De muestra un botón:

Me levanto por la mañana a una hora variable entre las 7:30 y las 8 dependiendo del despertador que haya puesto ese día. Tras vestirme, arreglarme y haber aspirado el aroma del desayuno desde la puerta de la entrada (porque no me da tiempo), corro hacia la parada de bus para que no se me escape y tenga que esperar media hora más... cosa que es prácticamente inútil porque el bus siempre viene abarrotado de gente y hay que elegir entre integrarse o ir contracorriente (o te "integras" dentro de la lata de sardinas o recorres la calle en dirección contraria al tráfico para coger el bus una parada antes). Hagas lo que hagas siempre tendrás que esperar tus maravillosos veinte minutos a la rasca mañanera que suele hacer en esa calle, eso suponiendo que el conductor no pase directamente de la parada porque va muy lleno, claro, y esto es sólo el principio del día.

Una vez en la uni me meto en la clase de Teatro Griego, una mezcla entre la historia de 300 y el circo de Miliki (porque sólo le falta decir "¿Cómo están ustedes?" al empezar). Bueno, la clase está estipulada en dos horas máximo, así que tras dos horas y veinte minutos de monólogo el profesor considera que ya es hora de irse y huyo hacia la próxima asignatura. En esta asignatura, que se supone que va de Literatura Norteamericana, el profesor (varón) sacó a relucir el maravilloso tema de que las mujeres son genéticamente más inteligentes que los hombres, a lo que todas las chicas de la clase dijeron que sí, por lo que el profesor delegó su responsabilidad de mantener la conversación que él mismo había empezado y ellas pasaron a mirar al aparentemente único representante masculino de la misma, o sea, a mí, con ojos de "se va a enterar, somos muchas contra él". Yo, que estuve en plena ensoñación sobre cómo subir una bruja no-muerta en la Vega de Tuercespina durante la mayoría del tiempo, dije estaba de acuerdo y fin de la conversación. Las chicas intentaron sacar el tema otra vez pero como dos no se pelean si uno no quiere, pues cero al cociente y pasamos a la clase siguiente. Mi última clase de los jueves va de Gramática Inglesa versión Hardcore con Mr. Bison en modo Metal y con la estrella cogida. ¿Por qué digo eso? Bueno, pongamos que fuera una clase de matemáticas en la que te tienen que enseñar a sumar. Si ya de entrada el profesor se enfada porque nadie sabe sumar de antemano es malo (aparte de absurdo, porque para eso vamos a clase), pero cuando te dice que a partir de la suma hay que hacer divisiones pues ya rozamos los límites de Carmele yendo a Eurovisión. Que no digo que no se pueda, lo que digo es que ninguno hemos nacido sabiendo ni con la licenciatura en la mano, las cosas como son.

Después de que el profesor se cause una baja por depresión a sí mismo, voy hacia el comedor universitario a ver qué sustancia comestible me ofrecen hoy. Normalmente hay cuatro posibilidades de las cuales tienes que, o al menos deberías, elegir dos (porque te las van a cobrar igual las cojas o no), así que tengo para elegir entre un gazpacho sólido, granulado y amarillo que han denominado como "paella" (pa la que cocina, más bien), un revuelto de algo verde con huevo no demasiado hecho (pero muy educado porque me saludó antes de irse de mi plato), ensalada de patatas con alcachofas (magnífica combinación para una ensalada) y una sustancia líquida que no soy capaz de identificar (lo prometo). Elijo dos de las tres primeras y me las llevo a la mesa. Me toca sentarme solo como los empollones de las pelis americanas pero no pasa nada porque el revuleto se ha hecho amigo de la "paella" y me están contando cómo se conocieron.

Moraleja: A mí me pueden decir que la etapa de estudiante es la mejor de todas pero no sé por qué eso siempre me lo dice gente no tiene ni idea de lo que le hablo cuando le cuento estas cosas.

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