martes, mayo 05, 2009

The Legend of Maripuri


Parece que la Trifuerza está presente hasta en el desayuno: Té de leche, tostadas con mantequilla y un vaso de agua.

BOTELLAS

¿Quién no ha jugado alguna vez con la espuma de los refrescos al echarlos en el vaso de tubo? El que más y el que menos se ha quedado calculando cuidadosamente cuándo parar de echar líquido como si el futuro de las matemáticas dependiera de ello. Total, ¿para qué? Si al final acabamos poniendo el dedo en el borde porque nos hemos pasado (de listos) y sufriendo como si nuestro equipo estuviera en penaltis.

¿Por qué el tamaño de las botellas ha ido disminuyendo con el paso del tiempo? No hace tanto que un refresco venía en botellas de medio litro, ahora te ponen un quinto y es como si te estuvieran vendiendo oro líquido así que intentamos llenar el vaso con el mayor cálculo y cuidado posible para aprovechar la bebida todo lo que podamos... hasta que descubrimos que no tenemos paciencia para ver cómo se vacía el refresco en el vaso a la velocidad del desarrollo de una berza y acabamos buscando servilletas o lanzando los morros sobre el vaso como si nos hubiera prometido sexo gratis.

El caso es que está ya todo estudiado: Las botellas de refresco llevan la cantidad exacta que cabe en un vaso con dos hielos y algo de alcohol (no necesariamente de quemar) e incluso aunque nos pasemos y se nos derrame la espuma queda a la altura perfecta para que siga siendo un cubata decente. Por eso mismo da igual cuántos cálculos trigonométricos hagamos respecto a la cantidad de espuma y su desbordabilidad, siempre acabamos poniendo el dedo en el borde del vaso porque nos mola arreglar la situación cuando ya no tiene remedio y darle un beso después (al vaso, no al dedo). Por eso nos ponemos cariñosos cuando bebemos, porque un beso húmedo calienta a cualquiera.

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