viernes, septiembre 26, 2008

Neuva Temporda


Esto es básicamente lo que pasa cuando uno contrata a una nueva empleada en la tienda y le dejas a tu hija de seis años que haga el cartel para anunciárselo al mundo. De todas formas, esa debe ser prima de la rusa Niahora Ninunka.

FIN (ALETA EN INGLÉS)

Tras un periodo de exámenes exhaustivo en el que la única queja que tengo realmente es la falta de sueño, uno decide que es hora de tomarse un descansito en algún rincón perdido de España para no aborrecer (más) la habitación en la que tantas toneladas de apuntes todavía residen (evil) ...Eso suponiendo que tu madre no haya aceptado sin consultarte una invitación de boda que hacía meses que llegó y la cual tú no viste ni por asomo. ¿Por qué las mujeres odian el término "novios" pero morirían por tener su boda? ¡Si es que es como intentar hacer pan sin decir que le has echado harina!

Así que ahí estaba yo, vestido de pingüino a rayas y con corbata en una boda en la que el 80% de los invitados no me conocía y el 18% no me reconocía (el otro 2% eran mi familia, más o menos) y metido en una iglesia cerrada a cal y canto por la que la brisa en vez de correr se arrastraba. Sería para que no pasásemos frío, cosa que consiguieron porque creo que había 40º ahí dentro, y cuando todo el mundo estaba pensando lo mismo, la persona que menos se esperaría que lo dijera comenzó la misa pensando en voz alta: "Orad, hermanos, para que este sacrificio sea agradable" ...Pues por definición, señor cura, un sacrificio no puede ser agradable, si no vaya sacrificio ese. "Me voy a la playa a hacer penitencia, que a esta hora hace mucho calor y me puedo bañar".

El caso es que, tras un rato de sermón con todas las letras pronunciadas en un tono de voz completamente átono que dormiría hasta a Sánchez Dragó, la trifuerza de calor incómodo extremo y aburrimiento supino se completó con la incorporación de los cánticos religiosos en cada intermedio del monólogo. Quizás yo seré un poco tradicional para esas cosas, pero me parece que poner a un cantaor flamenco a decir el padre nuestro y el ave maría es algo para lo que mi mente no estaba preparada. Sólo hubo un rayo de esperanza que evitó mi suicidio neuronal, que fue cuando los testigos tenían que subir al altar a leer un texto, cosa que algunos hicieron al estilo "dos de patatas grandes, una chisburger, una fanta..." y así pude resistir hasta el final de la boda. Eso sí, la chaqueta fue voleada justo al salir fuera otra vez, una cosa es ser mártir y otra es ser imbécil.

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