Bueno, lo logré: he conseguido firmar el alquiler del piso con unas buenas condiciones para ambas partes y ya he cogido las llaves del mismo. No obstante, lo que más va sorprender a unos que yo me sé no será eso, es ni más ni menos que he llegado increíblemente puntual a la firma hoy, y de ahí el post de hoy.
PUNTUALIDAD
Todos los días me levanto una hora antes para coger el autobús y llego un cuarto de hora antes al trabajo. Mis alumnos se conectan diez minutos tarde a la clase y suelen tardar otros diez o quince en hacer los ejercicios que deberían haber traído hechos para ese día. El monitor de allí suele hacer que la clase dure media hora más de lo previsto y yo siempre salgo diez minutos más tarde de lo que debería salir si quiero coger el autobús a la hora que se supone que llega, pero, por suerte para mí, éste siempre se retrasa diez minutos o más.
Llego a casa de mis padres veinte minutos antes de lo que llegaría su hubiera ido a trabajar a la universidad porque el autobús que yo cojo suele hacer un receso de quince minutos para adecuarse a la hora de salida, sin contar las paradas, que también alargan el trayecto más de la cuenta. Mi madre aún no ha preparado la comida a pesar de que se ha levantado dos horas antes de lo normal para estudiar porque va con retraso en las entregas de los trabajos, así antes de que sea más tarde me encarga que baje yo a la tienda a por lo que le hace falta, pero como ya llego diez minutos tarde al cierre me toca ir al mercado central.
Comemos media hora tarde porque mi padre y yo nos hemos puesto a trabajar cada uno en sus cosas* para pasar el rato y no hemos oído el aviso de mi madre. Si me entretengo leyendo antes de ir a trabajar, acabo saliendo quince minutos más tarde de lo que suelo salir cuando quiero tener tiempo para hacer fotocopias y coger los libros que voy a utilizar, por lo que me toca encargarles un ejercicio de última hora y empezar la clase cinco minutos tarde mientras me encargo de preparar las copias que necesito. A veces la fotocopiadora tiene “tonerpausia”, así que suele tardar el doble en sacar los folios, por lo que me retraso otros cinco o diez minutos, pero los alumnos suelen tardar también más en hacer los ejercicios cuando no estoy, así que siempre llego unos minutos antes de que terminen.
Aunque las clases suelen empezar un poco más tarde de la hora establecida, los alumnos siempre quieren salir antes de la hora, así que solemos hacer algún juego para que los últimos diez minutos se les pasen rápido. Lo malo es que se suelen emocionar con los juegos que pongo y acaban saliendo diez minutos tarde para ver quién gana, así que la siguiente clase empieza diez minutos más tarde, y así sucesivamente. Los mayores suelen ser al contrario en ese aspecto porque yo siempre llego a sus clases quince minutos antes o más, por lo que yo ya estoy allí cuando ellos llegan, y a pesar de eso siempre salen más tarde que los niños, supongo que porque están concentrados como la lejía. El caso es que esto me hace llegar a mi casa media hora después de la hora de salida del trabajo a pesar de que tardo menos de quince minutos en recorrer esa distancia, lo que me lleva a que ceno una hora más tarde y me acuesto media hora después de lo que mi médico me aconsejaría.
Viendo cómo funciona mi vida diaria, ¿cómo pueden mis amigos sorprenderse de que llegue tarde cuando quedo con ellos? Según mis criterios, lo raro sería que pudiera llegar a tiempo.
*Mi padre en sus investigaciones y yo en mis Digimones.
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