lunes, enero 23, 2012

Oscuridad


Oscuridad: Sust. fem. concr. incont. del latín obscuritas, -atis. Según la R.A.E: Falta de luz para percibir las cosas; lugar sin luz, o con luz muy escasa.

DARKNESS

Era temprano, casi de madrugada, cuando se encaminó hacia la oficina. Su trabajo estaba en las afueras y siempre le tocaba hacer un rato de camino por esas urbanizaciones abandonadas, aunque eso no le molestaba, le daba tiempo para pensar en sus cosas. El relente de la mañana se acumulaba en las hojas de los árboles que veía al pasar y hacía frío, pero eso era normal en esa época. No vio nadie por la calle, estaba completamente desierta y sólo se oían sus pasos amortiguados por el suelo húmedo de la calzada, por eso cuando sacó las llaves para abrir la entrada principal del edificio a él le pareció un estruendo. Estaba todo demasiado tranquilo.

Al entrar cerró por dentro y se fijó en una araña que se había instalado en la esquina de la habitación contraria a la puerta. Parecía bastante grande para ser un edificio con, supuestamente, tan poca entrada de insectos, pero con la nueva “empleada” seguro que habría menos todavía. Se hizo a sí mismo una mueca de conformismo y procedió a subir las escaleras que llevaban hacia su planta. El edificio tenía ascensor y bastante moderno, todo sea dicho, pero ese día tenía un cartel de cartón que ponía “NO ABRIR”. No le importó puesto que nunca lo usaba, pero el cartel sí llamó su atención debido a su caligrafía y forma. Parecía que lo hubieran escrito a toda prisa, como si no hubieran tenido tiempo de hacer buena letra, e incluso el cartel parecía más arrancado que recortado. El viento sopló de repente contra la puerta principal y el crujido de la misma lo devolvió al mundo real. Subió las escaleras.

No le sorprendió que en las oficinas reinase el silencio puesto que siempre entraba y salía cuando ya no quedaba nadie en el edificio, no obstante, un ruido que no estaba ahí el día anterior llenaba el ambiente de la antesala que había antes del pasillo principal. Un zumbido eléctrico, como el que emite un cable mal conectado, venía de algún lugar que él no era capaz de identificar debido al eco del interior del edificio, probablemente de alguna luz que alguien se habría dejado encendida por olvido. Pensó en que la gente siempre sale con prisas por irse y no presta atención a lo que se dejan conectado hasta el día siguiente, algo típico allí pero no por eso justificable. Le tocaría a él otra vez apagar las luces antes de empezar la jornada.

El pasillo estaba a oscuras y sólo se veía el reflejo de una luz en la puerta de cristal del fondo. Comenzó a andar y se sobresaltó por el terrible ruido que hacían las suelas de goma de sus zapatos en el suelo de mármol blanco, era imposible oírse pensar con ese jaleo, así que empezó a recorrer el pasillo. Pudo ir intuyendo el interruptor de la luz por la cantidad de veces que lo había visto al pasar, sólo eran unos cuantos metros en la oscuridad, como todos los días, aunque tenía que admitir que la mayoría de ellos las luces estaban ya encendidas del día anterior. Le llamó la atención que a la mitad del camino pisó algo pegajoso en el suelo, al parecer alguien había derramado una bebida oscura, probablemente café y probablemente por no prestar la suficiente atención a lo que estaba haciendo en ese momento. En fin, la mujer de la limpieza se encargaría de ello ese mismo día, la cual, por cierto, ya debería estar allí a esas horas.

Al detenerse con estos pensamientos le pareció oír un crujido en las puertas del fondo. Se dijo a sí mismo que era una época de viento y lo normal era que las puertas se movieran un poco con el impulso, pero eso era el primer piso y todas las ventanas estaban cerradas, no parecía posible que el viento fuera capaz de mover las puertas de esa manera. Sintiendo un poco de frío repentino, se apresuró a pulsar el interruptor de la luz que tenía ya al alcance de la mano. El zumbido de antes seguía vigente y retumbaba en todo el pasillo, aunque seguramente sería sustituido por el sonido típico que hacen las luces fluorescentes al encenderse. Presionó el pulsador y un estallido de chispas lo cegó de repente. Él apartó la vista hacia el lado contrario pero pudo oír perfectamente cómo el tubo se hacía pedazos contra el suelo. Se sobresaltó por el estruendo que el eco magnificaba en el edificio y un sudor frío le apareció en la frente pensando que estaba a ciegas en medio de un enorme pasillo con cristales rotos en el suelo del mismo, pero al instante se encendieron las luces de emergencia y la oscuridad se convirtió en penumbra. Apenas se podía ver con esas luces, pero al menos le permitían identificar contornos para poder llegar a la puerta de su despacho. Encendería la luz de dentro y así podría calmarse un poco en su despacho.

Delante de la cerradura, sacó a toda prisa la llave de su bolsillo, pero ésta se le cayó al suelo de puros nervios. Se agachó casi por instinto a buscar el llavero a tientas y fue en ese momento cuando oyó algo en el suelo detrás de la puerta. Sonaba como si arrastrasen algo lenta e intermitentemente y se detuvo justo cuando acercó la cabeza a la puerta para identificar el sonido. Oyó claramente algo parecido a una inspiración profunda, como si alguien tomara aliento muy lentamente una única vez, y se le heló la sangre cuando vio el pomo de la puerta girarse para abrirse. Quiso apartarse de la puerta pero las piernas no le respondían, estaba paralizado de puro pánico. Se giró de repente cuando oyó el sonido de unas lentas pisadas sobre los cristales rotos del pasillo pero en las penumbras sólo pudo vislumbrar una figura que andaba pausadamente dando ligeros balanceos a los lados en dirección hacia él. El sonido de la puerta abriéndose acompañado de una profunda respiración con dificultad lo sobresaltó y una figura comenzó a abrir la puerta lenta y torpemente cuando una mano le agarró el hombro desde atrás.

Él soltó un alarido de terror, pero cuando vio que eran las limpiadoras que estaban barriendo el desperfecto del tubo fluorescente y que estaban terminando de fregar las oficinas sólo sintió una terrible vergüenza. Evidentemente, el zumbido de antes se debía a que habían encendido las luces de dentro de los despachos para poder ver y las puertas crujían debido a que habían abierto las ventanas para que se ventilase el edificio. No obstante, el momento de susto no apto para cardiacos me lo llevé, vaya que sí.

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