lunes, marzo 19, 2007

El Bardo


Cuando a uno le da por cantar en cualquier sitio, incluyendo cuando voy por la calle; cuando uno queda campeón en el juego de bailar y ha hecho tres años de clases de ritmo latino; cuando uno viste en rojo, naranja y verde (sin contar el azul de los vaqueros) y se compra una ocarina para aprender a tocarla; sólo entonces es cuando uno se puede llamar BARDO, con todas las letras.
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Este restaurante está al lado de la Casa de las Conchas, cerca de mi facultad, también conocida por la calle de los tres coños (con perdón). Se le llama así porque dices: "Coño, la Casa de la Conchas; coño, la facultad; ¡coño, qué frío!", o eso me dijo un local (el caso es que es cierto, en esa calle hace un frío que pela). Un apunte: La Casa de las Conchas no tiene nada que ver con almejas ni mejillones, es que tiene un diseño de conchas doradas en la fachada (el mar queda lejos, ya sabeis).
Pues el caso es que cuando más se siente uno mejor consigo mismo, mejor lo ven los demás. En mi caso, el hacer ejercicio físico me sirve para ese propósito, concretamente bailar y hacer artes marciales. Como buen bardo, tengo que saber de todo porque el saber trivial te puede sacar de algún que otro aprieto en alguna ocasión. La eventualidad y casualidad hechas clase de Dragones y Mazmorras, ni más ni menos. Ya veremos lo que tardo en aprender a tocar un instrumento...
Por cierto, a todos aquellos que les dé por comentar cosas en referencia a los elementos atmosféricos y mi música o canto podrían guardarse los comentarios en la cartera, sobretodo teniendo en cuenta que si canto o toco música y llueve no será tan malo, total, si llueve será en Almería y allí no es que sobre. Además, si a la Veneno no le ha caido un rayo en la cabeza todavía no sé por qué a mí me va a llover, vaya.

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