"¿T'as enterao?" es lo que te pregunta cada princesa que rescatas en este juego tras soltarte un rollo inacabable de explicaciones acerca de la historia del malo final para que, en caso de que se te haya escapado algún ínfimo detalle sin importancia, o por si quieres volver a leer toda la narración de los hechos, o por estar dándole al botón como un loco para que pase el texto rápido se seleccione automáticamente la opción "Sí, repítemelo todo a la misma velocidad caracólica para que acabe reventando la consola contra la pared más cercana de desesperación".
Que no lo digo porque a mí me haya pasado la última opción... más de dos veces.
DE CEMENTO
El lunes pasado, como todos los lunes, cogí el autobús para ir al trabajo y, como siempre, me había llevado algo para hacer más llevaderos los 40 minutos de trayecto de rigor. La conductora era una chica joven y simpática* y me dio la impresión de que sabía hacer bien su trabajo a pesar de no llevar treinta años en ello como sus compañeros. Total: otro lunes cualquiera.
Estaba yo luchando contra tres mordejos oscuros**, esquivándolos y utilizando el poder de las dríadas para derrotarlos, cuando algo hizo que el autobús se detuviera súbitamente, provocando bastante conmoción entre el resto de pasajeros***. Normalmente yo no habría prestado atención a dicho incidente por estar enfrascado en mis aventuras, pero esta vez dio la casualidad de que presencié todo el incidente:
Acabábamos de detenernos en la parada del Estadio del Mediterráneo y la conductora se disponía a reemprender la marcha de nuevo. Era ese momento en el que acabas de arrancar el motor en primera y empiezas a darle fuerza para pasar a segunda marcha y seguir con la velocidad de ruta, justo en ese momento, con la inercia ya cogida pero sin llegar a empezar a moverse, que un coche se cruzó delante del autobús para acto seguido detenerse sin miramientos, impidiendo así la marcha del mismo y provocando el frenazo que he comentado previamente. Mientras la conductora preguntaba a los pasajeros si estaba todo el mundo bien, pudo, o pudimos más bien, ver cómo una mujer no muy mayor se bajaba del coche y vino hacia el autobús con intenciones claras de subirse. El coche, temiéndose la tragedia, salió huyendo a toda velocidad, y yo, aunque yo estaba un poco conmocionado por el asunto, sabía perfectamente lo que iba a pasar.
La señora entró y compró su billete como si tal cosa, a lo que la conductora la miró con ojos justicieros y le preguntó bastante neviosa, pero justificadamente, si estaba bien de la cabeza. La señora le respodió que qué pasaba y que por qué le gritaba[4], que esas no eran maneras de hablar a nadie, y la conductora le explicó que la maniobra que su marido acababa de hacer era una locura y que había puesto en peligro a todos los pasajeros por culpa de su imprudencia, añadiendo que si alguien la denunciaba por el frenazo que acababa de dar ella denunciaría directamente al conductor del coche con la matrícula. La señora argumentó que si había tenido que dar un frenazo era porque no lo estaría haciendo muy bien, momento en el cual la conductora estalló de furia (controlada) y la llamó irresponsable, aunque estoy seguro de que no era eso exactamente lo que querría haberle dicho, y añadió que no era ella la que había infringido las normas de tráfico y que sus instructores eran todos unos profesionales que le habían enseñado todo lo que había que saber. La señora, viendo que no le quedaban más argumentos para defender lo indefendible, empezó a decirle una y otra vez que lo que tuviera que decirle se lo podía decir sin levantar la voz, que eso no era educación y que a ella no hacía falta gritarle para que entendiera las cosas, a lo cual la conductora le respondió que es que podía haber ocurrido un accidente grave si se llega a dar el peor caso, pero lo que a mí ya me despertó los instintos asesinos fue el razonamiento de la inconsciencia personificada: "pero no ha pasado nada, ¿verdad? A mí nunca me ha pasado nada cuando hago esto".
Vamos a ver, muestra gratuita de cerebro sin estrenar, el hecho de que no haya pasado nunca nada no significa que no pueda o vaya a pasar, es más, si no ha pasado hoy es porque la conductora esta con los ocho sentidos puestos en la carretera, no porque tú hayas hecho las cosas bien, como creo que ha quedado claro de sobra. Además, a pesar de que tú sabías que esa maniobra es, aparte de ilegal, increíblemente peligrosa, has seguido dejando que tu marido la haga porque a ti te beneficiaba de alguna manera y todavía tienes la desfachatez de quejarte porque te dicen las cosas gritándote. Pues a lo mejor si eres así de inconsciente es porque todavía nadie te ha dado dos buenos gritos seguidos para que espabiles de una frijolera vez, enana mental.
Eso es lo que me habría gustado decirle en ese momento, pero lo cierto es que no me veía capaz de expresar mi razonamiento de manera correcta para que lo entendiera, así que dejé que fuera la conductora la que la pusiera a caldo hasta que se bajó en su parada. Yo lo flipo con algunas personas, la verdad.
*Y me recordaba un poco a Janine, la secretaria de Los Cazafantasmas.
**En inglés "Black rabites", pero es que traducirlo como "conejos negros caníbales" da lugar a demasiados malentendidos.
***Y yo estuve a punto de comerme el cristal de delante, todo sea dicho.
[4] Aquí yo tuve que hacer un acto de fuerza de voluntad para no pegarle un grito yo también. El cinismo y la hipocresía no sacan lo mejor de mí precisamente.
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