lunes, agosto 08, 2011
Camino de la libertad
Qué irónico que el camino de la libertad esté precisamente vallado para impedir el paso a la gente, ¿no?
LA PECEIDA
Dice la gente que la libertad de uno termina donde empieza la de los demás, pero en realidad quieren decir que termina en cuanto nosotros decidimos ponernos responsabilidades voluntariamente. Yo lo sé bien porque he estado más de dos meses sin escribir por culpa de mi anterior ordenador y del irreparable daño que sufrió en su séptimo año de uso continuado, con internet y sin formatear en todo ese tiempo*. Ese ordenador vino de viaje conmigo a Irlanda al mes de ser mío, estuvo en Salamanca también durante mi estancia allí, volvió tras todo lo vivido a Almería con cientos de recuerdos, y no consideré que se fuera a quedar viejo en ningún momento**, pero el desgaste del uso es algo que no se puede evitar... y Windows, que tampoco se puede evitar. Es por eso que, tras sobrevivir un par de años a una reanimación de emergencia con una placa base y una fuente de alimentación nuevas, el jueves 7 de junio de este año mi compañero de penurias universitarias y laborales me dijo adiós para siempre. Si lo miras como un objeto de uso diario puede pareceros una chorrada todo esto que acabo de decir, pero si lo miras como el archivo donde guardas todos los informes académicos, exámenes corregidos y en blanco, partes y listas de asistencia de los alumnos que he tenido en mis cinco años de profesor ten por seguro que le tendrías el cariño que yo le tenía, te lo aseguro... aparte de mis cosas claro.
El caso es que decidí que tenía que superar la pérdida y comprarme uno nuevo, a lo que mis jefes respondieron despidiéndome hasta octubre que empiece el curso otra vez, así que tuve que buscarme otro trabajo para financiarme la pérdida emocional cibernáutica***. Una vez superada la primera prueba, me acerqué a mirar las ofertas más interesantes y, como hombre que soy, me quedé con la primera que me convenció sin ningún interés en mirar nada más[4], con lo cual ya me las hacía yo felices pensando que iba a poder escribir y pasar el rato en internet otra vez esa misma noche, pero el dependiente me dijo que tenían que montar el equipo y que volviera mañana, terminando con ello mi primera visita a la tienda.
Al día siguiente me acerqué al salir del trabajo a recoger el ordenador con intención de ponerle el WoW inmediatamente y pasar así mi ostracismo estival involuntario de mejor manera que volver a ver todas las series que echan por las tardes en la Fox y en TNT, más que nada porque hay series que no había visto nunca y ya me empezaban a sonar los episodios[5], así que me planté allí y, tras el abono de la factura[6], me dieron una caja más grande que yo que tendría que llevar en brazos cual marido recién casado en la noche de bodas hasta mi casa. Sin embargo, en esos momentos yo no era consciente del esfuerzo debido a la felicidad de saber que iba a estrenar ordenador después de mucho tiempo, lo fui después, cuando a mitad de camino me dí cuenta de que se me caían los brazos a cachos y que me podría dar una docena de infartos si le pasaba algo al ordenador. Al llegar a casa lo conecté todo y me dispuse a instalar y actualizar el WoW sin dudarlo, cuando vi que tendría que pasar cuatro horas instalando los discos y que luego tendría que descargar 11 gigas de actualizaciones a una velocidad de 400 Kbs/s me volví nihilista.
A la tarde siguiente, cuando el ordenador ya estaba terminando de actualizar el juego[7], quise probar este ejemplo de nuevas tecnologías cuando me dí cuenta de que esto iba terriblemente mal, que los videos iban a trompicones, que cualquier programa tardaba el doble en activarse, que tanto encender como apagar el ordenador era algo eterno y que hasta las ventanas del navergador iban de manera extraña, así que con las mismas me acerqué a la tienda y se lo comenté, resolviendo entre el dependiente y yo que lo mejor era que se lo llevase al día siguiente, planificando con ello mi tercer viaje a la tienda y segunda vez que cargaba con el ordenador en brazos. Tras revisarlo, me dijo que los dos anitivirus que tenía eran los causantes de tanto problema[8] y que habían quitado el que ellos me habían instalado sin permiso, a lo cual yo volví a coger al recién nacido en brazos y me lo llevé a casita otra vez para ver si se adaptaba a la vida hogareña.
Tres días después yo ya había puesto todo como yo quería y el pequeñín este, que es de sobremesa, todo sea dicho, iba como la seda, pero entonces se me ocurrió actualizar y poner al día mi correo y me dí cuenta de que algo fallaba en mi taquigrafía. ¿Acaso habría perdido im toque debido a la inactividad de los dos meses anteriores? El caso es que no me admitían las direcciones de correo electrónico y no podía entrar en mi cuenta, lo cual era del todo extraño dado que sólo tengo una y jamás podría confundirla. ¿Había olvidado la contraseña de no utilizarla debido a que mi anterior ordenador la ponía automáticamente? No tenía sentido pensar eso puesto que nunca pongo nada que no vaya a recordar luego, pero los hechos me demostraron que ninguna me dejaba entrar. ¡Oh, ironía del destino, que aún cuando tenía las autopistas de la información disponibles para mí no era capaz de sacarles partido por culpa de mis fallos de memoria![9] Y entonces hice lo que todo el mundo debería hacer cuando ninguno de sus métodos parece servir para solucionar el problema al que se enfrenta[10], con lo que descubrí que mi teclado estaba configurado a español latino, cambiando así el orden de los símbolos alfanuméricos que tecleaba y dando como resultado una dirección de correo completamente distinta a la que yo quería escribir. Lo cambié sin dilación, pero el fallo no radicaba ahí, sino en que por algún azar del destino ninguna de las configuraciones de teclado disponibles me permitía escribir la arroba[11], y estaba tan harto de chorradas que decidí que un ordenador nuevo bien valía una arroba, aunque sólo fuera porque pesaba lo mismo.
A la mañana siguiente mi ordenador decidió que era un buen momento para quedarse bloqueado sin motivo ni razón alguna, así que lo reinicié para que todo volviera a la normalidad... y jamás se volvió a encender. Ante tal panorama, hice de tripas corazón y cargué con la víctima de mis andanzas por la red hasta la tienda por enésima vez, confiando en que fuera la penúltima vez que lo hacía[12], y lo dejé allí para que lo sometieran a un examen exhaustivo de una maldita vez ya. Cuando mi reloj interno me dijo que ya deberían haberlo hecho[13], me acerqué a la tienda a recogerlo, y el diagnóstico fue que tenía un troyano digno rival de los espartanos de la peli 300, pero que ya había sido eliminado y que no tenía nada que temer excepto, eso sí, que me habían formateado el disco duro. Cuando me desperté del desmayo el dependiente me dijo que el hecho de que me hubieran formateado el disco no era tan preocupante, que al fin y al cabo era nuevo y no tenía nada, pero cuando me acordé de lo que había tardado en instalar el WoW me volví a desmayar, y por eso de tanto desmayo surgió el día 2 de mayo[14]. El caso es que me llevé al bulto insoportable este otra vez a casa con la firme intención de que si no funcionaba bien por la más nimia razón que fuera me daría el gustazo de usarlo como blanco de prácticas de tiro, a pesar de que es negro.
Epílogo:
Tras esa última intervención del informático de la tienda no he tenido más problemas que la falta de tiempo para conectarme por culpa de los estudios. Los virus siguen intentando hacer de las suyas pero el antivirus que tengo protege a mi pequeñín mejor que el Actimel así que me temo que tendré que pagar la suscripción anual si quiero seguir conectado a la red.
También le dije al hombre ese que, aunque le agradecía mucho todo lo que había hecho por mí ya que la garantía seguía vigente y que el ordenador tenía menos de dos semanas, no me molestaría no volver por allí en un tiempo. No obstante, no volveré si puedo evitarlo.
Por último, aunque tampoco le estoy dedicando mucho tiempo al WoW, al menos sí que me gusta saber que es porque no me apetece y no porque no puedo. Sobre todo porque de esa manera puedo actualizar esto y contaros esas cosas que serían monopolizadoras de las tardes de café. El egocentrismo no es bueno, niños.
*Aquí más de uno abrirá las cuencas de los ojos de par en par, así que os recomiendo sujetaros los globos oculares para que no se os pierdan.
**Es lo que tiene que te gusten los juegos de hace quince años, que para ellos un ordenador de hace siete es algo casi futurista.
***De ahí la segunda parte de este post, que ya leeréis en otro momento.
[4] La principal diferencia entre hombres y mujeres de compras son esperar tres horas y cuarto de pie y tener que devolver la mitad de lo que has comprado luego... y parecerá un chiste machista, pero es que mis amigas me secuestran para ir con ellas, así que lo sé bien.
[5] La idea de una joven que es capaz de ver a los espíritus que están todavía en la tierra parece una idea interesantemente novedosa... cuando no has visto la serie entera dos veces ya.
[6] ...Y limpiarlo después. ¿A quién se le ocurrió que la expresión que significa "cubrir de estiércol para fertilizar la tierra" sería perfectamente válida también para "saldar una deuda económica"?
[7] El juego básico + tres ampliaciones + 11'4 gigas de actualizaciones = Hay que tener muchas ganas de jugar a eso para no pasarse a las consolas definitivamente... o haberlo pagado.
[8] Debe de ser por eso que no es bueno mezclar los medicamentos sin consultar a un médico.
[9] Es que hace poco he leído "Yago" de Ralf König y me ha venido la inspiración.
[10] No, liarme a golpes con el objeto más cercano no, volver a repasarlo todo para ver en qué me he equivocado... y luego decirme a mí mismo que soy más tonto que las piedras.
[11] ...Que son 25 libras u 11'502 kg, pero por alguna razón todo el mundo piensa que es @.
[12] La última tendría que ser cuando me lo llevase a casa, claro.
[13] Es que siempre me decían que ya me avisarían cuando lo tuvieran, pero nunca lo hacían.
[14] Vivan Martes y 13 ahora y siempre.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario