¿Quién me iba a decir a mí que tras tantísimo tiempo sin nombrarlos me volvería a encontrar con mi vieja amiga la holoturia? ¡Y en el WoW ni más ni menos! Ay, cuántos buenos momentos desacreditando gente...
POR TRIGÉSIMA VEZ
Tres décadas ya, cómo pasa el tiempo. Parece que fue ayer cuando quedé con mis padres para celebrar mi cumpleaños*... Y hoy me toca ir a trabajar, lo cual es lo más apetecible en un día como éste después de haber dormido mal a saber por qué razón. El descubrir por qué tengo insomnio me quita el sueño, qué quieres que te diga, pero el caso es que ya he llegado a la tercera década de mi vida y todo sigue igual, lo cual no es específicamente bueno, no.
Lo importante es que con la edad, igual que el vino, me he puesto agrio... digo, me he vuelto sabio, aunque sólo sea un poquito: he aprendido a soportar las chorradas de mis jefes que pretenden que te sacrifiques por la empresa a cambio de cuatro duros**; he aprendido que los favores hay que cobrarlos en el momento porque luego se olvidan***; he aprendido que hay que dedicarse a lo que uno sabe hacer bien aunque sólo sea por afición[4]; he aprendido que hagas lo que hagas siempre habrá gente mejor que tú, pero que cuanto más lo hagas más gente habrá que no lo sea[5]; he aprendido que más vale tarde que nunca pero que más vale pronto que tarde[6]; y he aprendido a lidiar con niños diabéticos malcriados y caprichosos y con sus hijos, como ya conté en la odisea anterior. Mucho conocimiento se me escapa, pero es que no soy tan listo como para aprender todo lo que debería, aunque puede que se deba a que soy más vago que el suelo.
Como no podía ser de otra forma, la velada aniversárica, si es que se puede decir así, transcurrió de la manera que todos esperábamos: antes de nada, se hacen comentarios aleatorios y gratuitos sobre mi delgadez, que nunca cambiará si puedo evitarlo, porque de esa manera establecemos el objetivo universal de los temas de conversación vergonzosos del día; luego, para que no decaiga la fiesta, se trata el tema de cuánta gente tiene nietos ya hoy en día y mis padres no, a lo que pueden añadir si lo creen necesario[7] la mención a la soltería y a arroces que se pasan como si de una mocica se tratase; acto seguido, cuando los alcoholes ya empiezan a hacer efecto, mi padre comenta por enésima vez lo que le gustaría que sus hijos se independizasen para poder tener la casa para él solo[8], a lo que uno se plantea a modo de cuenta atrás los cien días que le quedan a mi padre para jubilarse y no puede evitar sentir escalofríos y prisa, sobre todo prisa; por último, para acabar la velada de manera lo más avergonzante posible para mí, se trata el tema los trabajos de los demás hijos pero evitando cuidadosamente compararlos con el mío, para que sea yo el que salte por donde menos se lo esperen... pero esta vez se quedaron con las ganas. Al menos sí que he aprendido algo útil con los años.
Terminamos con la entrega de regalos con la tarta de rigor, que curiosamente me encantó a pesar de ser contrario al merengue, y se procede a cambiar de tema radicalmente tras haber cumplido con la labor social y familiar, por ejemplo, la chorretada de partidos de fútbol que iban a retransmitir por televisión y cuándo. Llegados a este punto, uno se sienta en el sofá con la firme intención de que se le pase un poco el efecto de la sangría mientras llega la hora de volver a la vida normal y se dedica a admirar los regalos recibidos, que siempre es una alegría, la verdad, porque siempre se le pueden sacar defectos a las cosas que hacen los demás, pero ¿por qué a tanta gente le cuesta tanto agradecer lo que hacen otros? Para lo que cuesta...
¡Feliz cumpleaños, yo!
*Que fue ayer, por cierto, porque era domingo y pudimos reunirnos con la familia.
**Sin exagerar, y creo que no te piden cambio porque ya no son moneda en curso.
***Por ambas partes, al menos según el testimonio de la parte interesada en olvidarlos.
[4] Porque de amargados está el mundo lleno.
[5] Porque la práctica lleva a la perfección... o a darse de alta como autónomo.
[6] Por lo que pronto vale más que nunca según la lógica directa... y el sentido común.
[7] Que lo creerán necesario, seguro.
[8] Y supongo que en el plan incluirá a mi madre, porque si no...
lunes, agosto 29, 2011
domingo, agosto 28, 2011
Culdcept
Esta serie me gusta mucho y espero poder terminarla alguna vez. La temática incluye magia, un mundo fantástico, combates arriesgados y el peligro constante de que se carguen a los personajes de la manera más brutal. La pena es que hace ya tres años que no publican el tomo 7 y estoy acordándome de cierta editorial cada vez que los veo en mi estantería. Cosas como esta me recuerdan que no todo el mundo se preocupa de hacer lo que tiene que hacer.
UN MUNDO FANTÁSTICO
Ya casi terminando el verano y comenzando el curso nuevo, pero no tengo la sensación de haber descansado, a lo mejor porque no he tenido la oportunidad de hacerlo. Desde que empezó el verano no he tenido ni un momento de descanso entre las torturas chinas del campamento del infierno, los masoquismos voluntarios de la academia del infierno y el estudio de los apuntes de la maldita última asignatura* que me queda para acabar la carrera, del infierno también. Como véis, no se puede decir que haya podido disfrutar del verano, lo cual explica, pero no justifica, la enorme cantidad de comentarios referentes a mi moreno blanco nuclear y a la frecuencia con la que he ido a la playa/piscina este verano. Al parecer hay un gran sector de la población almeriense al que le satisface remarcar lo obvio, pues bien, sí, tenéis que poneros gafas de sol para mirarme si no queréis ganar dioptrías, así que dejad de recordármelo.
Antes de la vuelta a la vida normal, y estresante, hago acopio de fuerzas para afrontar mi tercer año consecutivo sin vacaciones de verano con el único fin de encontrar un trabajo que me permita descansar cuando los demás descansan, pero eso hoy en día es mucho pedir. ¿Por qué? Pues si tengo que explicaros esta pregunta mal vamos, pero es que hemos pasado de una sociedad en la que no trabajaban los que no querían hacerlo a una en la que no trabajan los que no quieren que lo hagas, lo cual sólo significa que hemos retrocedido 100 años en cuestión de política de empresas y parece que vamos a volver a pasar por la época pre-36 con todas las repercusiones que eso lleva... aunque realmente espero que sólo esté exagerando y no teniendo una premonición, que tengo muchas películas por ver y muy poco tiempo libre según parece.
Tal y como estamos, es muy posible que el efecto masa se vuelva a dar, aunque más que masa será el efecto pegote de plasta pegado en el techo, ése que es completamente imposible de despegar por medios normales pero que caerá en el momento que menos te lo esperes**: debido a la gran ignorancia imperante en los jóvenes que ha provocado el tremendo desinterés de las generaciones por cuestiones de futuro que vayan más allá del próximo jueves, es muy posible que acaben siguiendo al primer pintamonas que les cuente la historia que mejor les convenza para hacer la mayor tontería de la historia*** y, lo más importante, ¡sin ni siquiera saber por qué ni planteárselo! Por eso digo yo y redigo: ¡apagad las televisiones! Porque el día menos pensado Belén Esteban dirá que esta sociedad merece un cambio y que ella tiene lo que hay que tener y ENTONCES sí que estaremos jodidos... y me salto mi autocensura para resaltar la gravedad de la hipótesis, porque realmente espero que se quede en hipótesis por la cuenta que nos trae. He dicho.
*El orden es correcto, quería remarcar que ODIO a Peter Pan... digo, esa asignatura.
**Y que menos te convenga.
***Hasta el momento, que siempre podemos superarnos en esas cuestiones.
UN MUNDO FANTÁSTICO
Ya casi terminando el verano y comenzando el curso nuevo, pero no tengo la sensación de haber descansado, a lo mejor porque no he tenido la oportunidad de hacerlo. Desde que empezó el verano no he tenido ni un momento de descanso entre las torturas chinas del campamento del infierno, los masoquismos voluntarios de la academia del infierno y el estudio de los apuntes de la maldita última asignatura* que me queda para acabar la carrera, del infierno también. Como véis, no se puede decir que haya podido disfrutar del verano, lo cual explica, pero no justifica, la enorme cantidad de comentarios referentes a mi moreno blanco nuclear y a la frecuencia con la que he ido a la playa/piscina este verano. Al parecer hay un gran sector de la población almeriense al que le satisface remarcar lo obvio, pues bien, sí, tenéis que poneros gafas de sol para mirarme si no queréis ganar dioptrías, así que dejad de recordármelo.
Antes de la vuelta a la vida normal, y estresante, hago acopio de fuerzas para afrontar mi tercer año consecutivo sin vacaciones de verano con el único fin de encontrar un trabajo que me permita descansar cuando los demás descansan, pero eso hoy en día es mucho pedir. ¿Por qué? Pues si tengo que explicaros esta pregunta mal vamos, pero es que hemos pasado de una sociedad en la que no trabajaban los que no querían hacerlo a una en la que no trabajan los que no quieren que lo hagas, lo cual sólo significa que hemos retrocedido 100 años en cuestión de política de empresas y parece que vamos a volver a pasar por la época pre-36 con todas las repercusiones que eso lleva... aunque realmente espero que sólo esté exagerando y no teniendo una premonición, que tengo muchas películas por ver y muy poco tiempo libre según parece.
Tal y como estamos, es muy posible que el efecto masa se vuelva a dar, aunque más que masa será el efecto pegote de plasta pegado en el techo, ése que es completamente imposible de despegar por medios normales pero que caerá en el momento que menos te lo esperes**: debido a la gran ignorancia imperante en los jóvenes que ha provocado el tremendo desinterés de las generaciones por cuestiones de futuro que vayan más allá del próximo jueves, es muy posible que acaben siguiendo al primer pintamonas que les cuente la historia que mejor les convenza para hacer la mayor tontería de la historia*** y, lo más importante, ¡sin ni siquiera saber por qué ni planteárselo! Por eso digo yo y redigo: ¡apagad las televisiones! Porque el día menos pensado Belén Esteban dirá que esta sociedad merece un cambio y que ella tiene lo que hay que tener y ENTONCES sí que estaremos jodidos... y me salto mi autocensura para resaltar la gravedad de la hipótesis, porque realmente espero que se quede en hipótesis por la cuenta que nos trae. He dicho.
*El orden es correcto, quería remarcar que ODIO a Peter Pan... digo, esa asignatura.
**Y que menos te convenga.
***Hasta el momento, que siempre podemos superarnos en esas cuestiones.
jueves, agosto 25, 2011
Delicatessen
Pues sí, ya hay todo tipo de sabores hasta para los electrodomésticos, por eso los sacan de la gama verde (como las lechugas). Éste debe de ser uno de esos yogures que mejoran el tránsito intestinal, por eso que de que tiene que estar que te cagas (en todo) cuando lo pruebas, pero lo mejor es la nota que vi a pie de foto.
CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA (I KANT)
Desde que el hombre es hombre, siempre ha pretendido que los demás se atengan a lo que tenía que decir como si de un mantra se tratase. Esto tenía como objetivo subir en prestigio socialmente, pero también el mero hecho de que nunca se cuestionasen sus actos fueran cuales fueran estos para no tener que justificarlos, lo que también les hacía ganar simpatizantes aprovechándose de esa fama. ¿Qué pasaba cuando todo apuntaba a que el gran sabio que nunca se equivoca había leído las profecías con el ojo izquierdo esa mañana? Pues que siempre existía una razón cósmica que nunca pasaba excepto cuando pasaba que daba la casualidad que había intervenido en esa profecía... o que era culpa de alguien que casualmente estaba por allí. Esto último, aunque parezca mentira, se sigue practicando a siglo XXI bajo el yugo de la frase "no he dicho que fuera culpa tuya, he dicho que lo va a ser", y con la crisis todavía viene a ser un poco más radical, pero ese es ya otro tema.
Ya sabemos las consecuencias y, por tanto, las razones que impulsan a tener la posesión de la verdad absoluta, pero ¿por qué ese afán de esgrimir lo que hemos oído de otro como verdad cuando no nos es posible comprobarlo? Cuántas veces se han dado discusiones con la protesta "pues lo ha dicho no-sé-quién que es no-sé-qué", como si los expertos nunca se equivocasen por las razones más absurdas*, y aún así hacemos nuestras afirmaciones que abogamos como nuestras a pesar de que no lo son. La cara que se nos queda cuando comprobamos que una "verdad universal" nuestra no lo es tanto es digan de ser retratada, pero creo que ese cúmulo de sensaciones nos nubla el pensamiento y nos impide las funciones cognitivas momentáneamente, lo que provoca algo parecido a cuando un ordenador se queda sin sistema operativo y empieza a emitir sonidos estridentes hasta que lo desconectas, sólo que a nosotros nos da la impresión de que estamos comunicando nuestro punto de vista entre tanto ruido.
Lo que está más claro que el agua es que el ser humano necesita... bueno, corrijo, NECESITA tener opciones, una como mínimo, en todo lo que hace o de lo contrario se frustra sin saber qué hacer como un niño perdido en un supermercado**. El resultado es que es imperativo que alguien nos diga lo que tenemos que hacer aunque no estemos de acuerdo para evitar la frustración de tener que decidir nosotros mismos nuestro destino, porque de ese modo no tenemos que admitir que somos los responsables de las penurias que pasamos a lo largo de nuestra vida: siempre es más fácil culpar a otro por decirnos qué hacer que admitir que no hemos hecho nada por evitarlo. Como consecuencia, todo esto nos lleva a esas conversaciones en las que uno defiende un punto de vista extremista con frenesí vikingo frente a los alegatos de los demás que intentan demostrarle que está completamente equivocado, pero lo hace porque está completamente convencido de que su punto de vista es correcto, al menos hasta que decide transigir y admitir su punto de vista como erróneo... para descubrir después que los demás estaban equivocados, pero él, que era el que poseía la razón y la verdad, era perseguido como en una caza de brujas.
De ahí que la búsqueda de la verdad se deba más a la aceptación social de una certeza que a la propia demostración de los hechos, desprestigiando en el proceso a aquellos que no siguen la norma de consultarlo todo antes de hacer ondear la bandera de su idea ¿No dijo un sabio "algo falso dicho por una persona es mentira, pero eso mismo dicho por mil es una verdad"? Pues yo digo que si la verdad universal depende de la opinión conjunta de un grupo de gente entonces es imposible alcanzar cualquier tipo de certeza en nada. ¿Ejemplos? Muy bien: plantearos que alguien que opine que las rosas son flores bonitas será etiquetado como proferidor de opiniones subjetivas y no se tendrá en cuenta por la posibilidad de estar equivocado, sin embargo, si esa opinión la aceptan mil personas a la vez se tomará como un dato completamente objetivo debido a que la estadística dice que hay un espectro considerable de acierto en tomarla como verdadera. ¿Qué diferencia hay entre opinión subjetiva y objetiva entonces? Realmente ninguna, sólo el número de personas que las comparten tanto en un bando como en otro, frente al cual azuzamos la lanza del "bueno, esa es tu opinión" cuando lo que oímos no nos agrada o no concuerda con lo que estamos dispuestos a negociar como cierto a fin de señalar la línea que separa ambos bandos de los tercios en rebelión.
En resumen, una opinión se toma como cierta únicamente por el mayor número de seguidores que tenga y la acepten antes que a otra. Por eso defendemos opiniones que no son nuestras a capa y espada, sólo porque ya son dos personas que opinan así contra una que está en contra de lo que nosotros pensamos, así que sí: opinar también es un acto de conciliación social que agrupa a la gente en tribus, igual que la música. Este mes estoy filosófico, ¿eh?
*Y que no tienen nada que ver con el horóscopo de ese mes, no.
**Y no penséis ni por un momento que los adultos no lloran ni patalean en según qué situaciones.
CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA (I KANT)
Desde que el hombre es hombre, siempre ha pretendido que los demás se atengan a lo que tenía que decir como si de un mantra se tratase. Esto tenía como objetivo subir en prestigio socialmente, pero también el mero hecho de que nunca se cuestionasen sus actos fueran cuales fueran estos para no tener que justificarlos, lo que también les hacía ganar simpatizantes aprovechándose de esa fama. ¿Qué pasaba cuando todo apuntaba a que el gran sabio que nunca se equivoca había leído las profecías con el ojo izquierdo esa mañana? Pues que siempre existía una razón cósmica que nunca pasaba excepto cuando pasaba que daba la casualidad que había intervenido en esa profecía... o que era culpa de alguien que casualmente estaba por allí. Esto último, aunque parezca mentira, se sigue practicando a siglo XXI bajo el yugo de la frase "no he dicho que fuera culpa tuya, he dicho que lo va a ser", y con la crisis todavía viene a ser un poco más radical, pero ese es ya otro tema.
Ya sabemos las consecuencias y, por tanto, las razones que impulsan a tener la posesión de la verdad absoluta, pero ¿por qué ese afán de esgrimir lo que hemos oído de otro como verdad cuando no nos es posible comprobarlo? Cuántas veces se han dado discusiones con la protesta "pues lo ha dicho no-sé-quién que es no-sé-qué", como si los expertos nunca se equivocasen por las razones más absurdas*, y aún así hacemos nuestras afirmaciones que abogamos como nuestras a pesar de que no lo son. La cara que se nos queda cuando comprobamos que una "verdad universal" nuestra no lo es tanto es digan de ser retratada, pero creo que ese cúmulo de sensaciones nos nubla el pensamiento y nos impide las funciones cognitivas momentáneamente, lo que provoca algo parecido a cuando un ordenador se queda sin sistema operativo y empieza a emitir sonidos estridentes hasta que lo desconectas, sólo que a nosotros nos da la impresión de que estamos comunicando nuestro punto de vista entre tanto ruido.
Lo que está más claro que el agua es que el ser humano necesita... bueno, corrijo, NECESITA tener opciones, una como mínimo, en todo lo que hace o de lo contrario se frustra sin saber qué hacer como un niño perdido en un supermercado**. El resultado es que es imperativo que alguien nos diga lo que tenemos que hacer aunque no estemos de acuerdo para evitar la frustración de tener que decidir nosotros mismos nuestro destino, porque de ese modo no tenemos que admitir que somos los responsables de las penurias que pasamos a lo largo de nuestra vida: siempre es más fácil culpar a otro por decirnos qué hacer que admitir que no hemos hecho nada por evitarlo. Como consecuencia, todo esto nos lleva a esas conversaciones en las que uno defiende un punto de vista extremista con frenesí vikingo frente a los alegatos de los demás que intentan demostrarle que está completamente equivocado, pero lo hace porque está completamente convencido de que su punto de vista es correcto, al menos hasta que decide transigir y admitir su punto de vista como erróneo... para descubrir después que los demás estaban equivocados, pero él, que era el que poseía la razón y la verdad, era perseguido como en una caza de brujas.
De ahí que la búsqueda de la verdad se deba más a la aceptación social de una certeza que a la propia demostración de los hechos, desprestigiando en el proceso a aquellos que no siguen la norma de consultarlo todo antes de hacer ondear la bandera de su idea ¿No dijo un sabio "algo falso dicho por una persona es mentira, pero eso mismo dicho por mil es una verdad"? Pues yo digo que si la verdad universal depende de la opinión conjunta de un grupo de gente entonces es imposible alcanzar cualquier tipo de certeza en nada. ¿Ejemplos? Muy bien: plantearos que alguien que opine que las rosas son flores bonitas será etiquetado como proferidor de opiniones subjetivas y no se tendrá en cuenta por la posibilidad de estar equivocado, sin embargo, si esa opinión la aceptan mil personas a la vez se tomará como un dato completamente objetivo debido a que la estadística dice que hay un espectro considerable de acierto en tomarla como verdadera. ¿Qué diferencia hay entre opinión subjetiva y objetiva entonces? Realmente ninguna, sólo el número de personas que las comparten tanto en un bando como en otro, frente al cual azuzamos la lanza del "bueno, esa es tu opinión" cuando lo que oímos no nos agrada o no concuerda con lo que estamos dispuestos a negociar como cierto a fin de señalar la línea que separa ambos bandos de los tercios en rebelión.
En resumen, una opinión se toma como cierta únicamente por el mayor número de seguidores que tenga y la acepten antes que a otra. Por eso defendemos opiniones que no son nuestras a capa y espada, sólo porque ya son dos personas que opinan así contra una que está en contra de lo que nosotros pensamos, así que sí: opinar también es un acto de conciliación social que agrupa a la gente en tribus, igual que la música. Este mes estoy filosófico, ¿eh?
*Y que no tienen nada que ver con el horóscopo de ese mes, no.
**Y no penséis ni por un momento que los adultos no lloran ni patalean en según qué situaciones.
domingo, agosto 21, 2011
Surprise box
Una vez vi un anuncio en la tele que decía "antes de que la gente te conozca a ti, conocerán la música de tu móvil", y tengo que decir que es cierto, sobre todo teniendo en cuenta las actitudes sociales de hoy en día. Por eso, he decidido que hoy voy a hablar de ese single de Madonna con un video tan lésbico pero que incluye una parte de dibujitos animados:
MUSIC
Siempre se hace el chiste en las teleseries de individuos a los que les gusta un tipo de música completamente diferente al que debería gustarles según su personalidad, como el empollón con gafas que va a la ópera pero también le gusta el dark metal o la chica agresiva que no se relaciona con nadie pero que practica ballet en la intimidad. No obstante, queda bastante claro que uno es como es en la seguridad de la intimidad y luego se pone una máscara para tratar con el resto de seres humanos* para tener la certeza de que, nos digan lo que nos digan, nuestra máscara protectora evitará que nos dañen en nuestro jardín interior, por que seamos sinceros, sólo nos sentimos heridos cuando somos realmente nosotros mismos y no cuando estamos actuando. Como añadido, al igual que todas las demás máscaras, nuestra máscara social sólo puede seguir dos caminos: uno, que la usemos tanto que se nos olvida que la llevamos puesta, lo que provoca un malestar inesperado que no sabemos solucionar; o dos, que resulte tan molesta que acabamos por deshacernos de ella para dejar a nuestro verdadero yo salir a flote a respirar un poco en la realidad, momento que las películas norteamericanas han repetido hasta la saciedad en todas y cada una de las situaciones en las que el chico o al chica de turno descubre que su presunta pareja no es perfecta, provocando así la confrontación entre la realidad y la auténtica realidad.
¿Por qué hago distinción entre la realidad y la auténtica realidad? Pues porque si uno se empeña en andar como un pato, comer como un pato, hablar como un pato, reaccionar como un pato y, en definitiva, vivir como un pato para que los demás crean que eres un pato, no nos engañemos: acabarás siendo un pato, y toda la culpa la tiene el ser humano por su forma de ser. Hace tiempo dije que los humanos, siguiendo un dicho popular, preferimos acostumbrarnos a una bofetada que tener que probar los abrazos por primera vez, pues bien, eso mismo se aplica también a las máscaras sociales por la sencilla razón de que acabamos tomándole gusto a esa incomodidad de no ser nosotros mismos siempre y cuando nos sintamos aceptados tal y como "somos". Por eso mismo siempre encontramos individuos aislados dentro de grupos a los que no parecen pertenecer o que se empeñan en formar de ellos transformándose camaleónicamente**, y no hay cosa que defina más un grupo social que la música y sus variadas y variopintas tribus urbanas que funcionan del mismo modo que los porteros de una discoteca: si no cumples la etiqueta no entras a no ser que conozcas a alguien dentro, pero no te acostumbres.
Hoy en día, antes que tu estado civil*** o tu profesión[4], la gente se interesará más por el tipo de música que te gusta por el hecho de que en algún momento tendréis que compartir un momento musical aunque sea inintencionadamente, y entonces será una situación parecida a cuando un suegro le pregunta a su futuro yerno con qué equipo va en el partido sin que éste último sepa las preferencias del primero. Puede darse el caso de que el local donde se encuentren esas personas dé pistas sobre el tipo de música que prefieren, pero también podría compararse a cuando uno se encuentra un nido de champiñones silvestres y decide comérselos salteados confiando en que ninguno de ellos fuera una amanita faloides camuflada[5]: lo más seguro es que no te equivoques porque las amanitas no se parecen a los champiñones, pero mira lo difícil que es la lotería y siempre le toca a alguien. Y seamos sinceros, si me tuvieran que medir a mí por la música que escucho no acertaban ni por casualidad, no sólo por la variedad, sino porque NUNCA encuentro locales donde pongan música que me guste, así que voy donde me lleven mis amigos, que es más cómodo que hacerles saber que me he puesto la máscara social del momento.
Por eso hice hace ya un par de años una lista de música que define mis estados de ánimo dependiendo de la situación en la que me encuentre, que si bien no es exacta, al menos sí que se acerca bastante. La lista ha ido evolucionando a lo largo de los años y ha ido cambiando de contenidos. Comenzó con menos de diez canciones y ahora tiene ya casi el doble, y espero que siga creciendo con el tiempo, aunque no tanto como para desalentar a la hora de leerla, y es que seamos sinceros, la música nos define, y no hay dos personas que tengan el mismo punto de vista sobre el mismo tipo de música ni que les gusten exactamente las mismas canciones de los mismo grupos, así yo he decidido definirme de esta manera.
-Empieza el día: Turning World (La Prohibida)
-Cuando tengo prisa: Only Love (Future City)
-Cuando estoy depre: Abandoned waste pit (Dragon Quarter OST)
-Cuando estoy feliz: Circussed (Infernal)
-Cuando soy el centro de atención: I Wanna Go (Britney Spears)
-Cuando estoy con desconocidos: Invisible Light (Scissor Sisters)
-Cuando rechazo: Fairytale (Infernal)
-Cuando estoy herido: Any Other World (Mika)
-Día de lluvia: Que te Quería (La 5ª Estación)
-Cuando quiero guerra: My Favourite Game (The Cardigans)
-Actitud con mis amigos: Sun Always Shines on TV (Ah-Ha)
-Actitud contra la intolerancia: Believe (Cher)
-Actitud frente a la vida: Heartbreak, Make Me a Dancer (Sophie-Ellis Bextor)
-Acerca del amor: I'm in Love (Moby)
-La historia de mi vida: Beautiful Things DEMO (Roxette)
-Cómo me gustaría ser: Forever Young (Alphaville)
-Toda esa gente que he conocido y mejor que no: Disco Lies (Moby)
Ahora que habéis conocido otro trocito de mi jardín interior, espero que lo tratéis con cuidado.
*Digáis lo que digáis, así es.
**No siempre con éxito, las cosas como son.
***¿Estás sola?
[4] ¿Estudias o trabajas?
[5] Yo no sé de micología, pero estoy comparando, no haciendo un documental de la NG.
MUSIC
Siempre se hace el chiste en las teleseries de individuos a los que les gusta un tipo de música completamente diferente al que debería gustarles según su personalidad, como el empollón con gafas que va a la ópera pero también le gusta el dark metal o la chica agresiva que no se relaciona con nadie pero que practica ballet en la intimidad. No obstante, queda bastante claro que uno es como es en la seguridad de la intimidad y luego se pone una máscara para tratar con el resto de seres humanos* para tener la certeza de que, nos digan lo que nos digan, nuestra máscara protectora evitará que nos dañen en nuestro jardín interior, por que seamos sinceros, sólo nos sentimos heridos cuando somos realmente nosotros mismos y no cuando estamos actuando. Como añadido, al igual que todas las demás máscaras, nuestra máscara social sólo puede seguir dos caminos: uno, que la usemos tanto que se nos olvida que la llevamos puesta, lo que provoca un malestar inesperado que no sabemos solucionar; o dos, que resulte tan molesta que acabamos por deshacernos de ella para dejar a nuestro verdadero yo salir a flote a respirar un poco en la realidad, momento que las películas norteamericanas han repetido hasta la saciedad en todas y cada una de las situaciones en las que el chico o al chica de turno descubre que su presunta pareja no es perfecta, provocando así la confrontación entre la realidad y la auténtica realidad.
¿Por qué hago distinción entre la realidad y la auténtica realidad? Pues porque si uno se empeña en andar como un pato, comer como un pato, hablar como un pato, reaccionar como un pato y, en definitiva, vivir como un pato para que los demás crean que eres un pato, no nos engañemos: acabarás siendo un pato, y toda la culpa la tiene el ser humano por su forma de ser. Hace tiempo dije que los humanos, siguiendo un dicho popular, preferimos acostumbrarnos a una bofetada que tener que probar los abrazos por primera vez, pues bien, eso mismo se aplica también a las máscaras sociales por la sencilla razón de que acabamos tomándole gusto a esa incomodidad de no ser nosotros mismos siempre y cuando nos sintamos aceptados tal y como "somos". Por eso mismo siempre encontramos individuos aislados dentro de grupos a los que no parecen pertenecer o que se empeñan en formar de ellos transformándose camaleónicamente**, y no hay cosa que defina más un grupo social que la música y sus variadas y variopintas tribus urbanas que funcionan del mismo modo que los porteros de una discoteca: si no cumples la etiqueta no entras a no ser que conozcas a alguien dentro, pero no te acostumbres.
Hoy en día, antes que tu estado civil*** o tu profesión[4], la gente se interesará más por el tipo de música que te gusta por el hecho de que en algún momento tendréis que compartir un momento musical aunque sea inintencionadamente, y entonces será una situación parecida a cuando un suegro le pregunta a su futuro yerno con qué equipo va en el partido sin que éste último sepa las preferencias del primero. Puede darse el caso de que el local donde se encuentren esas personas dé pistas sobre el tipo de música que prefieren, pero también podría compararse a cuando uno se encuentra un nido de champiñones silvestres y decide comérselos salteados confiando en que ninguno de ellos fuera una amanita faloides camuflada[5]: lo más seguro es que no te equivoques porque las amanitas no se parecen a los champiñones, pero mira lo difícil que es la lotería y siempre le toca a alguien. Y seamos sinceros, si me tuvieran que medir a mí por la música que escucho no acertaban ni por casualidad, no sólo por la variedad, sino porque NUNCA encuentro locales donde pongan música que me guste, así que voy donde me lleven mis amigos, que es más cómodo que hacerles saber que me he puesto la máscara social del momento.
Por eso hice hace ya un par de años una lista de música que define mis estados de ánimo dependiendo de la situación en la que me encuentre, que si bien no es exacta, al menos sí que se acerca bastante. La lista ha ido evolucionando a lo largo de los años y ha ido cambiando de contenidos. Comenzó con menos de diez canciones y ahora tiene ya casi el doble, y espero que siga creciendo con el tiempo, aunque no tanto como para desalentar a la hora de leerla, y es que seamos sinceros, la música nos define, y no hay dos personas que tengan el mismo punto de vista sobre el mismo tipo de música ni que les gusten exactamente las mismas canciones de los mismo grupos, así yo he decidido definirme de esta manera.
-Empieza el día: Turning World (La Prohibida)
-Cuando tengo prisa: Only Love (Future City)
-Cuando estoy depre: Abandoned waste pit (Dragon Quarter OST)
-Cuando estoy feliz: Circussed (Infernal)
-Cuando soy el centro de atención: I Wanna Go (Britney Spears)
-Cuando estoy con desconocidos: Invisible Light (Scissor Sisters)
-Cuando rechazo: Fairytale (Infernal)
-Cuando estoy herido: Any Other World (Mika)
-Día de lluvia: Que te Quería (La 5ª Estación)
-Cuando quiero guerra: My Favourite Game (The Cardigans)
-Actitud con mis amigos: Sun Always Shines on TV (Ah-Ha)
-Actitud contra la intolerancia: Believe (Cher)
-Actitud frente a la vida: Heartbreak, Make Me a Dancer (Sophie-Ellis Bextor)
-Acerca del amor: I'm in Love (Moby)
-La historia de mi vida: Beautiful Things DEMO (Roxette)
-Cómo me gustaría ser: Forever Young (Alphaville)
-Toda esa gente que he conocido y mejor que no: Disco Lies (Moby)
Ahora que habéis conocido otro trocito de mi jardín interior, espero que lo tratéis con cuidado.
*Digáis lo que digáis, así es.
**No siempre con éxito, las cosas como son.
***¿Estás sola?
[4] ¿Estudias o trabajas?
[5] Yo no sé de micología, pero estoy comparando, no haciendo un documental de la NG.
viernes, agosto 19, 2011
Taxis
¡Esto sí que es una cola y no lo de Nacho Vidal! Claro que alguien dijo una vez que el tamaño no importaba y siempre oigo que eso no es cierto. Será que a esa persona le faltó por añadir el pronombre personal objetivo de primera persona del singular cuando afirmó eso.
El caso es que estuve dándole vueltas esta noche al asunto* y pensé que si dejaba la historia así quedaba un poco sosa, así que decidí escribir...
...Y LA ODISEA (FINAL)
Habiendo dejado claro que nuestra estancia en el campamento no fue un camino de rosas y que no ganamos cada céntimo que dijeron que nos iban a pagar, creo que es el momento de contar anécdotas sueltas y la despedida final.
En tercer lugar tenemos la maravillosa participación de los padres en las actividades de los niños en más de una** ocasión, cosa que en un principio no nos importó pero luego fue como darle de comer a una boa constrictor a ver qué pasa cuando crece. Si ya el hecho de que acaparasen casi toda la arcilla que teníamos para que los niños hicieran sus figuras para la entrega de premios era un símbolo de lo pétrea que tenían la faz, cuando nos dijeron que cómo es que ellos no tenían ningún premio prometo que empecé a ver colorines brillantes. A todo esto, Su Alteza hacía en su tiempo libre... cosas, llamémoslas así, que pretendía que las diéramos como trofeo, y la idea en sí no estaba mal, pero el hecho de que cualquier MXXXXX, con mayúscula, que hiciera él tuviera que ser mejor que los trofeos de arcilla que había hecho mi compañera me reventaba las narices.
En segundo lugar tenemos la maravillosa anécdota de la madre con instintos de apropiación de lo ajeno, aunque todos sus intentos fueron frustrados debido a casualidades del destino. El primero que voy a remarcar es el de el helado de su hijo: como éramos un grupo grande, el comedor decidió regalarnos helados mini con cada comida para que los niños tuvieran un buen aporte de azúcar, pero la individua esta decidió que su hijo se merecía uno de esos que tienen muñeco y que valen lo más caro posible para lo que son en sí. Pues bien, coincidió que la cocinera salió a descansar cuando terminó su turno y la vio cogiéndolo y llevándoselo a la mesa, así que fue rauda hacia ella y le armó la de San Quintín hasta que la obligó a retractarse de su decisión***. Y como todavía no estaba escarmentada decidió repetir sus actos contra otros objetivos, en este caso los monitores que se encargaban de la animación de los niños. Una tarde que los niños tenían charla de diabetes, yo, que no tenía nada que hacer hasta que acabasen, decidí ir a merendar con ellos en el descanso, y esa madre, viéndome tan tranquilo y sin estrés, va y me dice "Oye, ya que no tienen nada que hacer, ve a mi apartamento y me traes las cosas de la playa mías y del niño, que luego querremos irnos a la piscina. Son dos bolsas". Aunque la idea de recorrerme el campamento hasta la otra punta no me hacía ilusión seguro que era mejor que seguir oyéndola[4], así que cogí sus llaves y me personé en su casa. Busqué las bolsas en su dormitorio y me sorprendió al pasar ver una bolsa de nuestra empresa de animación en el salón, así que me acerqué a ver qué contenía, y cuál sería mi sorpresa cuando vi en ella material de animación y un par de bolsas de globos que íbamos a utilizar en las actividades de esa tarde. Sin pensarlo dos veces, me llevé la bolsa a mi casa y le llevé las otras dos que me había pedido, pero más tarde mi compañera y yo le preguntamos si podría explicarnos cómo era posible que la bolsa estuviera en su apartamento. De una persona así yo me esperaba un torrente de ira e indignación provocados por su presunta inocencia y honor atacados, pero cuando en lugar de eso nos miró con cara de susto y no fue capaz nada más que de decir "No... no lo sé, no" no hizo falta preguntarle nada más. Vaya con las casualidades.
Y en primer lugar tenemos, por supuesto, a Su Alteza una vez más por su afán por ser el protagonista de todas las actividades aunque ello implicase que los niños no pudieran divertirse. Ejemplo: el hecho de que nos organizase las actividades como él quería[5] no era pensando en los niños, era pensando en que, mientras los niños pequeños estuvieran ocupados en algo, él podría dedicarse a jugar con los mayores en las pistas de deporte sin interrupciones, pero ¿qué se podría esperar de alguien que empieza todas sus frases con "lo mejor es"?
Segundo ejemplo: tras la ardua tarea de montar una pista de gladiadores hinchable en la piscina[6], organizamos un torneo en el que los niños harían combates para intentar derribar al contrincante de su zona, todo muy seguro y bastante divertido, pero Su Alteza decidió por unanimidad él mismo que tenía que tomar parte en la competición y que no podíamos negarnos. Los dos nos hicimos una pregunta mental nada más ver la situación: ¿qué posibilidades tiene alguien de 10-12 años contra un tío de 50? Pues los datos demostraron que pocas, porque de los dos grupos de torneo que se hicieron él ganó todos sus combates, como era de esperar, a lo que los niños respondieron quejándose de por qué les tocaba contra él. Cuando mi compañera le dijo muy educada y disimuladamente que dejara la competición para que ganase algún niño en lugar de él, Su Alteza se enfurruñó y se largó para desentenderse de todo, como si le hubiéramos fastidiado la diversión... y él tuviera 8 años. Por otro lado, menos mal que se fue por las buenas porque yo tenía unas ganas locas de darle un par de hostias morales en el ring, así que se fue por lo que le convenía[7].
Tercer ejemplo: en la noche de la despedida del campamento, hicimos una pasarela de modelos para elegir Miss y Mister entre los chavales[8], se repartieron premios y menciones especiales, los niños y padres se repartieron bandas que habían hecho ellos el día anterior y el caso es que todos nos lo pasamos muy bien, que hasta los padres nos aplaudieron cuando nos vimos después por lo divertido que había sido. Tengo que decir que me sorprendió que saliera todo tan bien, sobre todo con los antecedentes que teníamos, pero como no todo podía ser bueno, Su Alteza estuvo intentando llamar la atención constantemente: saliendo en la pasarela porque sí, comentando todo en voz alta acerca de todo lo que ocurría, remarcando los "trofeos"[9] que él había hecho para que todo el mundo lo supiera, pero más que nada, buscando como fuera el protagonismo de todas las situaciones. Como no lo consiguió ni pudo echarnos en cara que se habían aburrido, al día siguiente se fue sin despedirse de nosotros, y desde ese momento supe que ya no tendría que preocuparme más por nada. Efectivamente, eso era Hollywood.
Epílogo final:
Probablemente Su Alteza nos ponga a parir como el hijo de comadreja que es cada vez que alguien comente algo sobre el campamento, pero el hecho de que en los cinco años que lo llevan haciendo no haya repetido ningún monitor hasta la fecha creo que quiere decir algo.
Nosotros, por la parte que nos toca, tenemos la conciencia muy tranquila por la dedicación que le hemos puesto a todo, ella por la experiencia que ya tenía y yo por las ganas de aprender de todo rápidamente, y la prueba estuvo en el último día cuando todo hubo terminado.
Este verano me encontré con dos chicas de las del campamento y tengo que decir que, para todo lo mala persona que Su Alteza decía que era yo, las chicas me saludaron bastante efusivamente.
En resumen, una experiencia más acerca de algo que he aprendido en la vida... y que espero no volver a repetir si puedo evitarlo.
*El de las colas no, obsesos.
**Y más de dos, y más de tres...
***Sus palabras exactas fueron "No, si vale 3€ no lo quiero".
[4] Siempre se ha desprestigiado a las verduleras por su supuesta forma de hablar, pues bien, tengo que, desde el fondo de mi corazón, pedirles perdón a todas y cada una de ellas por su injustificada fama: ESTA mujer SÍ que es una verdulera sin serlo.
[5] A las 9 de la mañana nos decía que la actividad de las 10 no le gustaba mucho y que LO MEJOR era cambiarla por otra que le gustase más... o le daba una pataleta.
[6] Os aseguro que yo jamás habría pensado que eso fuera un suplicio como el que tuvimos que pasar para sacarla de la furgoneta, moverla al almacén, sacarla de allí a rastras, extenderla sin que estorbase ni estuviera cerca de nada, hincharla con el motor de aire y prepararla para su uso y disfrute... pero lo peor con diferencia fue tener que quitar las puñetosas fruticas que caían constantemente de los árboles de la piscina y que pringaban todo de una sustancia pegajosa y resbaladiza.
[7] Y no exagero: los mayores se empeñaron en que querían combatir contra mí pensando que no tendría ni media torta, pero es que ninguno de ellos sabía que yo era cinturón marrón de karate y que basta con controlar la inercia del otro para que se den de cara contra la colchoneta tres veces seguidas y sin esfuerzo por mi parte.
[8] Esta actividad estuvo a punto de no hacerse porque él nos estuvo diciendo desde el primer día que los niños decían que era un rollo que y no les gustaba en absoluto, pero el caso es que cada vez que comentábamos algo de eso todos nos decían que por favor la hiciéramos porque era casi lo que más les gustaba del último día. Como siempre, un ejemplo de madurez este tío.
[9] Sobre todo feos.
El caso es que estuve dándole vueltas esta noche al asunto* y pensé que si dejaba la historia así quedaba un poco sosa, así que decidí escribir...
...Y LA ODISEA (FINAL)
Habiendo dejado claro que nuestra estancia en el campamento no fue un camino de rosas y que no ganamos cada céntimo que dijeron que nos iban a pagar, creo que es el momento de contar anécdotas sueltas y la despedida final.
En tercer lugar tenemos la maravillosa participación de los padres en las actividades de los niños en más de una** ocasión, cosa que en un principio no nos importó pero luego fue como darle de comer a una boa constrictor a ver qué pasa cuando crece. Si ya el hecho de que acaparasen casi toda la arcilla que teníamos para que los niños hicieran sus figuras para la entrega de premios era un símbolo de lo pétrea que tenían la faz, cuando nos dijeron que cómo es que ellos no tenían ningún premio prometo que empecé a ver colorines brillantes. A todo esto, Su Alteza hacía en su tiempo libre... cosas, llamémoslas así, que pretendía que las diéramos como trofeo, y la idea en sí no estaba mal, pero el hecho de que cualquier MXXXXX, con mayúscula, que hiciera él tuviera que ser mejor que los trofeos de arcilla que había hecho mi compañera me reventaba las narices.
En segundo lugar tenemos la maravillosa anécdota de la madre con instintos de apropiación de lo ajeno, aunque todos sus intentos fueron frustrados debido a casualidades del destino. El primero que voy a remarcar es el de el helado de su hijo: como éramos un grupo grande, el comedor decidió regalarnos helados mini con cada comida para que los niños tuvieran un buen aporte de azúcar, pero la individua esta decidió que su hijo se merecía uno de esos que tienen muñeco y que valen lo más caro posible para lo que son en sí. Pues bien, coincidió que la cocinera salió a descansar cuando terminó su turno y la vio cogiéndolo y llevándoselo a la mesa, así que fue rauda hacia ella y le armó la de San Quintín hasta que la obligó a retractarse de su decisión***. Y como todavía no estaba escarmentada decidió repetir sus actos contra otros objetivos, en este caso los monitores que se encargaban de la animación de los niños. Una tarde que los niños tenían charla de diabetes, yo, que no tenía nada que hacer hasta que acabasen, decidí ir a merendar con ellos en el descanso, y esa madre, viéndome tan tranquilo y sin estrés, va y me dice "Oye, ya que no tienen nada que hacer, ve a mi apartamento y me traes las cosas de la playa mías y del niño, que luego querremos irnos a la piscina. Son dos bolsas". Aunque la idea de recorrerme el campamento hasta la otra punta no me hacía ilusión seguro que era mejor que seguir oyéndola[4], así que cogí sus llaves y me personé en su casa. Busqué las bolsas en su dormitorio y me sorprendió al pasar ver una bolsa de nuestra empresa de animación en el salón, así que me acerqué a ver qué contenía, y cuál sería mi sorpresa cuando vi en ella material de animación y un par de bolsas de globos que íbamos a utilizar en las actividades de esa tarde. Sin pensarlo dos veces, me llevé la bolsa a mi casa y le llevé las otras dos que me había pedido, pero más tarde mi compañera y yo le preguntamos si podría explicarnos cómo era posible que la bolsa estuviera en su apartamento. De una persona así yo me esperaba un torrente de ira e indignación provocados por su presunta inocencia y honor atacados, pero cuando en lugar de eso nos miró con cara de susto y no fue capaz nada más que de decir "No... no lo sé, no" no hizo falta preguntarle nada más. Vaya con las casualidades.
Y en primer lugar tenemos, por supuesto, a Su Alteza una vez más por su afán por ser el protagonista de todas las actividades aunque ello implicase que los niños no pudieran divertirse. Ejemplo: el hecho de que nos organizase las actividades como él quería[5] no era pensando en los niños, era pensando en que, mientras los niños pequeños estuvieran ocupados en algo, él podría dedicarse a jugar con los mayores en las pistas de deporte sin interrupciones, pero ¿qué se podría esperar de alguien que empieza todas sus frases con "lo mejor es"?
Segundo ejemplo: tras la ardua tarea de montar una pista de gladiadores hinchable en la piscina[6], organizamos un torneo en el que los niños harían combates para intentar derribar al contrincante de su zona, todo muy seguro y bastante divertido, pero Su Alteza decidió por unanimidad él mismo que tenía que tomar parte en la competición y que no podíamos negarnos. Los dos nos hicimos una pregunta mental nada más ver la situación: ¿qué posibilidades tiene alguien de 10-12 años contra un tío de 50? Pues los datos demostraron que pocas, porque de los dos grupos de torneo que se hicieron él ganó todos sus combates, como era de esperar, a lo que los niños respondieron quejándose de por qué les tocaba contra él. Cuando mi compañera le dijo muy educada y disimuladamente que dejara la competición para que ganase algún niño en lugar de él, Su Alteza se enfurruñó y se largó para desentenderse de todo, como si le hubiéramos fastidiado la diversión... y él tuviera 8 años. Por otro lado, menos mal que se fue por las buenas porque yo tenía unas ganas locas de darle un par de hostias morales en el ring, así que se fue por lo que le convenía[7].
Tercer ejemplo: en la noche de la despedida del campamento, hicimos una pasarela de modelos para elegir Miss y Mister entre los chavales[8], se repartieron premios y menciones especiales, los niños y padres se repartieron bandas que habían hecho ellos el día anterior y el caso es que todos nos lo pasamos muy bien, que hasta los padres nos aplaudieron cuando nos vimos después por lo divertido que había sido. Tengo que decir que me sorprendió que saliera todo tan bien, sobre todo con los antecedentes que teníamos, pero como no todo podía ser bueno, Su Alteza estuvo intentando llamar la atención constantemente: saliendo en la pasarela porque sí, comentando todo en voz alta acerca de todo lo que ocurría, remarcando los "trofeos"[9] que él había hecho para que todo el mundo lo supiera, pero más que nada, buscando como fuera el protagonismo de todas las situaciones. Como no lo consiguió ni pudo echarnos en cara que se habían aburrido, al día siguiente se fue sin despedirse de nosotros, y desde ese momento supe que ya no tendría que preocuparme más por nada. Efectivamente, eso era Hollywood.
Epílogo final:
Probablemente Su Alteza nos ponga a parir como el hijo de comadreja que es cada vez que alguien comente algo sobre el campamento, pero el hecho de que en los cinco años que lo llevan haciendo no haya repetido ningún monitor hasta la fecha creo que quiere decir algo.
Nosotros, por la parte que nos toca, tenemos la conciencia muy tranquila por la dedicación que le hemos puesto a todo, ella por la experiencia que ya tenía y yo por las ganas de aprender de todo rápidamente, y la prueba estuvo en el último día cuando todo hubo terminado.
Este verano me encontré con dos chicas de las del campamento y tengo que decir que, para todo lo mala persona que Su Alteza decía que era yo, las chicas me saludaron bastante efusivamente.
En resumen, una experiencia más acerca de algo que he aprendido en la vida... y que espero no volver a repetir si puedo evitarlo.
*El de las colas no, obsesos.
**Y más de dos, y más de tres...
***Sus palabras exactas fueron "No, si vale 3€ no lo quiero".
[4] Siempre se ha desprestigiado a las verduleras por su supuesta forma de hablar, pues bien, tengo que, desde el fondo de mi corazón, pedirles perdón a todas y cada una de ellas por su injustificada fama: ESTA mujer SÍ que es una verdulera sin serlo.
[5] A las 9 de la mañana nos decía que la actividad de las 10 no le gustaba mucho y que LO MEJOR era cambiarla por otra que le gustase más... o le daba una pataleta.
[6] Os aseguro que yo jamás habría pensado que eso fuera un suplicio como el que tuvimos que pasar para sacarla de la furgoneta, moverla al almacén, sacarla de allí a rastras, extenderla sin que estorbase ni estuviera cerca de nada, hincharla con el motor de aire y prepararla para su uso y disfrute... pero lo peor con diferencia fue tener que quitar las puñetosas fruticas que caían constantemente de los árboles de la piscina y que pringaban todo de una sustancia pegajosa y resbaladiza.
[7] Y no exagero: los mayores se empeñaron en que querían combatir contra mí pensando que no tendría ni media torta, pero es que ninguno de ellos sabía que yo era cinturón marrón de karate y que basta con controlar la inercia del otro para que se den de cara contra la colchoneta tres veces seguidas y sin esfuerzo por mi parte.
[8] Esta actividad estuvo a punto de no hacerse porque él nos estuvo diciendo desde el primer día que los niños decían que era un rollo que y no les gustaba en absoluto, pero el caso es que cada vez que comentábamos algo de eso todos nos decían que por favor la hiciéramos porque era casi lo que más les gustaba del último día. Como siempre, un ejemplo de madurez este tío.
[9] Sobre todo feos.
jueves, agosto 18, 2011
Aperitivos pétreos
Pues la verdad es que no sabía que la nueva mamá de Nemo se estaba dedicando a las pastas y horneados. No obstante, hay que tener en cuenta que éstos pertenecen a su etapa de aprendizaje y no queda muy claro si son comestibles, de ahí que lo anuncie claramente en el cartel del precio. Avisados estáis.
...Y LA ODISEA (3ª PARTE)
Como la noche anterior decidimos acoplarnos al karaoke de las otras monitoras y conseguimos que todos los presentes se levantasen a cantar en grupo en vez de estar sentados aburridos, evidentemente, la borde del primer día nos dijo que podríamos participar con ellos cada vez que quisiéramos, demosntrando una vez más que por interés I love you Andrew. El caso es que este cambio de actitud no nos pilló por sorpresa a ninguno de los dos debido a que aprendimos el bello arte de la diplomacia manipuladora, es decir, que se diera cuenta de que le salvamos la noche aunque no quisiera admitirlo y nosotros no le diéramos mayor importancia al asunto. Todo comenzó el primer día, ése en el que prácticamente nos escupió a la cara y nos dijo que allí no teníamos nada que hacer. Tras haberse calmado y cambiado de actitud, nos dijo que podríamos utilizar lo que nos hiciera falta y que cualquier consulta o duda era bienvenida, y mi compañera se alegró de no tener que arrancarle el pescuezo a mordiscos* y yo pensé que poco iba surtiendo efecto nuestro plan: desde ese mismo momento y empezando precisamente ahí, cada vez que nos cruzábamos con ella o teníamos que dirigirnos a ella yo la miraba sonriendo amablemente y con una mirada que pretendía decir "te admiro por lo gran profesional que eres", aunque en realidad no lo pensase, que ya quisiera esa llegarle a los talones a mi compañera en temas de animación. Al igual que con las claras de huevo, repetir hasta punto de nieve y se consiga el resultado deseado, que en nuestro fue que, un día que necesitábamos pedirles las llaves de la sala de animación para todo el día la cosa sucedió así:
-Hola, ¿te pillo ocupada?
-¡No, por supuesto que no! Dime, dime, ¿qué necesitas? (se acerca un poco más de la distancia de seguridad recomendada).
-Verás, es que necesita... necesito la llave de la sala para organizar la actividad de la noche y...
-¡Lo que tú necesites! Tú sólo pídemelo y ya está (me pone la mano en el hombro).
-Vaya, pues muchas gracias. La verdad es que no sabía si te iba a hacer falta a ti.
-¡Aunque me hiciera falta! Ya sabiendo que la tienes tú no la utilizo y no pasa nada. ¡Sin problema!
-Bueno, pues gracias otra vez...
-¡Nada de gracias! Lo que te haga falta me lo pides, ¿eh? (me masajea un poco el homóplato).
-Er... Ya... ¿Y cuándo te la devuelvo?
-Cuando tú quieras, no hay prisa. La dejas en recepción y ya la cojo yo mañana.
-Vale, bueno, pues me voy a prepararlo todo.
-¿Necesitas ayuda?
-No, ya vamos nosotros. (En ese momento ella se dio cuenta de que mi compañera había estado ahí todo el rato).
-Ah, ya, vale, bueno, pues no os entretengo, ¿eh?
La consecuencia directa de esta conversación fue que mi compañera me dijo que desde ese momento quedaba oficialmente encargado de perdile lo que nos hiciera falta, y así ella se libraba, que lo veo lógico. El resto de monitoras no sé cómo eran porque no las traté, pero me daban la impresión de ser de ése tipo de animal mitológico que son mujeres con alas en lugar de brazos**.
La otra interacción social extraña que hubo en el campamento, si es que se puede llamar social, fue con Su Alteza, y aquí tengo que señalar que mi compañera pasó auténtico terror durante la misma... y yo no me di ni cuenta.
Todo comenzó con la organización de los juegos de la noche de Halloween***, en los que nosotros íbamos a organizar una historia para crear ambiente y así poder pegarles un par de sustos mientras iban buscando las pistas que les permitirían completar un mensaje poco a poco. La idea era esconder las pistas por todo el camping y que en cada una tuvieran la siguiente localización para saber a dónde tenían que ir y así estuvieran ocupados un buen rato, pero la organización fue un infierno en vida: de entrada, no tuvimos tiempo material para preparar las tarjetas y tuvimos que sacrificar nuestro descanso para poder hacerlo; luego, el repartir las pistas nos llevó más tiempo del que habíamos calculado y nos reunimos con los chavales una hora más tarde de lo indicado, aparte de haber tenido que recorrer todo el campamento[4] dejando los papelitos en sitios estratégicos; además, los chavales no tenían ninguna gana de cooperar e iban de cachondeo y burlándose de todo, lo que nos dificultaba la labor de crear ambiente de sustos; y por último, como entre los dos no dábamos abasto para darles las pistas a los grupos, acordamos que lo mejor era pedirle ayuda a dos de los padres para poder cubrir más distancia, cosa que fue el mayor error de todo el plan con diferencia, pero no lo sabríamos hasta dos horas después.
Las pistas estaban repartidas por todo el campamento, pero dos de cada grupo los llevaban hasta las pistas que tenían los padres en un momento determinado. El objetivo era que cada padre les pusiera una prueba para ver si conseguían la siguiente pista y así continuar, y la idea parecía simple en sí, pero siempre se suele decir que el defecto fatal de todo plan es pensar que no tiene fallos. La cosa ocurrió así: mi compañera y yo nos escondimos en la casa que era la última localización de las pistas para darles un susto en cuanto entrasen, una madre se situó en un lado esperando a que vinieran a pasar la prueba y Su Alteza tenía que estar en el extremo opuesto para que fueran a por él también; nosotros esperábamos bastante incómodamente[5] pero los niños no venían, y el problema era que no era posible saber si venían o no, así que cuando tras casi una hora de suplicio aparecieron los niños riéndose, apuntando con linternas y pasando de las pistas ambos pensamos simultáneamente que ya estaba bien de esforzarse por gente que no lo apreciaba; cuando los niños se reunieron para comparar las pistas nos dimos cuenta de que faltaban dos de cada uno, y eso era ni más ni menos que el heraldo del desastre, pero a pesar de eso fueron capaces de leer las palabras mágicas que eliminarían al demonio que habitaba en el campamento.
Pues bien, lo primero que ocurrió que me hizo renegar de cualquier actitud positiva hacia la vida fue que, cuando los niños resolvieron las pistas, una de las madres dijo sin dudarlo "¿Y qué gracia tiene eso?", pero no nos sorprendió porque fue la madre que tenía antecedentes delictivos en el campamento[6]. Cuando acabó todo y cumplimos el cupo de tiempo desperdiciado del día nos fuimos a mi casa a sentarnos un poco y descansar de todo el esfuerzo, pero nada más llegar llamó Su Alteza para ver si es que ya habíamos terminado el juego, a lo que la otra madre le respondió que sí y se cortó la llamada inmediatamente. A los diez minutos entró nuestro monarca particular hecho un basilisco y afirmando que lo habíamos dejado allí solo, que por allí no había pasado ningún grupo y que ni siquiera nos habíamos molestado en llamarlo para decirle que ya podía venir, pero como yo no le hice ningún caso y me limité a decirle que problamente se habían saltado alguna pista, él empezó a darme pescozones en la cabeza hasta que se hartó. Esto realmente no lo recuerdo, así que voy a contar lo que me dijo mi compañera: Su Alteza me dio siete u ocho golpes en plan pesetilla hasta que se quedó tranquilo mientras ella miraba horrorizada rezando para que yo no me enfadase y le partiera la cara de imbécil que tenía el tío ese. Como no hubo reacción, él se cansó y se fue de la casa y yo sólo volví a mí cuando mi compañera me dirigió la palabra otra vez para preguntarme si estaba bien, pero ya digo que ni me enteré de lo que había ocurrido porque la depresión que tenía por haber dedicado un gran esfuerzo a algo que había sido despreciado y que habían estropeado era más fuerte. No obstante, Su Alteza juró que eso no quedaría así.
Epílogo:
Resulta que otros niños del campamento habían cogido las pistas y se las habían llevado, con tan mala suerte que los nuestros habían encontrado las siguientes y habían podido continuar, pero saltándose dos de ellas, entre ellas la de Su Alteza. Como le había molestado esperar, él esperaba que yo me enfadase para así poder echarme en cara que el malo era yo, pero como yo sólo me disculpé y no reaccioné a sus tonterías, decidió poner a los padres en mi contra. La prueba estuvo en que cuando llegué a la mesa del comedor oí la sentencia "pues si no quiere hablar más pierde él", y acto seguido cortaron la conversación, cosa que es más sospechosa que cuando alguien silba sin motivo. Ahora bien, ¿cómo que el que más pierdo soy yo? ¿Tiene sentido enfadarse con la persona que está al cargo de tus niños durante el tiempo libre? Para algunos sí, según parece.
*Y yo también, que luego nos tocaría limpiarlo.
**o sea, arpías. Diría que son cosas de las películas y los libros, pero ya sabéis que esto era Hollywood.
***Sí, en julio. Es como la Oktoberfest que organizan en Almería... en marzo.
[4] Dos veces, que eran dos grupos.
[5] Yo encerrado en el ropero que medía medio metro de ancho y 1'5m de alto y mi compañera bajo la litera que estaba a 30cm del suelo. Y además del calor, claro.
[6] Intentó robarnos una bolsa de globos para su hijo pero la descubrimos por casualidad, intentó coger uno de los helados caros no autorizados en el menú para su hijo durante la hora de la comida pero la descubrieron por casualidad, e intentó justificarlo todo con lo de estar embarazada cuando le convenía... pero no coló ni por casualidad.
...Y LA ODISEA (3ª PARTE)
Como la noche anterior decidimos acoplarnos al karaoke de las otras monitoras y conseguimos que todos los presentes se levantasen a cantar en grupo en vez de estar sentados aburridos, evidentemente, la borde del primer día nos dijo que podríamos participar con ellos cada vez que quisiéramos, demosntrando una vez más que por interés I love you Andrew. El caso es que este cambio de actitud no nos pilló por sorpresa a ninguno de los dos debido a que aprendimos el bello arte de la diplomacia manipuladora, es decir, que se diera cuenta de que le salvamos la noche aunque no quisiera admitirlo y nosotros no le diéramos mayor importancia al asunto. Todo comenzó el primer día, ése en el que prácticamente nos escupió a la cara y nos dijo que allí no teníamos nada que hacer. Tras haberse calmado y cambiado de actitud, nos dijo que podríamos utilizar lo que nos hiciera falta y que cualquier consulta o duda era bienvenida, y mi compañera se alegró de no tener que arrancarle el pescuezo a mordiscos* y yo pensé que poco iba surtiendo efecto nuestro plan: desde ese mismo momento y empezando precisamente ahí, cada vez que nos cruzábamos con ella o teníamos que dirigirnos a ella yo la miraba sonriendo amablemente y con una mirada que pretendía decir "te admiro por lo gran profesional que eres", aunque en realidad no lo pensase, que ya quisiera esa llegarle a los talones a mi compañera en temas de animación. Al igual que con las claras de huevo, repetir hasta punto de nieve y se consiga el resultado deseado, que en nuestro fue que, un día que necesitábamos pedirles las llaves de la sala de animación para todo el día la cosa sucedió así:
-Hola, ¿te pillo ocupada?
-¡No, por supuesto que no! Dime, dime, ¿qué necesitas? (se acerca un poco más de la distancia de seguridad recomendada).
-Verás, es que necesita... necesito la llave de la sala para organizar la actividad de la noche y...
-¡Lo que tú necesites! Tú sólo pídemelo y ya está (me pone la mano en el hombro).
-Vaya, pues muchas gracias. La verdad es que no sabía si te iba a hacer falta a ti.
-¡Aunque me hiciera falta! Ya sabiendo que la tienes tú no la utilizo y no pasa nada. ¡Sin problema!
-Bueno, pues gracias otra vez...
-¡Nada de gracias! Lo que te haga falta me lo pides, ¿eh? (me masajea un poco el homóplato).
-Er... Ya... ¿Y cuándo te la devuelvo?
-Cuando tú quieras, no hay prisa. La dejas en recepción y ya la cojo yo mañana.
-Vale, bueno, pues me voy a prepararlo todo.
-¿Necesitas ayuda?
-No, ya vamos nosotros. (En ese momento ella se dio cuenta de que mi compañera había estado ahí todo el rato).
-Ah, ya, vale, bueno, pues no os entretengo, ¿eh?
La consecuencia directa de esta conversación fue que mi compañera me dijo que desde ese momento quedaba oficialmente encargado de perdile lo que nos hiciera falta, y así ella se libraba, que lo veo lógico. El resto de monitoras no sé cómo eran porque no las traté, pero me daban la impresión de ser de ése tipo de animal mitológico que son mujeres con alas en lugar de brazos**.
La otra interacción social extraña que hubo en el campamento, si es que se puede llamar social, fue con Su Alteza, y aquí tengo que señalar que mi compañera pasó auténtico terror durante la misma... y yo no me di ni cuenta.
Todo comenzó con la organización de los juegos de la noche de Halloween***, en los que nosotros íbamos a organizar una historia para crear ambiente y así poder pegarles un par de sustos mientras iban buscando las pistas que les permitirían completar un mensaje poco a poco. La idea era esconder las pistas por todo el camping y que en cada una tuvieran la siguiente localización para saber a dónde tenían que ir y así estuvieran ocupados un buen rato, pero la organización fue un infierno en vida: de entrada, no tuvimos tiempo material para preparar las tarjetas y tuvimos que sacrificar nuestro descanso para poder hacerlo; luego, el repartir las pistas nos llevó más tiempo del que habíamos calculado y nos reunimos con los chavales una hora más tarde de lo indicado, aparte de haber tenido que recorrer todo el campamento[4] dejando los papelitos en sitios estratégicos; además, los chavales no tenían ninguna gana de cooperar e iban de cachondeo y burlándose de todo, lo que nos dificultaba la labor de crear ambiente de sustos; y por último, como entre los dos no dábamos abasto para darles las pistas a los grupos, acordamos que lo mejor era pedirle ayuda a dos de los padres para poder cubrir más distancia, cosa que fue el mayor error de todo el plan con diferencia, pero no lo sabríamos hasta dos horas después.
Las pistas estaban repartidas por todo el campamento, pero dos de cada grupo los llevaban hasta las pistas que tenían los padres en un momento determinado. El objetivo era que cada padre les pusiera una prueba para ver si conseguían la siguiente pista y así continuar, y la idea parecía simple en sí, pero siempre se suele decir que el defecto fatal de todo plan es pensar que no tiene fallos. La cosa ocurrió así: mi compañera y yo nos escondimos en la casa que era la última localización de las pistas para darles un susto en cuanto entrasen, una madre se situó en un lado esperando a que vinieran a pasar la prueba y Su Alteza tenía que estar en el extremo opuesto para que fueran a por él también; nosotros esperábamos bastante incómodamente[5] pero los niños no venían, y el problema era que no era posible saber si venían o no, así que cuando tras casi una hora de suplicio aparecieron los niños riéndose, apuntando con linternas y pasando de las pistas ambos pensamos simultáneamente que ya estaba bien de esforzarse por gente que no lo apreciaba; cuando los niños se reunieron para comparar las pistas nos dimos cuenta de que faltaban dos de cada uno, y eso era ni más ni menos que el heraldo del desastre, pero a pesar de eso fueron capaces de leer las palabras mágicas que eliminarían al demonio que habitaba en el campamento.
Pues bien, lo primero que ocurrió que me hizo renegar de cualquier actitud positiva hacia la vida fue que, cuando los niños resolvieron las pistas, una de las madres dijo sin dudarlo "¿Y qué gracia tiene eso?", pero no nos sorprendió porque fue la madre que tenía antecedentes delictivos en el campamento[6]. Cuando acabó todo y cumplimos el cupo de tiempo desperdiciado del día nos fuimos a mi casa a sentarnos un poco y descansar de todo el esfuerzo, pero nada más llegar llamó Su Alteza para ver si es que ya habíamos terminado el juego, a lo que la otra madre le respondió que sí y se cortó la llamada inmediatamente. A los diez minutos entró nuestro monarca particular hecho un basilisco y afirmando que lo habíamos dejado allí solo, que por allí no había pasado ningún grupo y que ni siquiera nos habíamos molestado en llamarlo para decirle que ya podía venir, pero como yo no le hice ningún caso y me limité a decirle que problamente se habían saltado alguna pista, él empezó a darme pescozones en la cabeza hasta que se hartó. Esto realmente no lo recuerdo, así que voy a contar lo que me dijo mi compañera: Su Alteza me dio siete u ocho golpes en plan pesetilla hasta que se quedó tranquilo mientras ella miraba horrorizada rezando para que yo no me enfadase y le partiera la cara de imbécil que tenía el tío ese. Como no hubo reacción, él se cansó y se fue de la casa y yo sólo volví a mí cuando mi compañera me dirigió la palabra otra vez para preguntarme si estaba bien, pero ya digo que ni me enteré de lo que había ocurrido porque la depresión que tenía por haber dedicado un gran esfuerzo a algo que había sido despreciado y que habían estropeado era más fuerte. No obstante, Su Alteza juró que eso no quedaría así.
Epílogo:
Resulta que otros niños del campamento habían cogido las pistas y se las habían llevado, con tan mala suerte que los nuestros habían encontrado las siguientes y habían podido continuar, pero saltándose dos de ellas, entre ellas la de Su Alteza. Como le había molestado esperar, él esperaba que yo me enfadase para así poder echarme en cara que el malo era yo, pero como yo sólo me disculpé y no reaccioné a sus tonterías, decidió poner a los padres en mi contra. La prueba estuvo en que cuando llegué a la mesa del comedor oí la sentencia "pues si no quiere hablar más pierde él", y acto seguido cortaron la conversación, cosa que es más sospechosa que cuando alguien silba sin motivo. Ahora bien, ¿cómo que el que más pierdo soy yo? ¿Tiene sentido enfadarse con la persona que está al cargo de tus niños durante el tiempo libre? Para algunos sí, según parece.
*Y yo también, que luego nos tocaría limpiarlo.
**o sea, arpías. Diría que son cosas de las películas y los libros, pero ya sabéis que esto era Hollywood.
***Sí, en julio. Es como la Oktoberfest que organizan en Almería... en marzo.
[4] Dos veces, que eran dos grupos.
[5] Yo encerrado en el ropero que medía medio metro de ancho y 1'5m de alto y mi compañera bajo la litera que estaba a 30cm del suelo. Y además del calor, claro.
[6] Intentó robarnos una bolsa de globos para su hijo pero la descubrimos por casualidad, intentó coger uno de los helados caros no autorizados en el menú para su hijo durante la hora de la comida pero la descubrieron por casualidad, e intentó justificarlo todo con lo de estar embarazada cuando le convenía... pero no coló ni por casualidad.
miércoles, agosto 10, 2011
Metroid
Mira que he visto cosas raras en las cabalgatas de Navidad, pero nunca esperé ver un tributo a las aventuras de Samus Arán. Si ya hubiera visto a una tipa disparando láseres y haciendo saltos giratorios con una armadura cibernética hubiera sido la leche.
...Y LA ODISEA (2ª PARTE)
Tras la nochecita anterior y habiendo comprobado que el chaval se había recuperado perfectamente, mi mayor preocupación fue que uno de ellos se ahogase en la piscina por la falta de sueño*, así que el resto del día transcurrió sin incidentes. De ahí tenemos que trasladarnos hasta el día en que se decidió por votación del único que podía votar que había que ir a las actividades de buceo concertadas, por lo que había que desplazarse hasta la costa que, según sus fuentes fiabilísimas, estaba "aquí al lado"**. Tras 45 minutos de andar por secarrales a pleno sol y cargados con los bártulos de la playa, se le ocurrió llamar por teléfono al monitor de buceo para preguntarle por qué no lo veíamos por allí, a lo cual dedujimos por la mitad de la conversación que se podía escuchar que no era ahí donde teníamos que estar, así que anduvimos otra media hora más y llegamos al sitio correspondiente, tras lo cual nos dejaron a mi compañera y a mí "voluntariamente" encargados de vigilar las cosas de todo el mundo para que no se las llevase nadie***. Es por todos sabido que las experiencias personales, como una diabetes, sirven para madurar como persona y saber tratar mejor al resto de personas que nos encontramos en la vida. Esto puede deberse a que al convivir con algo así uno se respeta más a sí mismo y por lo tanto es capaz de respetar a los demás a su vez, pues bien, para que veáis el respeto que tenían algunos de esos adolescentes hacia los demás sólo comentaré que se perdieron dos gafas de bucear y par de aletas por haberlas dejado no-se-sabe-dónde en la orilla de la playa, que hubo berrinches porque a algunos/as no les gustaba el color del traje de neopreno, que a pesar de las advertencias del monitor algunos se separaron del grupo sin previo aviso y que, incluso cuando uno de los monitores estuvo quejándose del poco cuidado que habían tenido los niños, un individuo de sangre azul pasó olímpicamente del tema y ni se molestó en escucharlo[4], demostrando que más edad no significa más madurez ni por asomo.
Tras la vuelta del buceo[5], se nos dijo que entraríamos al comedor directamente para respetar los horarios, así que yo terminé cuanto antes de comer para poder darme una ducha lo más pronto posible. Cuando entré en mi casa, lo primero que hice fue ponerme música para disfrutar un poco del descanso y ducharme a gusto, y como soy una persona cantarina, no puedo resistirme a hacer conciertos a capella a la menor ocasión, sobre todo cuando sé que no hay nadie a quien pueda molestar, así que le dí al aleatorio del resproductor y canté[6] todo lo que iba saliendo. Estaba tan ensimismado con la relajación del agua caliente y del subidón de la música que no oía nada más que mi eco en el baño, así que cuando terminé de cantar una canción de Le Click y volvió el silencio me llevé el mayor susto que me había llevado en mucho tiempo cuando de repente escucho un tremendo aplauso en lo que yo creía que era la habitación de al lado. Resulta que uno de los niños me había oído cantar y había llamado a todo el mundo para que, en el saloncito de la casa, me oyeran, y cuando terminé pues decidieron aplaudirme. Agradezco su interés, pero ¿y si me hubiera dado por salir desnudo de la ducha, como hace todo el mundo, teniendo en cuenta que yo pensaba que estaba completamente solo allí? ¿Me habrían acusado de exhibicionista o sólo de pervertido? ¿Y por qué eso no se les ocurrió a los padres que TAMBIÉN estaban allí escuchando? ¿Veis cuando digo que el sentido común es el menos común de los sentidos?
Tras mi "actuación" me quedé en mi cuarto porque los niños tenían una charla sobre la diabetes, así que aproveché para dedicarme media a mí mismo, cosa que no había podido hacer desde que entramos en el campamento por eso de que, a pesar de que nosotros SÓLO éramos monitores de tiempo libre, estábamos currando 24 horas consecutivas entre actividades y encargarnos de que a los niños no les dé un subidón de azúcar traicionero a las 3 de la mañana, que los otros padres nos aseguraron que jamás harían eso en su casa, pero Su Alteza decía que era imprescindible; y el caso, que me desvío, es que tras leer un rato el libro que me había traído decidí ir a ver si iba bien la charla y si necesitaban algo, no fuera que alguien se hubiera roto una uña intentando comprender lo que decían los médicos y yo estuviera intentando descansar por el bien de mi salud mental, y ocurrió lo que yo me temía que ocurriera: nada más entrar en la sala donde estaban dando la charla los niños la interrumpieron para hacer comentarios acerca cómo cantaba, cosa que me dio a mí más apuro por el médico que por los comentarios en sí. Tras decirles que no era el momento, Su Alteza me dijo muy educadamente que podría aprovechar que los niños estaban vigilados para preparar las actividades de la noche... aunque no lo dijo exactamente con esas palabras[7]. Abandoné la sala y me reuní con mi compañera para cotillear un rato, que nos lo habíamos merecido, mientras acomodábamos la sala para competir con el karaoke de las otras monitoras, pero lo bueno que tiene destrozar las canciones en la ducha es que he aprendido a proyectar la voz sin necesidad de un V8.
*Mío, claro.
**Expresión que tiene la misma precisión que "tráeme eso de ahí".
***Por supuesto, no estábamos obligados, pero es que la opción era unirnos a la actividad dejando nuestras cosas allí sin vigilancia durante la hora y media que duraba el asunto. Todo un ejemplo de la responsabilidad de su Alteza.
[4] Y ya de ayudarlo a buscar el material desaparecido ni hablemos, cosa que yo sí hice, pero sin éxito.
[5] Por los secarrales otra vez, claro. Sólo una de las madres, que estaba embarazada cuando le convenía, porque ni para el buceo ni para los juegos del primer día lo estuvo, se fue en la furgoneta de los monitores de buceo hasta el camping.
[6] Si no se dice "andé" porque se dice "anduve", ¿por qué sí se dice "canté" y no "cantuve"?
[7] "¿No tienes nada más que hacer?"
...Y LA ODISEA (2ª PARTE)
Tras la nochecita anterior y habiendo comprobado que el chaval se había recuperado perfectamente, mi mayor preocupación fue que uno de ellos se ahogase en la piscina por la falta de sueño*, así que el resto del día transcurrió sin incidentes. De ahí tenemos que trasladarnos hasta el día en que se decidió por votación del único que podía votar que había que ir a las actividades de buceo concertadas, por lo que había que desplazarse hasta la costa que, según sus fuentes fiabilísimas, estaba "aquí al lado"**. Tras 45 minutos de andar por secarrales a pleno sol y cargados con los bártulos de la playa, se le ocurrió llamar por teléfono al monitor de buceo para preguntarle por qué no lo veíamos por allí, a lo cual dedujimos por la mitad de la conversación que se podía escuchar que no era ahí donde teníamos que estar, así que anduvimos otra media hora más y llegamos al sitio correspondiente, tras lo cual nos dejaron a mi compañera y a mí "voluntariamente" encargados de vigilar las cosas de todo el mundo para que no se las llevase nadie***. Es por todos sabido que las experiencias personales, como una diabetes, sirven para madurar como persona y saber tratar mejor al resto de personas que nos encontramos en la vida. Esto puede deberse a que al convivir con algo así uno se respeta más a sí mismo y por lo tanto es capaz de respetar a los demás a su vez, pues bien, para que veáis el respeto que tenían algunos de esos adolescentes hacia los demás sólo comentaré que se perdieron dos gafas de bucear y par de aletas por haberlas dejado no-se-sabe-dónde en la orilla de la playa, que hubo berrinches porque a algunos/as no les gustaba el color del traje de neopreno, que a pesar de las advertencias del monitor algunos se separaron del grupo sin previo aviso y que, incluso cuando uno de los monitores estuvo quejándose del poco cuidado que habían tenido los niños, un individuo de sangre azul pasó olímpicamente del tema y ni se molestó en escucharlo[4], demostrando que más edad no significa más madurez ni por asomo.
Tras la vuelta del buceo[5], se nos dijo que entraríamos al comedor directamente para respetar los horarios, así que yo terminé cuanto antes de comer para poder darme una ducha lo más pronto posible. Cuando entré en mi casa, lo primero que hice fue ponerme música para disfrutar un poco del descanso y ducharme a gusto, y como soy una persona cantarina, no puedo resistirme a hacer conciertos a capella a la menor ocasión, sobre todo cuando sé que no hay nadie a quien pueda molestar, así que le dí al aleatorio del resproductor y canté[6] todo lo que iba saliendo. Estaba tan ensimismado con la relajación del agua caliente y del subidón de la música que no oía nada más que mi eco en el baño, así que cuando terminé de cantar una canción de Le Click y volvió el silencio me llevé el mayor susto que me había llevado en mucho tiempo cuando de repente escucho un tremendo aplauso en lo que yo creía que era la habitación de al lado. Resulta que uno de los niños me había oído cantar y había llamado a todo el mundo para que, en el saloncito de la casa, me oyeran, y cuando terminé pues decidieron aplaudirme. Agradezco su interés, pero ¿y si me hubiera dado por salir desnudo de la ducha, como hace todo el mundo, teniendo en cuenta que yo pensaba que estaba completamente solo allí? ¿Me habrían acusado de exhibicionista o sólo de pervertido? ¿Y por qué eso no se les ocurrió a los padres que TAMBIÉN estaban allí escuchando? ¿Veis cuando digo que el sentido común es el menos común de los sentidos?
Tras mi "actuación" me quedé en mi cuarto porque los niños tenían una charla sobre la diabetes, así que aproveché para dedicarme media a mí mismo, cosa que no había podido hacer desde que entramos en el campamento por eso de que, a pesar de que nosotros SÓLO éramos monitores de tiempo libre, estábamos currando 24 horas consecutivas entre actividades y encargarnos de que a los niños no les dé un subidón de azúcar traicionero a las 3 de la mañana, que los otros padres nos aseguraron que jamás harían eso en su casa, pero Su Alteza decía que era imprescindible; y el caso, que me desvío, es que tras leer un rato el libro que me había traído decidí ir a ver si iba bien la charla y si necesitaban algo, no fuera que alguien se hubiera roto una uña intentando comprender lo que decían los médicos y yo estuviera intentando descansar por el bien de mi salud mental, y ocurrió lo que yo me temía que ocurriera: nada más entrar en la sala donde estaban dando la charla los niños la interrumpieron para hacer comentarios acerca cómo cantaba, cosa que me dio a mí más apuro por el médico que por los comentarios en sí. Tras decirles que no era el momento, Su Alteza me dijo muy educadamente que podría aprovechar que los niños estaban vigilados para preparar las actividades de la noche... aunque no lo dijo exactamente con esas palabras[7]. Abandoné la sala y me reuní con mi compañera para cotillear un rato, que nos lo habíamos merecido, mientras acomodábamos la sala para competir con el karaoke de las otras monitoras, pero lo bueno que tiene destrozar las canciones en la ducha es que he aprendido a proyectar la voz sin necesidad de un V8.
*Mío, claro.
**Expresión que tiene la misma precisión que "tráeme eso de ahí".
***Por supuesto, no estábamos obligados, pero es que la opción era unirnos a la actividad dejando nuestras cosas allí sin vigilancia durante la hora y media que duraba el asunto. Todo un ejemplo de la responsabilidad de su Alteza.
[4] Y ya de ayudarlo a buscar el material desaparecido ni hablemos, cosa que yo sí hice, pero sin éxito.
[5] Por los secarrales otra vez, claro. Sólo una de las madres, que estaba embarazada cuando le convenía, porque ni para el buceo ni para los juegos del primer día lo estuvo, se fue en la furgoneta de los monitores de buceo hasta el camping.
[6] Si no se dice "andé" porque se dice "anduve", ¿por qué sí se dice "canté" y no "cantuve"?
[7] "¿No tienes nada más que hacer?"
martes, agosto 09, 2011
Clarísimo
Bueno, un ejemplo de cómo el orden de los factores sí que puede alterar el producto... o el mensaje, en este caso. Aquí es necesario ordenar un poco las partes, pero se ve claramente que quería decir "Tú tú, se hace plástico barato con Garancia (que debe de ser su esposa o por el estilo, pero vaya tela de nombre)". Lo importante es que esta nota informativa tiene todos lo datos necesarios para comprenderla, lo que no tiene es coherencia ni cohesión ninguna con el verdadero objetivo de la misma.
Y ahora voy a satisfacer a los que tanto me han pedido que cuente esto, que así completo la segunda parte de la historia que empezó con La Peceida.
...Y LA ODISEA (1ª PARTE)
Como ya dije antes, este verano me propuse ampliar mis horizontes laborales y atreverme con algo que no fuera ser profesor por una vez. Se suele decir que más vale malo conocido que bueno por conocer, pero en este caso me habría quedado con el malo aunque hubiera sido el mismísimo Judas (sí, el de Lady Gaga), porque vaya experiencia tuvimos mi compañera y yo en lo que se suponía que iba a ser un dinero ganado sin complicaciones, y si no me lo decís una vez leído esto:
Todo comenzó el último domingo de junio, mi compañera iba a recogerme en coche para ir los dos al camping donde íbamos a trabajar y de paso conocernos un poco para ponernos de acuerdo con las actividades que había que hacer en nuestra estancia allí. Pues bien, lo primero en lo que estuvimos de acuerdo fue en que realmente no teníamos ni idea de por qué nos habían dicho de estar allí tres horas antes de la hora de llegada de los niños, pero como de todas formas teníamos que encontrar el sitio no había problema en irse antes, total, sólo encontramos DOS señales en todo el camino que indicaban la dirección del camping, ¿QUIÉN podría perderse con tantas indicaciones yendo por un camino desértico de montaña? Pues para colofón del asunto lo primero que nos dijeron, antes de "Hola, encantado" o algo por el estilo fue "¿No habéis venido un poco temprano?", que era más o menos el preludio y anticipo de lo que iba a ser nuestra semana allí, y realmente los tontos fuimos nosotros por no coger las cosas e irnos cuando todavía estábamos a tiempo.
Lo primero que se hizo en el campamento fue decidir las actividades que se iban a realizar durante el mismo, cosa que hicieron el director de la actividad y uno de los padres de los niños que iban a estar allí a pesar de que allí había mínimo tres personas más contándonos a nosotros, pero no importaba porque, según parecía, nuestra opinión no era importante tampoco. ¿Por qué? Pues porque nada más irse el director tras haber concertado todo el horario de actividades de la semana de campamento el padre nos dijo que iba a cambiarlo todo porque no le gustaban las actividades, dando lugar a que mi compañera dijera la frase que definiría los acontecimientos que tendrían lugar allí desde ese momento: "¡Esto es Hollywood!".
Acto seguido procedimos a preparar el acto de presentación en el salón de actos que actualmente tenían para esos actos, así decidimos que lo mejor sería ir a presentar nuestros respetos a los animadores del campamento por eso de integrarnos y no resultar extraños allí... y para poder utilizar el material y las salas que tenían disponibles, claro, así que buscamos a la líder de su comuna y nos presentamos antes ella. Nuestra intención era preguntarle si podíamos utilizar las instalaciones a pesar de que era obvio que sí, pero cuál fue nuestra sorpresa cuando, tras una docena de nos, ella nos dijo que no podíamos utilizar ni las salas, ni el material, ni ocupar la piscina, ni el césped ni el aire que estábamos respirando en ese momento, así que mejor nos buscásemos la vida*. Yo, como inocente e ignorante novato en ese campo laboral empecé a buscar alternativas posibles para hacer la presentación porque tomé como ciertas las palabras de la borde esa... digo, de la otra monitora, pero mi sensor térmico de proximidad me indicaba que mi compañera estaba empezando a echar humo a pesar de que no llevábamos ni cuatro horas allí**. A pesar de que la idea general era llamar a sus superiores para que le apretasen las clavijas al respecto, acordamos esperar a ver si se retractaba de sus palabras y acababa dejándonos usar lo que necesitásemos, lo cual no era incompatible con hacer lo que nos diera la gana con las instalaciones mientras tanto dado que ella no era la dueña del recinto y no podía impedirnos nada. El tiempo nos dio la razón, como ya se vería más adelante.
El primer día transcurrió sin incidentes, al menos para el resto del campamento, porque para mí no fue así. El acto de presentación fue bien y allí pudimos conocer a todos los que iban a estar con nosotros***. También nos pusimos de acuerdo para repartir los cuartos entre los padres y los monitores para que estuvieran todos más o menos vigilados por si pasaba algo y para hacerles los controles nocturnos, y sí, habéis leído bien aunque no tenían nada que ver con exámenes sorpresa: resulta que todos los niños del campamento eran diabéticos y había que llevar un control de los niveles de azúcar para que no les diera una crisis. Dicho esto, como no había responsable médico y tras firmar unos documentos que nos eximían de responsabilidades en caso de que se diera una emergencia, el padre encargado y autocoronado rey del campamento[4], al que llamaremos Alteza para no desprestigiar su nombre, declaró mediante edicto que habría que despertar a los niños a las 3 a.m. para hacerles una prueba de azúcar TODAS LAS NOCHES. Si a esto le sumamos que había que levantarse a las 8 todos los días pues tenemos como resultado que yo no iba a estar muy fresco ningún día, ahora bien, teniendo en cuenta lo que pasó la primerísima noche yo hubiera firmado ante notario el dormir sólo cinco horas.
Tras el día que habíamos tenido, con el viaje, las sorpresas de nuestra llegada, las luchas internas del campamento, mover el equipaje, preparar las actividades y convencer a los niños para que no incendiasen los cuartos, yo estaba frito por pillar la cama nada más llegar a mi cuarto y me hubiera acostado nada más cenar, pero tuve que hacerlo a la 1 de la madrugada. Sabiendo que me tendría que levantar dos horas después, intenté conciliar el sueño lo más rápido posible[5] a pesar de que oí movimiento en el cuarto de los niños un par de veces en ese tiempo, pero tenía el presentimiento de que algo no iba bien. Cuando el despertador me dijo que ya eran las tres, intenté que los niños salieran de su letargo del mismo modo que cuando reanimaba a los borrachos en la playa en San Juan: dándoles empujoncitos con la mano a la velocidad del sonido para que el movimiento les reactivase el cerebro. El proceso tuvo éxito con los dos primeros pero el tercero se resistía, así que encargué a los otros que lo despertasen mientras me encargaba del cuarto, pero pronto descubrí que éste estaba muy despierto y sin poder levantarse. Resultó que había tenido nauseas y vómitos desde que se acostó, pero que no me lo había dicho por no despertarme, cosa que aprecié pero que me pareció muy poco lógica teniendo en cuenta que yo estaba por si les pasaba algo, y yo le dije que se hiciera la prueba del azúcar igualmente por si acaso era eso lo que le estaba afectando. Bien, yo no era ni soy ningún experto en diabéticos, pero si me dicen que los marcadores normales están en 90-150 y este chaval me dice que tiene 514 creo que es lógico pensar que vamos a tener una noche movidita, más que nada porque el centro médico más cercano estaba a 40 minutos de coche; si a esto le sumamos que me dijo que se había inyectado 14 dosis de insulina para regularlo y que cada dosis suele bajar unos 50 puntos el marcador del azúcar pues tenemos que los sudores fríos ya me estaban viniendo cada dos por tres, porque las matemáticas no me salían; por si fuera poco, uno de los padres vio la luz encendida y se acercó a ver qué pasaba, y tuvo que su Alteza el que vino de los tres disponibles, aunque su ayuda fue inestimable: se acercó a mirar al chaval, me dijo que efectivamente estaba malo y se quedó cinco minutos por si mejoraba, cosa que no ocurrió, así que se volvió a su casa a dormir. Acordamos no avisar a los padres porque el chico dijo que eso era normal, que no teníamos que preocuparnos porque a él la insulina le afectaba menos que los demás y que al día siguiente se encontraría mejor... y a todo esto eran ya las 5:30 y yo estaba muy adrenalizado como para pegar ojo, así que puse al chaval en posición accidentado y estuve en duermevela toda la noche por si le volvía a dar otra vez. Por la mañana el chaval estaba bien, pero yo tenía los párpados pegados y no era capaz de moverme... hasta que me acordé de que había buffet libre en el desayuno y salí de un salto de la cama[6]. Y todo esto la primera noche, ¿eso era Hollywood o no?
*Parece que estoy exagerando su respuesta, pero tengo una testigo de que nonononono.
**El tiempo vuela cuando uno se divierte, por eso si a mí me preguntasen el tiempo que estuve de campamento sin mirar el calendario respondería sin dudarlo que fue un mes.
***Incluyendo tres padres que se quedaban para cuidar de los niños. ¿Imagináis cómo tiene que ser irse de campamento de verano con tus padres?
[4] Su primer acto como monarca fue ni más ni menos que decirles a los niños que ni mi compañera ni yo éramos figuras de autoridad y que todo tendría que pasar su supervisión sin excepción. No lo dijo con esas palabras exactas, pero te aseguro que eso fue lo que entendieron los niños al decirles que "estos dos sólo son monitores".
[5] Cosa que es imposible cuando te despierta hasta el ruido que hacen los gatos cuando pisan los chinorros de la calle.
[6] Mi padre me enseñó que si no puedes dormir bien al menos intenta comer bien.
Y ahora voy a satisfacer a los que tanto me han pedido que cuente esto, que así completo la segunda parte de la historia que empezó con La Peceida.
...Y LA ODISEA (1ª PARTE)
Como ya dije antes, este verano me propuse ampliar mis horizontes laborales y atreverme con algo que no fuera ser profesor por una vez. Se suele decir que más vale malo conocido que bueno por conocer, pero en este caso me habría quedado con el malo aunque hubiera sido el mismísimo Judas (sí, el de Lady Gaga), porque vaya experiencia tuvimos mi compañera y yo en lo que se suponía que iba a ser un dinero ganado sin complicaciones, y si no me lo decís una vez leído esto:
Todo comenzó el último domingo de junio, mi compañera iba a recogerme en coche para ir los dos al camping donde íbamos a trabajar y de paso conocernos un poco para ponernos de acuerdo con las actividades que había que hacer en nuestra estancia allí. Pues bien, lo primero en lo que estuvimos de acuerdo fue en que realmente no teníamos ni idea de por qué nos habían dicho de estar allí tres horas antes de la hora de llegada de los niños, pero como de todas formas teníamos que encontrar el sitio no había problema en irse antes, total, sólo encontramos DOS señales en todo el camino que indicaban la dirección del camping, ¿QUIÉN podría perderse con tantas indicaciones yendo por un camino desértico de montaña? Pues para colofón del asunto lo primero que nos dijeron, antes de "Hola, encantado" o algo por el estilo fue "¿No habéis venido un poco temprano?", que era más o menos el preludio y anticipo de lo que iba a ser nuestra semana allí, y realmente los tontos fuimos nosotros por no coger las cosas e irnos cuando todavía estábamos a tiempo.
Lo primero que se hizo en el campamento fue decidir las actividades que se iban a realizar durante el mismo, cosa que hicieron el director de la actividad y uno de los padres de los niños que iban a estar allí a pesar de que allí había mínimo tres personas más contándonos a nosotros, pero no importaba porque, según parecía, nuestra opinión no era importante tampoco. ¿Por qué? Pues porque nada más irse el director tras haber concertado todo el horario de actividades de la semana de campamento el padre nos dijo que iba a cambiarlo todo porque no le gustaban las actividades, dando lugar a que mi compañera dijera la frase que definiría los acontecimientos que tendrían lugar allí desde ese momento: "¡Esto es Hollywood!".
Acto seguido procedimos a preparar el acto de presentación en el salón de actos que actualmente tenían para esos actos, así decidimos que lo mejor sería ir a presentar nuestros respetos a los animadores del campamento por eso de integrarnos y no resultar extraños allí... y para poder utilizar el material y las salas que tenían disponibles, claro, así que buscamos a la líder de su comuna y nos presentamos antes ella. Nuestra intención era preguntarle si podíamos utilizar las instalaciones a pesar de que era obvio que sí, pero cuál fue nuestra sorpresa cuando, tras una docena de nos, ella nos dijo que no podíamos utilizar ni las salas, ni el material, ni ocupar la piscina, ni el césped ni el aire que estábamos respirando en ese momento, así que mejor nos buscásemos la vida*. Yo, como inocente e ignorante novato en ese campo laboral empecé a buscar alternativas posibles para hacer la presentación porque tomé como ciertas las palabras de la borde esa... digo, de la otra monitora, pero mi sensor térmico de proximidad me indicaba que mi compañera estaba empezando a echar humo a pesar de que no llevábamos ni cuatro horas allí**. A pesar de que la idea general era llamar a sus superiores para que le apretasen las clavijas al respecto, acordamos esperar a ver si se retractaba de sus palabras y acababa dejándonos usar lo que necesitásemos, lo cual no era incompatible con hacer lo que nos diera la gana con las instalaciones mientras tanto dado que ella no era la dueña del recinto y no podía impedirnos nada. El tiempo nos dio la razón, como ya se vería más adelante.
El primer día transcurrió sin incidentes, al menos para el resto del campamento, porque para mí no fue así. El acto de presentación fue bien y allí pudimos conocer a todos los que iban a estar con nosotros***. También nos pusimos de acuerdo para repartir los cuartos entre los padres y los monitores para que estuvieran todos más o menos vigilados por si pasaba algo y para hacerles los controles nocturnos, y sí, habéis leído bien aunque no tenían nada que ver con exámenes sorpresa: resulta que todos los niños del campamento eran diabéticos y había que llevar un control de los niveles de azúcar para que no les diera una crisis. Dicho esto, como no había responsable médico y tras firmar unos documentos que nos eximían de responsabilidades en caso de que se diera una emergencia, el padre encargado y autocoronado rey del campamento[4], al que llamaremos Alteza para no desprestigiar su nombre, declaró mediante edicto que habría que despertar a los niños a las 3 a.m. para hacerles una prueba de azúcar TODAS LAS NOCHES. Si a esto le sumamos que había que levantarse a las 8 todos los días pues tenemos como resultado que yo no iba a estar muy fresco ningún día, ahora bien, teniendo en cuenta lo que pasó la primerísima noche yo hubiera firmado ante notario el dormir sólo cinco horas.
Tras el día que habíamos tenido, con el viaje, las sorpresas de nuestra llegada, las luchas internas del campamento, mover el equipaje, preparar las actividades y convencer a los niños para que no incendiasen los cuartos, yo estaba frito por pillar la cama nada más llegar a mi cuarto y me hubiera acostado nada más cenar, pero tuve que hacerlo a la 1 de la madrugada. Sabiendo que me tendría que levantar dos horas después, intenté conciliar el sueño lo más rápido posible[5] a pesar de que oí movimiento en el cuarto de los niños un par de veces en ese tiempo, pero tenía el presentimiento de que algo no iba bien. Cuando el despertador me dijo que ya eran las tres, intenté que los niños salieran de su letargo del mismo modo que cuando reanimaba a los borrachos en la playa en San Juan: dándoles empujoncitos con la mano a la velocidad del sonido para que el movimiento les reactivase el cerebro. El proceso tuvo éxito con los dos primeros pero el tercero se resistía, así que encargué a los otros que lo despertasen mientras me encargaba del cuarto, pero pronto descubrí que éste estaba muy despierto y sin poder levantarse. Resultó que había tenido nauseas y vómitos desde que se acostó, pero que no me lo había dicho por no despertarme, cosa que aprecié pero que me pareció muy poco lógica teniendo en cuenta que yo estaba por si les pasaba algo, y yo le dije que se hiciera la prueba del azúcar igualmente por si acaso era eso lo que le estaba afectando. Bien, yo no era ni soy ningún experto en diabéticos, pero si me dicen que los marcadores normales están en 90-150 y este chaval me dice que tiene 514 creo que es lógico pensar que vamos a tener una noche movidita, más que nada porque el centro médico más cercano estaba a 40 minutos de coche; si a esto le sumamos que me dijo que se había inyectado 14 dosis de insulina para regularlo y que cada dosis suele bajar unos 50 puntos el marcador del azúcar pues tenemos que los sudores fríos ya me estaban viniendo cada dos por tres, porque las matemáticas no me salían; por si fuera poco, uno de los padres vio la luz encendida y se acercó a ver qué pasaba, y tuvo que su Alteza el que vino de los tres disponibles, aunque su ayuda fue inestimable: se acercó a mirar al chaval, me dijo que efectivamente estaba malo y se quedó cinco minutos por si mejoraba, cosa que no ocurrió, así que se volvió a su casa a dormir. Acordamos no avisar a los padres porque el chico dijo que eso era normal, que no teníamos que preocuparnos porque a él la insulina le afectaba menos que los demás y que al día siguiente se encontraría mejor... y a todo esto eran ya las 5:30 y yo estaba muy adrenalizado como para pegar ojo, así que puse al chaval en posición accidentado y estuve en duermevela toda la noche por si le volvía a dar otra vez. Por la mañana el chaval estaba bien, pero yo tenía los párpados pegados y no era capaz de moverme... hasta que me acordé de que había buffet libre en el desayuno y salí de un salto de la cama[6]. Y todo esto la primera noche, ¿eso era Hollywood o no?
*Parece que estoy exagerando su respuesta, pero tengo una testigo de que nonononono.
**El tiempo vuela cuando uno se divierte, por eso si a mí me preguntasen el tiempo que estuve de campamento sin mirar el calendario respondería sin dudarlo que fue un mes.
***Incluyendo tres padres que se quedaban para cuidar de los niños. ¿Imagináis cómo tiene que ser irse de campamento de verano con tus padres?
[4] Su primer acto como monarca fue ni más ni menos que decirles a los niños que ni mi compañera ni yo éramos figuras de autoridad y que todo tendría que pasar su supervisión sin excepción. No lo dijo con esas palabras exactas, pero te aseguro que eso fue lo que entendieron los niños al decirles que "estos dos sólo son monitores".
[5] Cosa que es imposible cuando te despierta hasta el ruido que hacen los gatos cuando pisan los chinorros de la calle.
[6] Mi padre me enseñó que si no puedes dormir bien al menos intenta comer bien.
lunes, agosto 08, 2011
Camino de la libertad
Qué irónico que el camino de la libertad esté precisamente vallado para impedir el paso a la gente, ¿no?
LA PECEIDA
Dice la gente que la libertad de uno termina donde empieza la de los demás, pero en realidad quieren decir que termina en cuanto nosotros decidimos ponernos responsabilidades voluntariamente. Yo lo sé bien porque he estado más de dos meses sin escribir por culpa de mi anterior ordenador y del irreparable daño que sufrió en su séptimo año de uso continuado, con internet y sin formatear en todo ese tiempo*. Ese ordenador vino de viaje conmigo a Irlanda al mes de ser mío, estuvo en Salamanca también durante mi estancia allí, volvió tras todo lo vivido a Almería con cientos de recuerdos, y no consideré que se fuera a quedar viejo en ningún momento**, pero el desgaste del uso es algo que no se puede evitar... y Windows, que tampoco se puede evitar. Es por eso que, tras sobrevivir un par de años a una reanimación de emergencia con una placa base y una fuente de alimentación nuevas, el jueves 7 de junio de este año mi compañero de penurias universitarias y laborales me dijo adiós para siempre. Si lo miras como un objeto de uso diario puede pareceros una chorrada todo esto que acabo de decir, pero si lo miras como el archivo donde guardas todos los informes académicos, exámenes corregidos y en blanco, partes y listas de asistencia de los alumnos que he tenido en mis cinco años de profesor ten por seguro que le tendrías el cariño que yo le tenía, te lo aseguro... aparte de mis cosas claro.
El caso es que decidí que tenía que superar la pérdida y comprarme uno nuevo, a lo que mis jefes respondieron despidiéndome hasta octubre que empiece el curso otra vez, así que tuve que buscarme otro trabajo para financiarme la pérdida emocional cibernáutica***. Una vez superada la primera prueba, me acerqué a mirar las ofertas más interesantes y, como hombre que soy, me quedé con la primera que me convenció sin ningún interés en mirar nada más[4], con lo cual ya me las hacía yo felices pensando que iba a poder escribir y pasar el rato en internet otra vez esa misma noche, pero el dependiente me dijo que tenían que montar el equipo y que volviera mañana, terminando con ello mi primera visita a la tienda.
Al día siguiente me acerqué al salir del trabajo a recoger el ordenador con intención de ponerle el WoW inmediatamente y pasar así mi ostracismo estival involuntario de mejor manera que volver a ver todas las series que echan por las tardes en la Fox y en TNT, más que nada porque hay series que no había visto nunca y ya me empezaban a sonar los episodios[5], así que me planté allí y, tras el abono de la factura[6], me dieron una caja más grande que yo que tendría que llevar en brazos cual marido recién casado en la noche de bodas hasta mi casa. Sin embargo, en esos momentos yo no era consciente del esfuerzo debido a la felicidad de saber que iba a estrenar ordenador después de mucho tiempo, lo fui después, cuando a mitad de camino me dí cuenta de que se me caían los brazos a cachos y que me podría dar una docena de infartos si le pasaba algo al ordenador. Al llegar a casa lo conecté todo y me dispuse a instalar y actualizar el WoW sin dudarlo, cuando vi que tendría que pasar cuatro horas instalando los discos y que luego tendría que descargar 11 gigas de actualizaciones a una velocidad de 400 Kbs/s me volví nihilista.
A la tarde siguiente, cuando el ordenador ya estaba terminando de actualizar el juego[7], quise probar este ejemplo de nuevas tecnologías cuando me dí cuenta de que esto iba terriblemente mal, que los videos iban a trompicones, que cualquier programa tardaba el doble en activarse, que tanto encender como apagar el ordenador era algo eterno y que hasta las ventanas del navergador iban de manera extraña, así que con las mismas me acerqué a la tienda y se lo comenté, resolviendo entre el dependiente y yo que lo mejor era que se lo llevase al día siguiente, planificando con ello mi tercer viaje a la tienda y segunda vez que cargaba con el ordenador en brazos. Tras revisarlo, me dijo que los dos anitivirus que tenía eran los causantes de tanto problema[8] y que habían quitado el que ellos me habían instalado sin permiso, a lo cual yo volví a coger al recién nacido en brazos y me lo llevé a casita otra vez para ver si se adaptaba a la vida hogareña.
Tres días después yo ya había puesto todo como yo quería y el pequeñín este, que es de sobremesa, todo sea dicho, iba como la seda, pero entonces se me ocurrió actualizar y poner al día mi correo y me dí cuenta de que algo fallaba en mi taquigrafía. ¿Acaso habría perdido im toque debido a la inactividad de los dos meses anteriores? El caso es que no me admitían las direcciones de correo electrónico y no podía entrar en mi cuenta, lo cual era del todo extraño dado que sólo tengo una y jamás podría confundirla. ¿Había olvidado la contraseña de no utilizarla debido a que mi anterior ordenador la ponía automáticamente? No tenía sentido pensar eso puesto que nunca pongo nada que no vaya a recordar luego, pero los hechos me demostraron que ninguna me dejaba entrar. ¡Oh, ironía del destino, que aún cuando tenía las autopistas de la información disponibles para mí no era capaz de sacarles partido por culpa de mis fallos de memoria![9] Y entonces hice lo que todo el mundo debería hacer cuando ninguno de sus métodos parece servir para solucionar el problema al que se enfrenta[10], con lo que descubrí que mi teclado estaba configurado a español latino, cambiando así el orden de los símbolos alfanuméricos que tecleaba y dando como resultado una dirección de correo completamente distinta a la que yo quería escribir. Lo cambié sin dilación, pero el fallo no radicaba ahí, sino en que por algún azar del destino ninguna de las configuraciones de teclado disponibles me permitía escribir la arroba[11], y estaba tan harto de chorradas que decidí que un ordenador nuevo bien valía una arroba, aunque sólo fuera porque pesaba lo mismo.
A la mañana siguiente mi ordenador decidió que era un buen momento para quedarse bloqueado sin motivo ni razón alguna, así que lo reinicié para que todo volviera a la normalidad... y jamás se volvió a encender. Ante tal panorama, hice de tripas corazón y cargué con la víctima de mis andanzas por la red hasta la tienda por enésima vez, confiando en que fuera la penúltima vez que lo hacía[12], y lo dejé allí para que lo sometieran a un examen exhaustivo de una maldita vez ya. Cuando mi reloj interno me dijo que ya deberían haberlo hecho[13], me acerqué a la tienda a recogerlo, y el diagnóstico fue que tenía un troyano digno rival de los espartanos de la peli 300, pero que ya había sido eliminado y que no tenía nada que temer excepto, eso sí, que me habían formateado el disco duro. Cuando me desperté del desmayo el dependiente me dijo que el hecho de que me hubieran formateado el disco no era tan preocupante, que al fin y al cabo era nuevo y no tenía nada, pero cuando me acordé de lo que había tardado en instalar el WoW me volví a desmayar, y por eso de tanto desmayo surgió el día 2 de mayo[14]. El caso es que me llevé al bulto insoportable este otra vez a casa con la firme intención de que si no funcionaba bien por la más nimia razón que fuera me daría el gustazo de usarlo como blanco de prácticas de tiro, a pesar de que es negro.
Epílogo:
Tras esa última intervención del informático de la tienda no he tenido más problemas que la falta de tiempo para conectarme por culpa de los estudios. Los virus siguen intentando hacer de las suyas pero el antivirus que tengo protege a mi pequeñín mejor que el Actimel así que me temo que tendré que pagar la suscripción anual si quiero seguir conectado a la red.
También le dije al hombre ese que, aunque le agradecía mucho todo lo que había hecho por mí ya que la garantía seguía vigente y que el ordenador tenía menos de dos semanas, no me molestaría no volver por allí en un tiempo. No obstante, no volveré si puedo evitarlo.
Por último, aunque tampoco le estoy dedicando mucho tiempo al WoW, al menos sí que me gusta saber que es porque no me apetece y no porque no puedo. Sobre todo porque de esa manera puedo actualizar esto y contaros esas cosas que serían monopolizadoras de las tardes de café. El egocentrismo no es bueno, niños.
*Aquí más de uno abrirá las cuencas de los ojos de par en par, así que os recomiendo sujetaros los globos oculares para que no se os pierdan.
**Es lo que tiene que te gusten los juegos de hace quince años, que para ellos un ordenador de hace siete es algo casi futurista.
***De ahí la segunda parte de este post, que ya leeréis en otro momento.
[4] La principal diferencia entre hombres y mujeres de compras son esperar tres horas y cuarto de pie y tener que devolver la mitad de lo que has comprado luego... y parecerá un chiste machista, pero es que mis amigas me secuestran para ir con ellas, así que lo sé bien.
[5] La idea de una joven que es capaz de ver a los espíritus que están todavía en la tierra parece una idea interesantemente novedosa... cuando no has visto la serie entera dos veces ya.
[6] ...Y limpiarlo después. ¿A quién se le ocurrió que la expresión que significa "cubrir de estiércol para fertilizar la tierra" sería perfectamente válida también para "saldar una deuda económica"?
[7] El juego básico + tres ampliaciones + 11'4 gigas de actualizaciones = Hay que tener muchas ganas de jugar a eso para no pasarse a las consolas definitivamente... o haberlo pagado.
[8] Debe de ser por eso que no es bueno mezclar los medicamentos sin consultar a un médico.
[9] Es que hace poco he leído "Yago" de Ralf König y me ha venido la inspiración.
[10] No, liarme a golpes con el objeto más cercano no, volver a repasarlo todo para ver en qué me he equivocado... y luego decirme a mí mismo que soy más tonto que las piedras.
[11] ...Que son 25 libras u 11'502 kg, pero por alguna razón todo el mundo piensa que es @.
[12] La última tendría que ser cuando me lo llevase a casa, claro.
[13] Es que siempre me decían que ya me avisarían cuando lo tuvieran, pero nunca lo hacían.
[14] Vivan Martes y 13 ahora y siempre.
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