Segunda Temporada

¡He vuelto! Y además con mi propio videojuego en la vida real, con sus options, sus powerups y sus malos de fin de fase, digno de ver aunque sea a capítulos. Sea como sea, vamos al lío, Rocío, hace frío en el río y me enfrío con brío mientras me río. Dicho esto, me he quedado más a gusto que Belén Esteban tras una visita al dentista.

A CID TO THE PAST

Imaginaos que un día vuelves a tu casa de trabajar y tu llave no encaja en la puerta. "Omaigod, ¿wat de fakin pusi is dis?", dicho así de pronto y mal, pero es básicamente lo que pensé tras darme cuenta de que mi padre había cambiado la cerradura sin avisarme. Sorpresivamente, el resto de mi familia sí que lo sabía y tenían sus respectivas llaves, será que como soy filólogo vivo en un mundo de letras y ensueño, y los sueños sueños son... hasta que suena el despertador.

El caso es que no sólo en mi casa se dan casos de franquismo con los hijos. El fin de semana pasado en el ToTheField (Alcampo para los de Coria del Río, un beso para los corios y los adamantitos) oí cómo una madre le decía a su hijo "Antonio, no te alejes mucho, que viene alguien, te coge de la mano y uno menos"... Esa madre no tenía hijos, tenía lemmings. El mismo caso lo vi en Gijón cuando una madre que estaba sujetando a su niño para que hiciera pipí entre dos contenedores va y dice "Ten cuidado, chaval"... seguro que el niño la mancha y llama a "la familia" para que le dé una paliza.

Sin embargo, a veces los niños también se las traen, sobre todo esos que cuando están en un bar con los padres no paran de gritar o llorar a voces y los padres lo ignoran (momento en el cual uno se plantea a Nerón como benefactor de la humanidad prematuro o las ventajas de utilizar preservativo con tu pareja). Si es que no es ni un extremo ni el otro, que todos hemos sido niños jaleantes pero con el tiempo nos hemos convertido en adultos (jaleantes también). El niño es el padre del hombre (del hombre que serás, me refiero), así que hay que tratarlos bien... por la cuenta que nos trae.