domingo, octubre 20, 2013

De boda

¡Mi hermano se ha casado por fin! Ahora tengo una cuñada nueva, aunque lo cierto es que la conozco de toda la vida, vaya.
La ceremonia fue muy agradable y el convite estuvo genial, no me aburrí en ningún momento... hasta la última media hora en la que después de casi cuatro horas bailando el cuerpo me estaba diciendo a las doce de la noche que eso de levantarse a las siete para estar listo y preparado, después de dormir mal, acaba pasando factura (y que ya no tengo veinte años, todo sea dicho).
El caso es que yo también tuve mi momento de gloria en el feliz acontecimiento y me hice un cierto grado de reconocimiento por mi intervención en la lectura de textos*.

Aquí os dejo el discurso que preparé como parte del regalo de bodas. La verdad es que causó sensación.

HERMANOS

No todo el mundo puede decir que se siente afortunado, pero yo tengo la suerte de poder afirmarlo sin tapujos. Me siento afortunado porque tengo un hermano, José María, y eso me ha permitido no tener que recorrer este camino de la vida en solitario.
Mi hermano también es una persona afortunada, puesto que conoció a su mujer, Estefanía, cuando eran niños y han mantenido esa amistad desde entonces. Tanto la han mantenido, que han decidido formalizarla convirtiéndose en matrimonio después de toda una vida conociéndose.
Es curioso, pero la expresión “Toda una vida” parece casi una sentencia, como si no hubiera nada más después de ella, mas sabemos perfectamente que sí que lo hay: Quedan todos los momentos por vivir de los que ahora, como pareja, pueden disfrutar; quedan todas aquellas anécdotas que, juntos, podrán revivir y recordar; y quedan todos esos planes y proyectos que ahora, como matrimonio, podrán crear y hacer realidad. Por eso, cuando alguien afirma apocalípticamente que formalizar una relación parece el principio del fin, yo me muestro escéptico al respecto, porque no es el principio del fin, como una sentencia, sino el fin del principio, como el paso a una siguiente etapa de la vida.
Por eso me siento afortunado, y especialmente hoy, porque con esta unión no he perdido un hermano, he ganado una hermana, y les deseo todo lo mejor.

Aunque no era mi intención en absoluto, y no me lo esperaba en una ceremonia de iglesia, los asistentes me hicieron el honor de de regalarme una ovación al terminar de leer y bastantes elogios al acabar la ceremonia. Supongo que cuando uno hace algo sin expectativas siempre sienta mejor una reacción positiva, ¿no?

*La verdad es que acabé siendo reconocido por toda la comitiva, pero es una sensación muy extraña la de que la gente te hable como si fuerais amigos íntimos a pesar de que no tienes ni idea de quiénes son.

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