Un placer, señorita. ¿Sabía usted que cuando una persona realiza acciones que considera rutinarias o poco importantes alcanza una velocidad o inercia impresionantes? Pues la mayoría no se da cuenta de ese tipo de cosas... hasta que doblan una farola con la frente por no ir mirando por dónde van.
INCULTICIA RELATIVA
Aunque es algo que todo ser humano* sabe en su fuero interno**, la incultura depende casi completamente de la sociedad en la que uno se encuentre, no sólo por el grado de sus conocimientos, que también, sino por la calidad, variedad y, principalmente, utilidad de los mismos.
Ejemplo práctico: un indígena del Amazonas podría llegar a sentirse frustrado cuando averigüe que la respuesta a la tabla de multiplicar del 8 no es "No conozco ese tipo de árbol", a pesar de que en esta sociedad eso sea algo básico***. No obstante, el ejemplo es aplicable también a la inversa: cualquier erudito matemático, por aclamado y considerado que sea en su sociedad, podría sentir también cierto grado de frustración, por no hablar de ansiedad, cuando al encontrarse en pleno centro de la jungla no sea capaz de reconocer cuál de las cuarenta y siete variedades de la raíz del baobab NO es tóxica para el ser humano o cómo convertir las vísceras de una rana venenosa en una papilla nutritiva para momentos de necesidad[4].
Cierto es que la cultura es necesaria para sobrevivir hoy en día, pero en algunos casos tu supervivencia puede literalmente depender de ella.
*Y que conste que este término no está muy bien definido últimamente.
**¿No es un poco contradictoria esta expresión? ¿Por qué no se dice "dentro interno" entonces?
***De hecho, Es General y Básico.
[4] Los indígenas estimarían unos veinte minutos de vida mientras lo observan comerse el tallo de una ortiga venenosa parecida a la lechuga (el equivalente a comerse una farola más o menos).
sábado, octubre 27, 2012
domingo, octubre 07, 2012
Julie London
Esto lo hice cenando en casa de un amigo una noche* que no teníamos nada más que hacer que escuchar música y despellejar gente... y cenar, claro.
Y ahora, señoras y señores, les ofrecemos algo que seguro llevaban esperando mucho tiempo... bueno, o por lo menos llevaban esperando mucho tiempo que nunca llegásemos a ofrecérselo.
MINUTOS MUSICÁNICOS
Este fin de semana no he podido evitar cantar varias veces una famosa canción de Pimpinela que hablaba de peleas matrimoniales. Vale que esta definición serviría para el 94% de su repertorio, pero me refiero a una en concreto que utilizo yo para referirme a esas situaciones en las que uno prefiere y decide romper unilateralmente el trato con algo o alguien para siempre**. El problema de no saberme más canciones de ellos es que, bien por el cambio de clima, bien porque la aburrición lo provocaba, acabé por cantarla en versión anglosajona. Ahí va:
-Who is it?
-It's me.
-What are you looking for?.
-For you.
-Too late.
-But why?.
-'Cause now I'm the one who wants to be away.
¿Qué tal? ¿A que ha sido peor que un parto? Pues ahora imaginad mi tortura por haberme dejado el mp3 en casa antes de salir de fin de semana de turisteo anduviando*** y no poder sacarme la canción de la cabeza de ninguna forma. Ha sido como despertar al monstruo de Frankenstein, pero no creáis que esta abobinación acabó ahí, todavía me atreví a sacar la versión española de la canción que lanzó a la fama a Amy la Enóloga. Vamos que nos vamos:
Mi mamá me quiso hacer torrijas y yo dije "no no no".
"Es que no me comes, hija", y yo dije "no no no".
Me quiere engordar. Esto es un no parar.
Mi abuela quiso hacer torrijas y yo dije "no no no".
"Niña, es que estás canija" y yo dije "no no no".
Estoy empachá. Creo que voy a reventar.
Mi vecina quiso hacer torrijas y yo dije "no no no".
"Anda, no me seas pija" y yo dije "no no no".
"Es que estoy a plan, voy a por un Biomanán".
"Mami, para. No puedo comer más".
"Anda, hija, uno más".
Mi familia quiere hacer torrijas y digo "no no no".
Qué le voy a hacer... que diga, "no no no".
Esta versión me llevaba rondando la cabeza varios meses ya, menos mal que por fin he podido escribirla para que quede constancia de alguna manera. La verdad es que pensé en mandársela a la Terremoto por si le gustaba, pero resulta que ya tenía su propia versión de la canción original, así que decidí que sería una contribución personal mía simplemente. No obstante, mejor fuera que dentro, vaya que sí.
*Porque cenar por la mañana se llama desayunar, más que nada.
**Cuando yo digo que "le has cantado Pimpinela a alguien" me refiero a que quieres a esa persona... lejos de ti.
***Gerundio del verbo anduviar, que significa "andar deseando que llueva para volver lo más pronto posible".
Y ahora, señoras y señores, les ofrecemos algo que seguro llevaban esperando mucho tiempo... bueno, o por lo menos llevaban esperando mucho tiempo que nunca llegásemos a ofrecérselo.
MINUTOS MUSICÁNICOS
Este fin de semana no he podido evitar cantar varias veces una famosa canción de Pimpinela que hablaba de peleas matrimoniales. Vale que esta definición serviría para el 94% de su repertorio, pero me refiero a una en concreto que utilizo yo para referirme a esas situaciones en las que uno prefiere y decide romper unilateralmente el trato con algo o alguien para siempre**. El problema de no saberme más canciones de ellos es que, bien por el cambio de clima, bien porque la aburrición lo provocaba, acabé por cantarla en versión anglosajona. Ahí va:
-Who is it?
-It's me.
-What are you looking for?.
-For you.
-Too late.
-But why?.
-'Cause now I'm the one who wants to be away.
¿Qué tal? ¿A que ha sido peor que un parto? Pues ahora imaginad mi tortura por haberme dejado el mp3 en casa antes de salir de fin de semana de turisteo anduviando*** y no poder sacarme la canción de la cabeza de ninguna forma. Ha sido como despertar al monstruo de Frankenstein, pero no creáis que esta abobinación acabó ahí, todavía me atreví a sacar la versión española de la canción que lanzó a la fama a Amy la Enóloga. Vamos que nos vamos:
Mi mamá me quiso hacer torrijas y yo dije "no no no".
"Es que no me comes, hija", y yo dije "no no no".
Me quiere engordar. Esto es un no parar.
Mi abuela quiso hacer torrijas y yo dije "no no no".
"Niña, es que estás canija" y yo dije "no no no".
Estoy empachá. Creo que voy a reventar.
Mi vecina quiso hacer torrijas y yo dije "no no no".
"Anda, no me seas pija" y yo dije "no no no".
"Es que estoy a plan, voy a por un Biomanán".
"Mami, para. No puedo comer más".
"Anda, hija, uno más".
Mi familia quiere hacer torrijas y digo "no no no".
Qué le voy a hacer... que diga, "no no no".
Esta versión me llevaba rondando la cabeza varios meses ya, menos mal que por fin he podido escribirla para que quede constancia de alguna manera. La verdad es que pensé en mandársela a la Terremoto por si le gustaba, pero resulta que ya tenía su propia versión de la canción original, así que decidí que sería una contribución personal mía simplemente. No obstante, mejor fuera que dentro, vaya que sí.
*Porque cenar por la mañana se llama desayunar, más que nada.
**Cuando yo digo que "le has cantado Pimpinela a alguien" me refiero a que quieres a esa persona... lejos de ti.
***Gerundio del verbo anduviar, que significa "andar deseando que llueva para volver lo más pronto posible".
Cartel ejemplar
Me parece tremendamente bien que esta empresa predique con el ejemplo. ¿Quién querría un certificado oficial de reconocimiento de alguien que no ha sido reconocido oficialmente?
ON THE GRAPEVINE
Encontrándome yo en Baeza almorzando al fresco en la terraza de un atento bar, decide mi chiqui ausentarse brevemente debido a una urgencia singular, momento que aprovecho para continuar con mi duelo a muerte con un tazón de salmorejo sin par.
Estando yo concentrado en tal terrible refriega, se acerca un señor con paso seguro y camisa veraniega hasta donde se encontraba la silla de mi chiqui para tomar asiento, proceso que yo observé, si bien atónito, completamente atento.
En respuesta a mi asombro él me devuelve una fugaz mirada, aliñada con extrañeza, que acaba por tornarse en sorpresa a su vez cuando, tras unos segundos de agudeza, se da cuenta de que yo no soy su mujer. A decirle, más que obligado, me sentía en mi deber:
"Puede usted sentarse si quiere, caballero", ofrecí al despistado.
"Perdone, es que iba mirando al suelo", respondió abrumado.
Lo seguí con la mirada mientras regresaba a su inicial emplazamiento percibiendo la resignación que su esposa transmitía con un ligero asentimiento.
La señora no dejó de mirar su teléfono mientras comentaba tan curiosa situación, pero al menos a mí, de que no solamente yo estoy en la parra, me sirvió de clara confirmación.
ON THE GRAPEVINE
Encontrándome yo en Baeza almorzando al fresco en la terraza de un atento bar, decide mi chiqui ausentarse brevemente debido a una urgencia singular, momento que aprovecho para continuar con mi duelo a muerte con un tazón de salmorejo sin par.
Estando yo concentrado en tal terrible refriega, se acerca un señor con paso seguro y camisa veraniega hasta donde se encontraba la silla de mi chiqui para tomar asiento, proceso que yo observé, si bien atónito, completamente atento.
En respuesta a mi asombro él me devuelve una fugaz mirada, aliñada con extrañeza, que acaba por tornarse en sorpresa a su vez cuando, tras unos segundos de agudeza, se da cuenta de que yo no soy su mujer. A decirle, más que obligado, me sentía en mi deber:
"Puede usted sentarse si quiere, caballero", ofrecí al despistado.
"Perdone, es que iba mirando al suelo", respondió abrumado.
Lo seguí con la mirada mientras regresaba a su inicial emplazamiento percibiendo la resignación que su esposa transmitía con un ligero asentimiento.
La señora no dejó de mirar su teléfono mientras comentaba tan curiosa situación, pero al menos a mí, de que no solamente yo estoy en la parra, me sirvió de clara confirmación.
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