lunes, mayo 31, 2010

Molten Coria

Llega el verano, el calor, las vacaciones, la ropa ligera (de ropa), los refrescos, las terrazas, el sopor de la tarde, el recorte del horario laboral, los exámenes, los nervios, las tensiones, las extensiones, las abstenciones, los cómics que llegan tarde, los juegos que no salen a tiempo, los sueldos que se retrasan, las facturas que llegan puntuales, las conciencias alteradas por los ahorros, los ahorros alterados por la falta de conciencia, los móviles que no tienen cobertura y las cenas a cubierto... y uno no puede sino imitar a los gemelos y preguntarse: ¿pero por qué?

FINDE VERANIEGO (O SEA, EN VERA)

La idea de ir de camping suele resultar bastante idílica a priori: estar en contacto con la naturaleza, ir a la playa, cenar con las estrellas por la noche, acurrucarse en la tienda de campaña y el último día se recoge todo y en nada de tiempo te plantas en tu casita como si nada hubiera pasado... Sin embargo, ¿por qué será que al escribir esto he escuchado una especie de "ja ja" procedente de la madre naturaleza?

En primer lugar, el requisito principal para ir de camping es saber dónde está el mismo, así que si ninguno de los tripulantes del vehículo posee tal información puede ser que la primera parte de la acampada se convierta en un tour por la geografía almeriense, con esos paisajes que se ven tan bien de noche y todo.

En segundo lugar, la idea de estar en contacto con la naturaleza es genial si estás jugando al Animal Crossing o a los Sims, pero cuando en la realidad ves nada más llegar al camping unas nubes sospechosamente cargadas de amor plúvico lo que menos te apetece es estar en contacto con la naturaleza, así que haces uso de la cápsula Hoi Poi de la tienda de campaña y en dos minutos te alegras de estar más en la civilización que en plena naturaleza.

En tercer lugar, cuando uno va a la playa suele tener la idea de remojarse con el agua para poder combatir el terrible calor en caso de que haga buen tiempo... pero el inconveniente viene cuando hace tanto calor que se podría freír un huevo en la calle, el agua está tan fría que te sale vaho cuando la tocas y además corre un viento gélido de la noche anterior. Ese tipo de situaciones hacen que cambien tus ideales (de playa).

En cuarto lugar, y seguimos con el ránking, tenemos una fabulosa cena en plena naturaleza bajo las estrellas. Es entonces cuando se da cuenta de que la naturaleza lo equilibra todo: los seres humanos nos alimentamos de la naturaleza y la naturaleza se alimenta de nosotros, al menos en lo que respecta a los mosquitos del tamaño de un portaaviones, que además debían de ser ATS todos porque estaban empeñados en sacarme sangre (sin ser de hacienda).

Evidentemente, en quinto lugar tenemosacurrucarse en la tienda... o huir de los mosquitos de fuera más bien, pero el resultado es el mismo. El caso es que es en esas situaciones cuando uno más se siente en contacto con la naturaleza, es ahí cuando un percibe esos pequeños detalles que ignoramos en nuestra vida urbana, es ahí cuando se pasa la noche en vela pensando cómo cambiar el curso de las cosas, y es ahí cuando un nota en su cuerpo todas y cada una de las piedrecitas que hay en el suelo bajo la tienda de campaña... y eso sería lo peor si no fuera porque luego oyes el zumbido del terror en tu oreja justo cuando habías encontrado la postura adecuada.

En último lugar, el último día uno se despide de los placeres campestres disfrutados (por llamarlos de alguna manera que sea para todos los públicos) y procede a plegar la tienda de campaña de guardado ultrafácil... que no es tan fácil de guardar como parecía en un principio, pero no pasa nada porque leyendo las sencillísimas instrucciones de la funda seguro que... bueno, a lo mejor están al revés y por eso no se entiende bien... vaya, pues parece que no, que las estaba viendo bien... bueno, pues supongo que si no podemos plegarla tendremos que llevarla doblada en el coche hasta el centro más cercano para que no enseñen a plegarla... pero el más cercano está en Murcia, así que hay que darse un paseíto hasta allá.

Tiempo total de montar la tienda: menos de un minuto; tiempo total de desmontar la tienda: cuatro horas y media; resultado total: ...Pues muy rápida no ha sido, no, pero al menos no nos ha pasado como a otro señor que nos contó que llevaba con la tienda montada tres días en su salón hasta que se atrevió a llevarla a la tienda.

Y ése ha sido más o menos mi fin de semana de camping, sin embargo, a pesar de todas las vicisitudes me lo he pasado bien. A veces no me entiendo ni yo.

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