Todos mentimos, incluso cuando no queremos, incluso cuando decimos la verdad, incluso cuando no decimos nada. Hasta esa gente que no parece inmutarse por nada se está engañando a sí misma, porque todo el mundo tiene impresiones y la ausencia de ellas es una impresión en sí. Por eso Lady Gaga lo canta en su Poker Face, y por eso parece que esa canción me persigue vaya donde vaya (incluso hasta en el Ragnarok Online).
CALOR
Justo cuando parecía que el calor del verano empezaba a calmarse un poco, ha llegado agosto y nos ha recordado que a partir de 35º empezamos a sudar con sólo pensar en movernos. El sol calienta la Tierra con sus rayos cayendo perpendicularmente (o al menos más perpendiculares que durante el resto del año) y a nosotros nos refríen en el proceso como si fuéramos ajetes tiernos de una tortilla potencial. Incluso el viento que tenía estipulado en su contrato que debía refrescar el ambiente al pasar parece que no ha podido hacer bien su trabajo, sobre todo porque hoy me lo he encontrado por sorpresa y ha sido tan refrescante como si una vaca me hubiera lamido la cara. Está claro que en verano no se puede trabajar.
Hoy se veían en lontananza unos churrascos con intención de pasar a ver si remojaban un poco pero les ha dado vergüenza y han decidido quedarse sofriéndose vuelta y vuelta en Sierra Nevada, que dadas las temperaturas ahora debe ser más bien Sierra Evaporada. De todas formas, aunque hubiera llovido, sólo habría caído barro porque el viento de por aquí siempre levanta la tierra del suelo y el fuego del verano la sobrecalienta para que se reseque más cuando cae el agua de la lluvia, pero no hay mal que por bien no venga porque si al viento que levanta la tierra calentada a fuego mientras cae el agua le añadimos un poco de corazón ya podremos invocar al Capitán Planeta (y le ponemos una ramita de orégano para que quede rico rico y con fundamento).
Por la noche, por suerte, suele aflojar la cosa y podemos abrir las ventanas para liberar el calor que teníamos encarcelado en nuestras casas e intentamos dormir, cosa que tiene la facilidad de enebrar una aguja: todo el mundo puede intentarlo pero casi nadie lo consigue a la primera, por lo que lo intentan más veces con menor concentración y puntería y acaban por enfadarse si al final no lo consiguen. Sin embargo, al igual que un feligrés de las máquinas tragaperras con su sueldo recién cobrado, todos los días lo intentamos con renovadas esperanzas de conseguir nuestra recompensa con poco esfuerzo, y el método viene a ser el más viejo, famoso y efectivo que ha conocido la humanidad: el prueba-y-error.
Siempre nos tumbamos en la cama boca arriba y cerramos los ojos, craso error porque sabemos mejor que nadie que no podemos dormir en esa postura, así que nos damos la vuelta hacia uno de los lados, normalmente el que no da a la pared, pero eso también es un craso error porque el estar apoyados sobre el brazo nos acaba por molestar y no conseguimos conciliar el sueño, así que nos tumbamos boca abajo, que también es un craso error porque la almohada nos molesta para apoyar el cuello y acabamos tumbados boca arriba otra vez. Una vez hemos repetido este proceso tantas veces que somos una croqueta de sábanas es cuando estamos tan cansados que caemos inconscientes hasta la mañana siguiente... en la que te despierta el matrimonio que vende chumbos a voces.
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