viernes, noviembre 07, 2008

Game Cubo


Pues sí, la empresa que anteriormente sacó la consola del estado, la Game BOE, ha sacado otra y esta vez para la televisión: La Game Cubo. Esta consola tiene títulos tan punteros como el Super Pepico Constructores, The Legend of Maripuri y el famosísimo Metroid, el juego en que el Sumas, la cinta métrica, se enfrenta un sin fín de errores de medida, entre ellos Riddiculy, Mates Riddley, Pi-rasite Dragqueen y Mother 8r41n (las madres siempre revolviéndolo todo). Próximamente en su esquizofrenia particular.

DISCRIMINACIÓN

Parece mentira que a pleno siglo dieci... digo, veintiuno aún tengamos este problema presente a diario, que aquí todos se declaran sin prejuicios pero al final siempre ocurre lo mismo. Vale que son de otro color al que estamos acostumbrados y que son prácticamente inútiles pero siguen queriendo tener su huequito en la sociedad, un espacio que muy poca gente está dispuesta a otorgarles. Efectivamente, me estoy refiriendo a los centimillos de euro, esas monedas que sólo sirven para demostrar que los limpiadores de baño son eficientes hasta en la mugre de cosecha más añeja (hay que limpiar más a menudo, señora).

¿A quién no le ha pasado que se encuentra con la cartera llena de monedas y que ni con toda esa chatarra te llega para una barra de pan? Por eso son la única moneda de curso legal y actual que la gente no se tira de morros contra el suelo para recoger, porque si tienes que agacharte cincuenta veces para conseguir (siendo optimista) 87 céntimos te sale más a cuenta ponerte a pedir en la puerta de una iglesia, que al menos estás sentado. Además, no creo que nadie soporte la humillación de que la gente te vea doblarte entero porque quieres la moneda de 5c que has visto ("¡Sí, los necesito, y qué! ¡Que soy estudiante!").

Y es que los centimillos son como las cucarachas, y no sólo en el color, sino porque un día te encuentras uno en la cartera y lo dejas estar, como no molesta... Pero un buen día te encuentras escarbando entre monedas marrones buscando un billete de 5€ que tú jurarías que tenías antes de salir de tu casa mientras la cajera del súper te mira mascando su chicle que ha pasado de generación en generación de cajeras y ya sólo sabe por la experiencia acumulada más que por tener sabor hasta que no tienes más remedio que decir "¿Te importa que te pague en centimillos?"... Para luego descubrir dos cosas: Primero, efectivamente, tenías un billete enterrado entre ese kilo de monedas que llevabas, pero no era de 5€ sino de 50€; y segundo, kilo y medio de céntimos sólo valen 0'87€ y vas a tener que pagar la barra de pan con el billete de 50€ porque no te llega (y tercero, la cajera no tenía billetes y te ha dado el cambio en monedas).

Por eso son la única moneda que estamos dispuestos a regalar (o encasquetar vilmente) al primero que baje la guardia cuando se paga a escote en cualquier sitio (algo así como cuando la novia te pregunta que si está gorda, que te quedas paralizado sin saber qué responder ante tal atentado por sorpresa). "Da igual, quédate la vuelta" o "Te doy a ti lo mío y así pagas tú con el billete" son dos de las frases más famosas que se utilizan para librarnos de esa plaga que crece constantemente conforme va avanzando el mes, y es bastante triste porque los céntimos son la única moneda que en exceso sólo demuestra que no tienes dinero (bueno, o sí, pero no de calidad). ¿Sabrán los ricos que esas monedas existen? Con los duros esto no pasaba...

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