miércoles, septiembre 03, 2008

Scrabble (otra vez)


Pues sí, esta es la auténtica Consola Oficial del Estado, la Game BOE. Cosas que suceden en las raras ocasiones en que mis colegas me dejan jugar con ellos al Scrabble, menos mal que ya he perdido una vez y saben que no soy invencible (justo como lo había planeado, jajejijoju).

¡AGÁRRAME EL PÁJARO!

Imaginad que estáis inmersos en el mundo de la literatura inglesa, leyendo los lamentos de Juno and the Paycock y en el momento en el que llegas a un ritmo adecuado de lectura, tu padre te llama para contarte algo absolutamente relevante para el destino de la humanidad:
-Sebi, ¿puedes venir un momento a la cocina y cogerle el pájaro a tu madre?
-...Papá, ¿hay algún oscuro secreto que mamá y tú queráis contarme antes de seguir siendo familia? Te prometo que no me voy a enfadar.
-Tu madre, que se le ha escapado el periquito mientras le echaba de comer.
...Momento en el cual uno ya respira tranquilo y se dirige a la cocina. Es que descubrir con veintisiete años que en realidad te pareces a tu padre porque eres un clon me parece una idea muy sacada de Evangelion y odio esa serie lo suficiente como para de dedicarle un post entero, pero me estoy desviando del tema principal.

Al llegar veo a mi hermano bajando la jaula del pájaro con un carrete de hilo grueso por la ventana del patio porque resulta que el periquito vió la ventana abierta y decidió que era un buen momento para tomarse vacaciones y viajar fuera del domicilio familiar... hasta el patio del piso de abajo. Como ese piso lleva vacío más de un año, no había manera de entrar ahí y no creo que el pájaro pudiera alzar el vuelo cuatro pisos para salir por encima de las rejas, así que la idea de mi madre era bajarle la jaula con las ventanas abiertas para que, cuando tuviera hambre, entrara a comer y así capturarlo otra vez. Ya que yo era consciente de que eso no ocurriría jamás en el mundo real, se me ocurrió que podría escalar el murillo que separa el patio desde la casa de los otros vecinos de abajo, asi que mi madre fue a preguntar si podíamos montar el espectáculo esa noche en su casa (nos faltó pasar el platillo luego por las casas de los vecinos).

Una vez abajo y enfrente del murillo, me subí en la escalerilla de pintar que tenía la vecina hasta que llegué al último escalón a pesar de los tembleques que daba la escalera (mi madre es de las que piensan que el mejor punto de sujección de una escalera es el asa con la que se transporta). El murillo aún así me llegaba a la altura de la mitad del pecho, por lo que tuve que dejarme poseer por el espíritu de Lara Croft y elevarme en peso sólo con los brazos y levantar una pierna hasta poder sentarme en plan jinete en el muro para que mi madre me pasara la otra escalerilla y poder bajar al otro lado, cosa que tuve que hacer con ciudado para no perder el equilibrio (hubiera sido muy ridículo ser rescatador rescatado), bajando la escalerilla con una mano mientras me pegaba completamente al murillo de manera que se pudiera abrir al dejarla en el suelo. Aún con la escalera y todo, no llegaba con las piernas al último escalón así que me descolgué en peso otra vez con cuidado para no desequilibrarla y así POR FIN me colé en el piso abandonado.

Evidentemente, el periquito estaba esperándome con las alas abiertas cuando yo bajé y no tuve ningún problema en traerlo de vuelta a la jaula... y un huevo de pato. El pajarillo estaba asustado por la oscuridad pero la muy puñetera (porque es una hembra) siempre salía revoloteando hacia otro lado cuando me acercaba, así que tuve que ponerla entre la jaula y la pared para que se metiera ella sola cuando el gigante barbudo en camiseta de tirantes intentara cogerla otra vez, cosa que sucedió para mi descanso mental y físico (que los periquitos dan unos picotazos que pa qué te cuento) ...pero eso no era todo, ahora había que volver.

Con la jaula en mano, trepé la escalerilla, que se movía como si del Dragon Khan se tratase, y se la pasé a mi madre por encima del murillo. Luego me subí yo otra vez encima y de repente recordé que no llegaba con las manos a coger la escalera que había utilizado para subir, así que tuve que engancharla con la punta del pie, subirla con la pierna (haciendo equilibro y sin poder agacharme) hasta la altura del pecho para que pudiera cogerla con la mano y pasársela a mi madre también. Tras toda esa parafernalia, me descolgué hasta la otra escalera (porque tampoco era lo suficientemente alta) y pude por fin bajar al suelo. Esto que parece tan sencillo y rápido fue observado con absoluta atención por todo el vecindario en su completa duración, menos mal que no me di cuenta.

Epílogo: El periquito va a ser donado a una amiga de mi madre que le está buscando pareja al suyo (como mi madre, que no para de buscarle novias a uno de sus polluelos). Mi madre ha puesto esparatrapo en las rendijillas de la jaula para evitar que se escape otra vez el tiempo que esté con nosotros (la hipocondria es lo que tiene). Yo, por mi parte, pensaba que estaba en baja forma, pero tras ver lo que tuve que hacer ayer lo voy a reconsiderar. Como siempre, mi vida es un espectáculo.

1 comentario:

Gustavo [Barcelona] dijo...

Me hubiese encantado estar ahí y ser testigo también del rescate de la periquilla de los collons ;)