Vaya efecto más raro que hicieron la niebla y las farolas... y el calimocho... aunque creo que esa noche no bebí nada... pero no me acuerdo, iba muy borracho.
Y BERIA (CON GAFAS)
Últimamente me he acostumbrado a un nivel de atención tan alto que cuando me falta un poco me da la depresión (la azafata no ha comprobado que tengo el cinturón de seguridad puesto, mi vida no tiene sentido). ¿Cómo me las arreglo que siempre que cojo un transporte comunal hay alguien siente la necesidad imperiosa de hablar a voces? Eso sí, el viaje ha merecido la pena porque en menos de cinco horas me había recorrido diametrosexualmente la península en avión y estaba completamente descansadito para que me arrastrasen las amigas de mi chiqui hasta el único local abierto para "forzarme" a bailar con ellas (y yo no quería, claro). Para ser el primer día, no tenía precio... y tras la noche no tenía pies tampoco.
El local era la risa: de diseño y muy chic pero lo primero que pusieron fue "Desátame" de Mónica Naranjo (protagonista de el 10% de mis chistes, que ya es). El coro de borrachas que había por nuestra vera era, cuando menos, horrendo, pero se empezaron a calmar gradualmente conforme se iban quedando sin voz. Sin embargo, lo mejor fue cuando fui al servicio a desalojar los X cuando X tiende a infinito (e infinito se seca) litros de calimocho casero y vi que en las puertas de los servicios ponía una P y una B. Tras mirarlos fijamente un rato me di cuenta de que me estaba meando mucho y que no estaba para chorradas de estilo moderno. Es que no me joas: ¿P y B? ¿Qué significa eso? ¿Pene y "Bagina"? Por cierto, el local se llamaba "Public" (digo llamaba porque no sé si lo habrán quemado por tener tan pocas luces al poner los letreros).
Por lo demás todo genial: quedó demostrado que una persona de más de 20 años se puede manchar en un buffet chino más de tres veces (seguidas), las temperaturas que a Juanma le parecían tan buenas y cálidas a mí me recordaban que el chaquetón era mi mejor amigo, aprendí que las rebajas sólo son malas si llevas dinero encima y que, además, me vale la talla de niño de Zara (que vale como 5€ menos que la de hombre), demostré que un chaval entre 20 y 30 años viajando solo con una mochila sólo es sospechoso para los guardas del aeropuerto si lleva puesta una gorra militar (de H&M, el mal gusto tiene un precio) y cuando pensaba que Barajas me iba a dejar marchar dos veces sin retraso ninguno me imponen uno de media hora larga. Hay cosas que no se pueden evitar: la muerte, hacienda y Barajas (con el "encanto" propio de cada una, claro).
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