miércoles, febrero 28, 2007

Fiebre del Saturday night


No falla: en cuanto el aburrimiento aprieta, nos dan los ataques de creatividad. En este caso, me dió por ponerme los peluches de mis amigas de la resi en la cabeza y echarme fotos con ellos puestos. He elegido esta porque es la más llamativa (a mí que no me digan que un delfín rosa de panza amarilla no llama la atención, porque en tal caso que el daltonismo los ampare en su gloria), y mira que tenía para elegir: una vaca, un pato, el delfín en cuestión, una oveja...
Solo lamento (Goldin Mayer) no haberme comprado ese peluche de un pulpo que vi en Almería estas navidades, quedaría superhipermegamono en la cabeza (el delfín rosa me está afectando).

TRAE LA PASARELA, CIBELES

Esta tarde recordé por qué me niego a salir de comprar, y menos con mujeres. En unos días cumplirá 19 años una compañera de la residencia y se nos ha ocurrido hacerle un regalo. Para rizar el rizo un poco más, que ella lo tiene liso a ratos, otro compañero cumple un día antes y le vamos a hacer un regalo también, así que habrá que salir a ver qué compramos a ambos. El caso es que si fueran pareja prodríamos hacer un regalo conjunto pero como no es el caso, valga la rebuznancia, hemos decidido ir de tiendas de ropa.

La obvia diferencia entre ropa de hombre y de mujer no era suficiente para decidir el regalo, así que hubo que ir de tienda en tienda. "Este color no le pega", "este modelo no le gustará", "esto no conjunta con lo otro que queremos comprarle", "no le/la veo con eso puesto" son solo ejemplos de la tardecica que hemos pasado Bárbara y yo buscando entre los trapos buscando algo barato, como decía Mecano. Al final hemos pensado (cosa rara en los hombres, pero todos tenemos nuestro día) que a uno le regalamos una bolsa de esas de llevar los libros y tal con un calendario (sí, a finales de febrero, pero son láminas de Monet) y a la otra tres ropas que le gustaron a Bárbara. Claro, es lo que yo pensé: "le tienen que gustar a ella, no a tí, Bárbara", pero como a mí también me convencían, nos los quedamos. La peor parte fue cuando tuve que pagar yo, snif.

Es una de las cosas por las que me da rabia extrema salir a comprar ropa: te pasas la tarde o la mañana perdida cambiándote de ropa (y la mitad de las veces ni siquiera es la tuya, claro) para coger una horda de bolsas de ropa que luego no te pones porque te acostumbraste a lo viejo. Y con mujeres es peor porque no se dejan ni una sola tienda en la que coger cienes y cienes de productos que luego se van a probar en casa y van a devolver (o esperarán a que te pillen por banda para que las lleves, vaya). No hay nada como la igualdad de sexos, ¿verdad? Al menos puedes enterarte de según que cosas que nunca contaría en otros contextos, que para eso eres el colega (colega: dícese del imbécil o pardillo que se deja embaucar y encima pone buena cara) que la acompaña a hacer su ronda habitual (porque su novio se niega, claro).
Es que no hay nada como ser el amigo de la maciza: tienes todas las desgracias de ser novio y encima no te la tiras. Agh...

2 comentarios:

Fan dijo...

Jajajajajaja, recuerda que este año, tendrás un peluche por tu cumpleaños, lo recuerdas?

Cid Lavigne dijo...

hola hola! Es que como el internet es como la lluvia en Sevilla, que es una maravilla... espera, creo que no era eso. El caso es que ya puedo volver a conectarme de vez en cuando así que...
Eso sí, el actualizarme me costó, eh.
Un besico (y el peluche que sea el del pulpo, plis) :P