lunes, enero 22, 2007
Como Cuesta Enero
Bueno, tenía un poco abandonado este mi blog. Es que fue venirme de vacaciones y encontrarme de cara con la época de exámenes que, por cierto, no me dejan ni vivir tranquilo, vaya.
Debe ser por eso que todos volvemos a casa por Navidad, para olvidarnos de que existen esas evaluaciones periódicas e insufribles a las que nos someten cada tres meses. En fin, que me pongo melancólico, y los cólicos son muy malos.
LOS ALMENDROS VUELVEN DE CASA
¿A que es un dolor tener que dejarlo todo para ponerse a estudiar/trabajar otra vez? Con lo agusto que se estaba en casita, comiendo turrón y saliendo con los amigos... Y no solo eso, sino que además, no contentos con tener que dejar lo bueno, nos metemos de cabeza en lo malo. Si es que el ser humano es famoso por meterse en unos fregados que pa qué, no hay más que fijarse en las facturas que llegan tras el jolgorio y la alegría navideños.
Lo bueno de volver a la rutina, si es que tiene algo bueno, es que no hay imprevistos. Todo ocurre exactamente igual que cuando nos fuimos y no hay nada nuevo a la vista... o sí lo hay.
Año nuevo y vida nueva, como se suele decir. Aunque nos propongamos que es meramente una noche más, como decía Cristina Aguileña, la Noche Vieja cambia a la gente con todo lo que ocurre en ella, o más importante, lo que no ocurrió y podría haber ocurrido. Esta doble R me ha matado, parece lo del perro de San Roque, patrón de las castraciones caninas, porque eso de cortarle el rabo...
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